Aliviar lo incierto. Hacer de aquello que parece que jamás se podrá probar una tentativa. No hay nada que perder en ello. Si no se logra, al menos habremos disfrutado de un hermoso sueño. El del esfuerzo y el de la imaginación. Eso sí, que sean creativos. Es el precio de cierta satisfacción. La duda: ¿despertar será soportable?
Ser o no ser no son la cuestión. Ni siquiera estar o no estar lo son. La disyuntiva no es elegible, mal que le pese al Príncipe de Dinamarca. Entre la nada del origen y la nada del fin transcurre la vida. Ésa es la verdadera cuestión. Acontecer, manifestarnos, sentirnos en tránsito, disfrutar, tomar la esencia de los días, vivir ahora y siempre. Carpe diem, digamos una vez más, que es un eslogan antiguo pero sigue teniendo actualidad.
Frente a los que proclaman el soplo divino como realización reivindico el barro. El barro de las chozas, el adobe, el limo de las vegas fluviales, las vasijas útiles, las tablillas con los primeros textos, las canicas. Imagen de la condición humana, frágil y sólida a la vez. Indestructible y capaz de rehacerse si se rompe. ¿El soplo divino? Una metáfora, que como tal, me gusta, es ilustrativa. Sirve de manera tan generosa para elaborar poesía...Pero los que pregonan ese soplo desde el interior de sus catedrales y de sus estancias episcopales, ¿acaso no están también creyendo fielmente en sus propias metáforas? Metáforas de poder e influencia, naturalmente.
Además, desde que Prometeo robó el fuego a los dioses griegos, ¿qué han hecho todas las religiones, sucesivas o no? Me temo que pretender robárselo a los hombres. Sin conseguirlo.
Poder, poder, poder. Es lo que quieren decir pero no dicen abiertamente los que invocan: Sanctus, Sanctus, Sanctus. Cuánta perseverancia tienen los mercaderes del Templo.
Sarabande, de Händel. ¿Qué parte del corazón te atraviesa cuando la escuchas? ¿Qué caminos emprendes? ¿Qué arde dentro de ti? ¿Qué velo de sangre cubre tus ojos? ¿Cuánto de lo superfluo abandonas para entregarte a lo nuevo? ¿A quién te hace amar intensamente y te arroja fuera de ti? Tanta belleza en su compás ternario que no sabes si recogerte o estallar en los mil ritmos de fuego que se te acumulan dentro.
No te refugies en las ruinas de las ciudades antiguas como huída. Déjate acoger en ellas como búsqueda. El túnel del tiempo funciona. Sólo tienes que poner de tu parte la entrega. Ellas emiten significantes; tú escucha el silencio. Luego recoge significados.
Meditas sobre aquella frase de Octavio Paz: cuando penetro en mi me deshabito. Tanto saliste a contemplar el mundo que olvidaste las estancias de tu sangre. No es fácil encontrar sentidos claros en medio de las direcciones perdidas. Te alegras de desprenderte de lo accesorio y de abrir tu interior. Decides deshabitarte para llegar a tu profundidad.
(Dibujo de François Schuiten)
Aprobado
Hace 9 minutos
'Queremos más!
ResponderEliminar¿Me aclararías el concepto "religión sucesiva", s'il vous plaît?
Gracias, maestro.