En la ciudad de Frans Masereel las palabras han remitido. ¿O acaso han sido aniquiladas? Esa ciudad que podría llevar todos los nombres de las ciudades del mundo se lee mejor que con palabras. Qué descubrimiento. ¿No es lo mismo que nos ocurre cuando viajamos solos a otro lugar y nos enfrentamos a cada rincón intrincado, a cada avenida más pujante o a cada barrio sumergido? Percibimos entonces las escenas del trajín cotidiano, dejamos que se definan y acabamos entrando en un diálogo con cada ambiente o cada objeto que reclama nuestra atención , sin sentirnos necesitados -al menos en primer instancia- a comunicarnos oralmente con sus pobladores.
Esa es la ciudad que uno lee y a la que uno le embarga, sin necesidad de letras. A mí no me gusta que ciertos comentaristas digan que la obra gráfica de Masereel sobre la ciudad es una novela gráfica. Son ganas de no saber definir y clasificar (obtusas y apuradas manías de ciertas personas que se sienten incómodas si no cuelgan rótulos a todas y cada una de las realizaciones humanas o naturales) Tampoco se trata de un cómic mudo, como algunas veces se le ha nombrado, pues no es cómic y se muestra tal vigor en cada imagen que no es aceptable que se afirme banalmente que allí no hay voces. No solo hay voces, hay todo tipo de sonidos. Ruidosos y quedos, rítmicos y desiguales. Y de pronto esa potenciación de los sentidos que enseguida se agitan en ti, lector-visualizador, porque estás comprendiendo cada imagen.
Hay, pues, lo que sientes. Hay fragor cuando se reflejan las escenas callejeras, sobrecogimiento en el agrupamiento de obreros ante un compañero muerto, algarabía contenida cuando la gente espera a coger un tren, pavor ante un incendio, irritación ante un triunfalista desfile militar, rebelión ante la exhibición de los burgueses, comprensión con los amantes adúlteros y complicidad con las parejas sencillas que se van por un callejón abrazados, lamento a propósito de un desamor y repugnancia por la actitud de un rico en un burdel. Más. Percibes la tristeza ante un ahorcado abandonado a su suerte, participas del tedio de una familia sin recursos, te irritas ante la detención de un pobre hombre por la policía mientras una turba la instiga, te enfervorizas ante la masa proletaria siguiendo una sola bandera, participas del baile en un salón de la época, te unes a un par de borrachos que van cantando a la luna, percibes el hedor de un cuchitril donde vive toda una familia, te abruma una oficina de aplicados hombres mecánicos (qué eco kafkiano), te hiere la ejecución de un reo desamparado en la guillotina, te sobrecarga el trabajo durísimo y rusiente en una acería, te extasías ante un parto.
Hay dos imágenes que me fascinan, y eso que todas me convencen. La del hombre que desde una loma contempla la ciudad de fábricas humeantes, la urbe de la aglomeración bizarra e insana. Tal vez el artista mismo que se distancia para pensar su obra, pues las situaciones laten en su cerebro desde hace tiempo. Y otra es una extraña pero sumamente alegórica representación en que una mujer gigantesca acoge y consuela tiernamente -incluso con una prudente superioridad comprensiva- a un hombre diminuto, agobiado y perdido, en su regazo. Dos representaciones del tiempo de las ciudades, donde lo físico no es el trazado lineal, sino el ser emocional, sensitivo, golpeado por las soledades, excitado por las rabias, contenido por los pequeños márgenes del amor.
(Frans Masereel.
La ciudad. Edición de Nórdica Libros)
buen artículo.
ResponderEliminargran obra.
Impresionante descripción. Para hacerla hay que percibir de distinto modo que el que se ocupa mada más que de poner títulos a lo que ve.
ResponderEliminarGracias por la información. No conocía al artista.
Querido amigo.
ResponderEliminarMe emociona que le hayas dedicado un espacio con letras a este gran artista de la imagen sin palabras, poco conocido en nuestro país a excepción de loe círculos culturales.
Yo estube,durante muchoa años, aquí en Ibiza y en Barcelona, haciendo xilografía, sobre tablero marino de diferentres grosores,con gubia y buril. A diferencia de Meeserel, yo no imprimia en papel el dibujo tallado, vendía la tabla, unica e irrepetible, y nunca en blanco y negro, matizada en colores ,con óleo o tintas.
