"Y tú, pensamiento mío, solo
vital para mis días,
causa directa de infinitas ansias,
conmigo morirás cuando me apague".
Giacomo Leopardi, poema El pensamiento dominante.
¿Qué tiene la noche oscura que es pródiga en palabras desbocadas? Naxos, que tanto conoce el océano desde dentro quiere escucharlo a través de las inquietudes más profundas que agitan al hombre. Esta vez ha elegido un promontorio que parece flotar entre el mar y la ciudad. No estando ni en un lugar ni en otro pienso mejor, se dice a sí mismo. Y eso me hace libre. ¿No es el pensamiento el camino activo para liberarse, aunque contenga también riesgos? El pasado y el presente se presentan ante él en un combate sigiloso pero tenaz. Lo que perdió y lo que encuentra ahora echan un pulso cuyo resultado será un futuro que teme. La oscuridad que le rodea es un ámbito en el que se siente a gusto. Los hombres, como la noche o como lo desconocido, siempre tenemos un lado oscuro. ¿Cuál es el mío?, se pregunta. ¿El que pertenece a lo que dejé atrás o el que se oculta a los ojos de los demás? ¿Cómo puedo manifestar ante esta gente que también tengo miedo? Mis aptitudes se limitaban hace tiempo a obedecer órdenes y dejarme llevar por navegaciones y hazañas que decidía Odiseo. ¿Podría con ese bagaje dirigir los pasos de gente derrotada y que renace lentamente? No tengo condición de auriga ni materia de héroe, pero las circunstancias me vienen forzando a conducir la ciudad para que salga del infortunio. Naxos no abandona la mirada ciega sobre el mar oculto. ¿Qué sentido tiene contemplar lo que no se ve? Pero a través de la melodía del oleaje adivina los territorios de un horizonte desaparecido. Naxos se divierte tratando de capturar los brillos que salpican las aguas. Todo cuanto he visto en mis navegaciones, se dice a sí mismo, son bagatelas al lado de lo que se agita en este anclaje mío en la ciudad hospitalaria. Las secuelas de lo padecido por la ciudad no parecen tener fin. Si a lo que quedó destruido se le añade la enfermedad y las carencias, ¿qué posibilidad tendremos de sobrevivir en el mismo lugar? Si no reaccionamos con inteligencia, conociendo con claridad los recursos de los que disponemos y valorando de modo certero nuestras capacidades, ¿qué nos quedaría? ¿Convertirnos en emigrantes que allá donde llegásemos seríamos considerados de grado inferior? Ya hay quien piensa que lo que queda de la ciudad puede derivar hacia su lenta liquidación, y que es mejor renunciar a esfuerzos, que lo importante es salvar las vidas y las costumbres. Puede que en otros lugares las primeras nos fueran respetadas, aunque al precio de ser rebajadas, y las costumbres ¿cómo podrían sobrevivir en un nuevo territorio que tendrá conductas y leyes propias? No hablo por mí. Yo me he hecho fácilmente a los cambios, pero a toda esta gente, ¿qué clase de supervivencia le espera si se ven obligadas a abdicar de su pasado físico?
vital para mis días,
causa directa de infinitas ansias,
conmigo morirás cuando me apague".
Giacomo Leopardi, poema El pensamiento dominante.
¿Qué tiene la noche oscura que es pródiga en palabras desbocadas? Naxos, que tanto conoce el océano desde dentro quiere escucharlo a través de las inquietudes más profundas que agitan al hombre. Esta vez ha elegido un promontorio que parece flotar entre el mar y la ciudad. No estando ni en un lugar ni en otro pienso mejor, se dice a sí mismo. Y eso me hace libre. ¿No es el pensamiento el camino activo para liberarse, aunque contenga también riesgos? El pasado y el presente se presentan ante él en un combate sigiloso pero tenaz. Lo que perdió y lo que encuentra ahora echan un pulso cuyo resultado será un futuro que teme. La oscuridad que le rodea es un ámbito en el que se siente a gusto. Los hombres, como la noche o como lo desconocido, siempre tenemos un lado oscuro. ¿Cuál es el mío?, se pregunta. ¿El que pertenece a lo que dejé atrás o el que se oculta a los ojos de los demás? ¿Cómo puedo manifestar ante esta gente que también tengo miedo? Mis aptitudes se limitaban hace tiempo a obedecer órdenes y dejarme llevar por navegaciones y hazañas que decidía Odiseo. ¿Podría con ese bagaje dirigir los pasos de gente derrotada y que renace lentamente? No tengo condición de auriga ni materia de héroe, pero las circunstancias me vienen forzando a conducir la ciudad para que salga del infortunio. Naxos no abandona la mirada ciega sobre el mar oculto. ¿Qué sentido tiene contemplar lo que no se ve? Pero a través de la melodía del oleaje adivina los territorios de un horizonte desaparecido. Naxos se divierte tratando de capturar los brillos que salpican las aguas. Todo cuanto he visto en mis navegaciones, se dice a sí mismo, son bagatelas al lado de lo que se agita en este anclaje mío en la ciudad hospitalaria. Las secuelas de lo padecido por la ciudad no parecen tener fin. Si a lo que quedó destruido se le añade la enfermedad y las carencias, ¿qué posibilidad tendremos de sobrevivir en el mismo lugar? Si no reaccionamos con inteligencia, conociendo con claridad los recursos de los que disponemos y valorando de modo certero nuestras capacidades, ¿qué nos quedaría? ¿Convertirnos en emigrantes que allá donde llegásemos seríamos considerados de grado inferior? Ya hay quien piensa que lo que queda de la ciudad puede derivar hacia su lenta liquidación, y que es mejor renunciar a esfuerzos, que lo importante es salvar las vidas y las costumbres. Puede que en otros lugares las primeras nos fueran respetadas, aunque al precio de ser rebajadas, y las costumbres ¿cómo podrían sobrevivir en un nuevo territorio que tendrá conductas y leyes propias? No hablo por mí. Yo me he hecho fácilmente a los cambios, pero a toda esta gente, ¿qué clase de supervivencia le espera si se ven obligadas a abdicar de su pasado físico?
