El pedestal que se erige en el mirador estaba vacío, me subía a él y contemplaba la espléndida vista. Sin embargo no podía evitar la sensación de que había perdido la ciudad. Me bajaba corriendo para no convertirme en estatua por toda la vida.
Cuando el lobo viva con el cordero
Hace 2 minutos
... Hiciste caso a la intuición..
ResponderEliminarO la añoranza...o el temor a la pérdida...
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