¿Os habéis fijado alguna vez en lo que hay bajo los gigantes? Lo mismo por dentro que por fuera. Gigantismo. Crecimiento desproporcionado. Recubrimiento de vestimentas excelsas y litúrgicas. Y oquedad, mucha oquedad. Vacío. Cierto que si los gigantes se creen algo, y muchos espectadores del mundo y de la historia se entregan a ellos, es por el modo estudiado con que ejecutan sus movimientos. Estos siempre están aderezados de promesas. Promesas de un gigante mayor que aliviará tus desdichas, que enjuagará tus desazones, que calmará tus miserias, que intentará que rías aunque llores, que te acogerá en la vida ultramontana. Eso te habrán dicho, aunque no veas efecto alguno de tanta oferta vana. Naturalmente, existen gigantes de naturaleza escabrosa y gigantes de materia lúdica. Entre aquellos y estos, siempre debe elegirse la alegría y el desquite. Ambas representaciones gigantas son efímeras: truco, teatro y terapia. Entre la que genera angustia y dependencia, sin dejarte que seas propietario jamás de tu ser, y la que libera siquiera por unos instantes, se debe elegir la inmediata, ahí donde te sientas libre y diferente. Y sobre todo muy tú mismo.
(¿Choque o entendimiento de civilizaciones? Paradojas, solo paradojas. Gigantes del pasado echan un pulso, unas veces en la ficción, otras en la disputa por intereses. Ojala fuera solamente un pulso del pasado. De cualquier modo, los gigantes pertenecen a la misma familia, aunque un día se dispersaran. Se agruparán y volverán a ser uno cuando la libertad de pensamiento y la conducta consecuente sea adoptada por más individuos. Los gigantes del pasado temen siempre el crecimiento interior sincero, que no el gigantismo, de los hombres cabales. Estos deben fortalecerse y fomentar el entendimiento con otros hombres. Que por dentro se les vea llenos de buena voluntad y de conducta racional y constructiva. Que sean grano, molino y alimento, no gigantes aparentes)
"Que sean grano, molino y alimento, no gigantes aparentes", els de Don Quixot!
ResponderEliminarEl Quijote siempre inspira: "—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino."
EliminarEn el caso de la entrada llevé el agua a mi propio molino, Helena.
Son una construcción de cartón sobre un vacío, dentro no hay nada. Tal como dices un puro truco.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Propio de la soberbia del gigantismo. ¿No se se han dado cuenta de que torres más altas acaban cayendo? ¿Por la altura que alcanzaron? No, por su vaciedad que, antes o después les conduce a su desplome.
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