Secuestrado por su diálogo íntimo, el joven apenas oye que una voz se suma a la armonía de la noche. Naxos, no te tortures más de lo que puedan culparse los de la ciudad. Ellos saben que tú eres el hacedor de que no hayan sucumbido del todo a sus desgracias. Esperan de ti más de lo que puedes darles probablemente. Pero lo importante es que les traslades que ellos deben ser hacedores como un solo hombre. Entonces Naxos cree reconocer en aquella pronunciación cadenciosa, firme pero amable, a la adivina de la que todos hablan pero nadie ve.
(Fotografía de Herbert List)
Cuanto peso con relativo fundamento les toca cargar a algunos individuos.! Solo apenas unos pocos pueden vislumbrar las abstractas razones que originan ese tipo de pensamientos en individuos responsables, e indudablemente sufren por ello. Magos, pitonis@s?.....llámales “x” pero desdeñan el protagonismo, clarividencia más bien les perjudica.
ResponderEliminarLos que asumen responsabilidades de manera anónima o sin aspavientos o sin subirse al carro de vencedores y otras especies que medran me atraen más. Los he conocido, quedan lejos los tiempos de quienes hacían cosas constructivas a cambio de nada. Como mucho de la satisfacción y por ver que la obra merecía la pena.
EliminarLlámales x. El fondo es el mismo aunque las herramientas difieran.
EliminarPor lo visto mi gran error en esta vida ha sido confundir formas con fondos. Las primeras algo verídico para la mayoría ( que las religiones corroboraron en su día con sus hechos a la medida humana) pero craso error para “buceadores” que encontraron su feudo en el sector de la ”introinmersion” buscando el tesoro de la objetividad desesperadamente. Decidir cómo vivir en semejante paradoja se me antoja el reto principal de cualquier ser que guste de “atar cabos sueltos”(algunos lo llaman pensar, pero me parece un término demasiado confuso) Los formalistas parece que resultan menos complicados e inconscientemente parece que resultan tan crueles como la materia que los hace creerse únicos.
Pues eso que dices de confundir formas con fondos me interesa, porque me ha pasado también. Acaso porque las formas nos las revestían en aquellos tiempos como pomposidad, elevado sentido, sublime verbo, el novamás, que uno se quedaba más con ellas sin darnos cuenta de que eran ramajes que ocultaban el bosque. Claro, cuando descubrimos el bosque no nos lo creíamos. La mentira reinante ha hecho mucho daño y ha tergiversado muchas orientaciones y direcciones, para mí al menos.
EliminarBueno chico, cada cual tendremos que vérnoslas con nuestros condicionamientos/formalismos del momento histórico cultural que hayamos vivido. Será una manera de abonar cierta imposición/impuesto vital.
EliminarLo “chulo” (según se mire) me parece es ser conscientes de ello e ir haciendo cositas lo mejor que se pueda.
Suelo husmear por los tweets y Las publicaciones de jóvenes científicos angloparlantes y esos, al menos, son capaces de partirse la caja intercambiándose cositas como la reinterpretacion de obras de teatro griegas que hace la inteligencia artificial con todos sus datos tras haber sido sometido a 1000 horas de lecturas de tragedias griegas. Chirriante y desternillante. Me gustan estos jóvenes investigadores con tanto humor, tan pocos humos y ningún prejuicio aparente.
He guardado el texto del robot. Puede que por estos lares pocos lo deseen comprender.