Las vendía bastante bien y aquí en la isla aun hay gente que las conserva en muy buen estado en sus paredes, eso fue em los años 75-95.
A raiz de esos trabajos me ha quedado la mano derecha un poco dañada, sobre todo el dedo medio y el índice, que en invierno y con los fríos me duele y me cuestan accionar.
Un artista, Meeserel, muy visceral, muy trabajador y con un sentimiento social muy trágico y definido. Entra en los llamados pesimistas, pero creo que el pesimismo es la excusa que utilizan los ignorantes para ocultar las realidades mas obvias.
gracias por recordarle.
un abrazo
Gracias por pasar, Emiliano. Tenía ganas de sacar a relucir a este grabador algún día, la publicación de su obra me ha estimulado a ello.
ResponderEliminarIsabel, no sé si acierto, pero me siento más Yo si hablo de mis percepciones sobre una obra. No tengo madera de crítico ni comentarista al uso, solo transmito lo que me sugieren ciertas obras, ciertos trabajo, cierta belleza.
ResponderEliminarSi buscas por la Red descubrirás bastantes fotos sobre su obra, y siempre puede hojear en una librería este librito.
Gene, es que hay mucho arte y artistas europeos -por no ir más allá- que los españoles desconocemos. Suponiendo que los españoles conozcan lo propio, que sería demasiado suponer.
ResponderEliminarY el expresionismo es una de mis debilidades. En cuanto a temática Masereel está en la linea de Käthe Kollwitz, que también hizo grabado, más dibujo, pintura y escultura. Y que es durísima en el tratamiento de sus formas. Me encanta. Por algún lugar de este blog hablé de ella.
Se agradece que des a conocer tu experiencia, eso te concede ventaja para comprender a Masereel, pero me ha impactado tu frase final: creo que el pesimismo es la excusa que utilizan los ignorantes para ocultar las realidades mas obvias.
Qué razón.
Me ha encantado la magnífica idea de postear y la manera en que lo haces sobre la obra del artista. Atrapas y haces cómplice de tu percepción.
ResponderEliminarGracias por tanto.
Un saludo
Es un ilustrador impresionante. La habilitat de Masereel no está sólo en la representació gràfica de la narració, sino también en la representación de la idea.
ResponderEliminarComo comentaba al final del apunte que le dediqué en mi blog, "La Ciudad" es un retrato de época porque no se pueden rehuir las formas, pero la grandeza de Masereel está en la capacidad de ser testmonio de su época y, a la vez, estar construyendo una tesis intemporal.
http://enarchenhologos.blogspot.com.es/2012/03/la-ciutat-de-masereel.html
Pilar, y cada vez lo haré más en este estilo, uno puede saber algo, poco o mucho de algún tema, pero lo que valoro realmente es cómo lo percibo, lo siento y me dice. Prefiero escribir en ese sentido. Para informaciones (o aparariencia de informaciones) ya hay mucho en la Red, y allá cada quisqui.
ResponderEliminarGracias por seguirme y valorar a Masereel.
Enric, un retrato de época...fundamental, que por cierto, tal como comentas en tu post (se me había fugado) Masereel ejerció influencia en Helios Gómez. ¡Quiero saber más de la obra de Helios!
ResponderEliminarSu tema de época transciende porque las ciudades no han cambiado sustancialmente. Por eso lo intemporal es clásico, es ojo agudo, es referente y premonición.
Jo, está bien que hayas venido a participar de la fascinación Masereel.
¡Jo! ¡Cuánto me ha gustado esta entrada! Contagias tu perspectiva, haces que se detenga nuestra mirada. Y esa sensación que nos invade cuando viajamos a una ciudad nueva... ¡Bordado!
ResponderEliminarImpresiona Masereel. Confieso mi desconocimiento sobre él, me quedo sobrecogida con la expresividad que golpea la mirada.
Sublime tu descripción.
Gracias por mostrar, por apasionarte en la mirada intuitiva, inquietante, inquisitiva, cómplice y tan humana.
Un placer leerte.
Es que Masereel es de verdad impactante, tanto en temática, en denuncia, en clarividencia como en estilo y formas. Lo borda.
ResponderEliminarMe parecía importante rescatarlo a cuenta del libro que ha salido.
Gracias, Mafalda.