El precio de la información hoy día es dual. Más allá del relato somero de un accidente o de una tragedia se puede encontrar una mina de ingresos para las agencias y, consiguientemente, para todas las empresas vinculadas al negocio de la comunicación. Es cuando se convierte en espectáculo. Cuando se busca que sea ante todo espectáculo y no reflexión con elementos de juicio. Y se produzca recreación en las imágenes o en los testimonios. Tal impresión tengo cuando se hace de las operaciones de rescate de los mineros chilenos un seguimiento de docudrama. Cuando todo el interés está en capitalizar el asunto por parte de las autoridades, que antes habían hecho dejación respecto a forzar a las empresas explotadoras a tomar medidas sobre las condiciones de trabajo de los mineros. Cuando todo el egoísmo de las religiones reside en convertir el azar en milagro y recomendar oración y recitación bíblica a los sepultados. Cuando la masa espectadora de televisión, cómodamente distante, convierte en película la evolución de la tragedia. Malo si de los acontecimientos hacemos sólo representación y farsa. Malo si en vez de acercarnos a conocer la manera de vivir y de trabajar de las gentes del mundo, a encontrar explicaciones, nos limitamos a ver pasar escenas más o menos severas ante nuestros ojos. Acabaremos por no distinguir la realidad tangible de la ficción virtualizada hoy en extremo. Y ni siquiera sabremos tener en nuestras propias vidas una conducta coherente. Lo aparentemente lejano siempre está más próximo de lo que pensamos. Rescatemos la capacidad individual y maravillosa del ejercicio del pensamiento frente a la inercia que se nos brinda.
Hoy por fin he encontrado un artículo diferente. Moderado y sereno, pero claro y firme. Lo escribe el escritor chileno
Ariel Dorfman en
El País de hoy. Paso la cita.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/verdadero/milagro/mineros/elpepuopi/20100908elpepiopi_5/Tes
Para desgracia de esta sociedad todo es mercadotecnia.Todo se vende y se compra,incluso el sufrimiento humano.
ResponderEliminarDespués vendrá algún listillo que nos cuente de forma narrada la situación de la misería o la catástrofe y venderá muchísimos libros y éstos se convertirán en película para grandes salas dónde exhibir el desconsuelo.
Saludos
Te remito a revisar "El gran carnaval"(Ace in the hole) de Billy Wilder. Es de 1951. Es la misma historia. Y ya deja claro el mundo que se nos venía encima.
ResponderEliminarQué razón tienes, Felipe.Son los listillos los que se aprovechan de las circunstancias trágicas. Toda una cadena nutricional del mercado. Cada vez más alevoso. Y todas las ideologías y soportes de ellas entran en el juego. Supongo que en este tema de los mineros bajo tierra los piscólogos se estarán poniendo las botas, incluso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hiniare, lo haré porque acepto las sugerencias y me gusta sentirme refrendado en mis indignaciones.
ResponderEliminarSaludos.
Todo esto es muy triste, Fackel.
ResponderEliminarCebarnos en la tragedia como pantalla de humo que hará que no veamos otras cosas.
Siempre es igual, o bien tragedias o bien se inventa (o se refuerza y se potencia hasta el delirio) alguna nueva enfermedad.
Mientras tanto, algunos se llenan los bolsillos con dinero de sangre...
Pero nada nuevo en la humanidad, hermano. Ya Robert Burton, hace cuatro siglos, hacía un repaso a los comportamientos y miserias de la avidez humana en el prefacio de su obra Memoria de la Melancolía.
ResponderEliminarTodo el dinero, ¿todas las mercancías?, están pringadas con sudor y sangre. Y lamento que suene épico. Y tiempos veremos...
Resistir.