Pues sí, ser conscientes es un lujo en un mundo plagado de anticonscientes. Rectificar siempre viene bien. Proseguir sendas del error tiene su punto, siempre que no conduzcan a un abismo (uno puede parar al borde) Hacer constructivamente, algo muy recomendable, se haga o no con plena consciencia de los pasos.
EliminarLo que cuentas de los jóvenes angloparlantes es de alucinar, me cuesta comprender esa tarea. Quién sabe si ya es un futuro.
"¿Qué tiene la noche oscura que es pródiga en palabras desbocadas?" genial inicio para una texto que lleva al personaje al replanteo de sus miedos e incógnitas. No debe ser fácil saberse resguardo del futuro de muchos. Ya es difícil sentirse responsable de nuestro propio destino...!
ResponderEliminarHay tantos ratos de noche oscura en los días del hombre, de cada uno de nosotros, que conviene detenerse y ver los paisajes aunque no aparezcan iluminados...En efecto, labrar el propio destino cuesta y siempre es tan incierto...Gracias por seguir.
EliminarDe cada reflexión ante los propios silencios, surge brillante una buena acción improvisada.
ResponderEliminarSaludos.
Cuántas veces improvisamos, reflexionemos o no. Los aciertos se verán después. Saludos.
EliminarAl final, las reflexiones acompañan nuestro caminar, sobre todo cuando el silencio y la oscuridad nos permite de verdad pensar.
ResponderEliminarBuen post. Un abrazo y por una tarde bonita
Pero las reflexiones suelen tener tantas interferencias, ¿verdad?
EliminarTarde en calma, apacible.
que bonita la foto del niño ¿¿eres tu ?
ResponderEliminarEra, era. O fui. Gracias.
EliminarTemores tenemos todos solo que si nos rodeamos de gente entusiasta y comprometida los miedos se reducen y es más fácil abordar la adversidad. Al final, la dimensión de alguien se mide por lo que fue capaz de dar y aportar.
ResponderEliminarAdriana
Tienes en parte razón. En otros tiempos que conocí, más difíciles en bastantes sentidos, la gente entusiasta creábamos incluso un espacio de euforia y arrojo, tal vez fruto de la juventud consciente/inconsciente, si se me puede entender. En mi recuerdo queda gente ya desaparecida a la cual mido todavía por su entrega y no he querido ver jamás su lado oscuro. Total, ya, ¿para qué?
EliminarCada persona tiene su Naxos que le obliga a diferenciar lo objetivo de lo subjetivo, desde un lugar diferente donde surgen las cosas; el pasado, los errores, ..., y Naxos siente la responsabilidad de la toma de decisiones, porque hay que elegir, hay que decidirse, hay que seguir; ¿de qué manera? ... nadie puede decidir la elección de otra persona salvo que la otra persona se deje llevar sin más. Naxos sabe que ha de escoger siendo él mismo porque él es uno solo.
ResponderEliminarGracias Fackel.
Abrazos.
Impecable argumento, Rosa. Pero qué difícil es diferenciar, elegir, decidir, optar, quedarse a gusto cuando se ha dado un paso. Verbos que parecen indicar lo mismo pero tienen sus matices. graduales unas veces, acumulados otras. Y así hasta el último día.
EliminarGracias, salud.
Siempre hemos de ver el lado luminoso de la gente; aunque reconozco que, con ciertos individuos, cuesta horrores: las sombras lo eclipsan todo y la oscuridad no deja ver nada más. Se comportan como agujeros negros.
ResponderEliminarUn saludo veraniego, esporádico en mi caso.
Es que a veces por mucho esfuerzo que hagamos no resulta fácil. Y lo de los individuos y colectividades, que son reflejo de aquellos, se pone a veces crudo, como lo que está pasando estos días en el orden de la llamada política nacional. Triste, pero que no nos nuble otra clase de placeres que emanan de la bondad del individuo, que también los hay. Saludo esporádico, pues.
EliminarEn general vivimos más volcados hacia el exterior y omitimos hacer algo más de introspección. Deberíamos preguntarnos más a menudo cómo estamos, pero no lo hacemos... Quizás tememos a la respuesta...
ResponderEliminarSaludos
Oye, ¿y no pasa también que, aun cuando nos ponemos a reflexionar, las circunstancias de fuera se imponen con sus urgencias y desplazan nuestras meditaciones? Es como si no encontrásemos un equilibrio. Y eso justifica a su vez el temor subyacente a hallar respuestas.
EliminarAsí y todo hay que hacer lo imposible por intentar ser "independiente". No es fácil, ¿eH?
ResponderEliminarEn absoluto es fácil. Ni de jóvenes ni de viejos. Digamos que es una tendencia, pero escasamente un logro. Pero hay que intentarlo, sí.
EliminarSupongo que siempre queremos ver más allá o más acá. La realidad nos parece poco y la curiosidad mucha.
ResponderEliminarSalu2.
O / y puede que acaso no sepamos o podamos verla, y por ello insistimos.
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