"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
jueves, 16 de noviembre de 2006
Las últimas manos
Ha contemplado las últimas manos. Ni rastro de las que un día sujetaron la fuerza de un trabajo. Ni huella de las lentas caricias sobre un cuerpo. Ni noticia de lejanos mensajes que enviara. Ni pálpito de aquellas que volcaran unos pechos de leche sobre unos labios tiernos. Ni memoria de lentos ejercicios de zurcidos nocturnos. Ni sueño de unas palmas abiertas al placer olvidado. Un día debieron ser, se deduce. Uno ni imagina la milmillonésima acción con esas manos. Se intuye la infinita capacidad de movimientos. Se vislumbran las apreturas, los agarres, los apretones, los asimientos, los consejos, los restregones, los vapuleos, los cosquilleos, los troceamientos, las cortaduras, los despellejamientos, los sabañones.Hoy descansan sobre un regazo marchito de los largos sinsabores del olvido.
Ni el más sabio ni el más osado ni el más triunfador ni el más portentoso está al margen de contemplarse en las últimas manos. Oración: manos nuestras que estáis en el cuerpo...
Recordando la vida que se va yendo, echa mano (qué expresión tan lúcida como dimensionada)de cierto poema de Konstantino Kavafis, poeta griego de Alejandría:
El envejecimiento de mi cuerpo y su apariencia son heridas de terrible puñal. Resignación no tengo. A ti recurro oh Arte de la Poesía, pues algo sabes de remedios; tentativas de envolver el dolor en la Imaginación y la Palabra. Son heridas de terrible puñal. Ahora tráeme oh Arte de la Poesía tus consuelos para que -aunque sólo sea por un instante- no perciba la herida. (Melancolía de Jasón hijo de Cleandro, poeta de Komagene)
Buenas tardes. He conocido manos como ésas, manos que han parido, criado, sacado la economía familiar adelante y dado placer a varón. También manos masculinas dobladas de trabajo, de guerra y de cansancios varios. Al final todo -nada- queda en las manos. Las arrugas quedan apenas como el código genético de un Humano Civilizado. ¡Arriba la bola! Qué vida.
Tantas manos tenemos a lo largo de nuestra vida. Y no sólo me refiero a su aspecto, a su utilidad o a su cortesía. Las manos son también (y además) el lenguaje.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
LAS FRANCESAS. UN CLAUSTRO CONVENTUAL DE LUJO DE HACE SIGLOS INCRUSTADO EN LA ARQUITECTURA DE HOY
TÚ, LA EVANESCENTE
El alma condenada. De Bernini a Bartolozzi
CHITÓN
El mar de Aral
LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
Las manos son el espejo del alma (lo siento por el rostro)
ResponderEliminarBuenas tardes. He conocido manos como ésas, manos que han parido, criado, sacado la economía familiar adelante y dado placer a varón. También manos masculinas dobladas de trabajo, de guerra y de cansancios varios. Al final todo -nada- queda en las manos. Las arrugas quedan apenas como el código genético de un Humano Civilizado. ¡Arriba la bola! Qué vida.
ResponderEliminarTantas manos tenemos a lo largo de nuestra vida. Y no sólo me refiero a su aspecto, a su utilidad o a su cortesía. Las manos son también (y además) el lenguaje.
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