Toco mis labios pero toco los tuyos, alargo la mano hasta llegar al borde de la escalinata de tu boca, que podría ser la mía, los dedos podrían ser mis dedos, huesudos, prolongados, las uñas no, las uñas son tus uñas, ojivas de una bóveda que cubre los enigmas que asaltan cada día, tus labios besan mi mano o tu mano se aproxima a los míos, pero no es un beso, no es el beso, es el contacto, el roce que se arriesga, la comprobación de una textura que hablará de tu mano toda, de mi mano que quiere saber a qué sabe tu boca, apenas perfilo tu boca, apenas la dibujo, apenas me llega el sonido que se emite desde un pecho que gime leve, lejano, tu boca puede ser ésta o ser la mía, la mía no, la mía no tiene forma de corazón, pero puede ser el arma curva del arquero que dispara saetas al cielo redentor, tu mano parapeto, arbotante que contrarresta las debilidades, sujeción de las dudas, clamor entrecortado, entre cada dedo de tu palma hay un valle profundo, yo desciendo y me alzo siguiendo el recorrido, parando en los nudillos a contemplar el paisaje de ansiedad y deseo, y luego la atravieso, atravieso tu mano, la rodeo, escalo su haz oculto, la palpo con silencios, surge emergente y altiva tu mano de palmípeda de seda, se me ofrece para tantear mi aliento, que es tu aliento, tu perfume invisible, la evidencia clara y tenaz de tus sentidos, el aroma que exhalas desde las grietas que tu superficie me revela, tu tacto húmedo, el lento desplazarse de mi mano soñada, o tu mano que opaca la mía, la trasunta, la toma y la convierte en la mano femenina, o dota de poder a la caricia que perdió su sombra, mano entre las manos, la cruzas, la desplazas, observas los movimientos que insinúa mi mirada, mano que estrecha a la otra mano, que se entrelaza en la espera, que se refugia del frío de los días estériles, toco tu mano que es mi mano, que se asombra, que registra las huellas de la perplejidad, que adquiere fuerza y se apaga tantas veces al día, mano que se extiende para tocar el magma, lo más oculto que pueden ofrecerle, la sangre cálida, la epidermis rosada de los sueños, la persistencia en lo alcanzable, el soplo de otra vida, el tacto real, he ahí como testigo mi mano, tu mano, he ahí como palanca, ella se sorprende, reconduce sigilos, se fija en la frontera, en el extremo donde es posible vivir, testa el limen que hay que traspasar para que la mano, toda ella arquitectura renovada, inaugure otro tiempo.
(Sobre una fotografía de Man Ray)
Debo decirte que me ha encantado el significado que le has dado, uno pierde el sentido a través del contacto de las manos.
ResponderEliminarGracias por permitirme leer.
Un abrazo
No, gracias a ti por interesarte por el texto. El tema manos siempre me ha atraído mucho. Hay un arte en la peculiaridad de las manos, más allá de su fisionomía sabe desarrollar los sentidos. Y estos elaboran emociones y afectos no pensados anteriormente. Tema largo.
EliminarHe sido un poquito curiosa y he venido a ver tu enlace que has puesto donde nuestro amigo común Gabilante y tengo que decirte que las manos de las personas dicen mucho de ellas. Todas tiene sus curiosidades y habilidades, y desde luego son perfectos objetos del deseo. Un placer leer tu lindo texto . Un saludo.
ResponderEliminarHaces bien en tener curiosidad. No hay que perder nunca ese don. Y comparto tu punto de vista sobre las manos. Creo que a lo largo del tiempo he escrito bastante veces sobre manos, porque siempre me han significado mucho. Ah, y una cosa, Campirela, es contemplarlas y otra sentir su tacto, en los dos sentidos las manos hablan mucho. Muchas gracias, por aquí andamos.
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