"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 17 de enero de 2025

Ecos lejanos, 38

 


¿Qué hago yo quedándome aquí? Voy a darme el margen del día y luego me iré de esta habitación donde ya no sé estar. Me gusta siempre dejar que transcurra un tiempo, por lo menos unas horas o una jornada, a veces más días, antes de tomar una decisión. 

Este comportamiento lo tengo de toda la vida, tanto ante una determinación nueva como tras sentir síntomas de algún mal en el cuerpo. Aunque mi nervio contenido me pida reaccionar rápido lo sujeto. Cálculo de posibilidades. ¿Quién me dice a mí que mis malestares estomacales, por ejemplo, no son sino psicosomáticos y se pasarán antes de correr el riesgo de un diagnóstico impreciso o erróneo? O ¿por qué firmar un contrato para mi último libro sin informarme suficientemente del nuevo editor que me tienta con sus ofertas y acaso me quiere engatusar? O como me sucede ahora mismo con la mujer que me ha dejado, supuestamente para siempre, resistiéndome ingenuamente a su partida.Y me repito terco: quién sabe si no se arrepentirá o vacile y de pronto vuelva. No es probable que los recuerdos de cuanto hemos comentado o los placeres tardíos a que nos hemos entregado obren en ella como revulsivo de su tajante determinación. ¿Sus sentimientos? Los ha sacrificado y me ha invitado a que yo siga la misma senda.

Pero no me engaño. Lo que late detrás de esta conducta de demorar decisiones es el miedo. Miedo a una enfermedad, a un error en una compra o una venta, a que me busquen la vuelta las leyes con efecto retroactivo. Miedo a la pérdida de una mujer que había sido segura en mi ámbito emocional. O aún más allá: pánico a un desvalimiento. Las posibilidades se mueven en direcciones contrapuestas.

Por eso, no obstante, aunque podría parecer falto de realismo, mejor espero un período de tiempo para observar reacciones externas o confirmar lo que yo busco o tantearme si seré capaz de adaptarme a la nueva situación. Mas, ¿por qué digo nueva? He llevado años sin vida afectiva continuada. Toda expresión de mis necesidades ha sido circunstancial y de escasa proyección en la maduración de sentimientos hacia otras personas. 

Hasta este reencuentro había vivido acostumbrado a estar a mi aire, sin dependencias ni obligaciones sentimentales. Libre de complicaciones, o si las he tenido, exento de que alguien las censure o me empuje a afrontarlas sin mi propio convencimiento.  No he sido feliz, ya que tanto se cacarea sobre un término falso o al menos equívoco que la gente malgasta, pero he carecido de los problemas inherentes a toda relación. Lo cual aporta una tranquilidad indudable. 

Estar con Else me ha dado alegría y satisfacción, pero ella es ella y ahora me siento desequilibrado. ¿Se dice así? Tal vez cuando abandone este hotel todo volverá a ser como antes de llegar a él. Olvidaré el paisaje, la nieve que dicen que fecunda la tierra ahí afuera, las cornejas picoteando misteriosos alimentos de sotobosque, las viejas ruinas del castillo en el que han tenido lugar épicas arcaicas, muchas de ellas funestas para el país. Borraré de mi olfato el olor de la piel de Else, que no ha variado a pesar de los años. ¿Qué sustancia poderosa posee el olor para que recorra nuestra vida y nos hable tanto del pasado? Rechazaré las imágenes de diálogos que hemos tenido estos días, ella tan precisa y novedosa a la hora de interpretar. Perderé los ecos de su hablar pausado y seguro, de sus afirmaciones nada impositivas. Y más que nada su mirada, capaz de hacerme ver a mí mismo.

Else ha olvidado dentro del armario un cuaderno. ¿A propósito o por casualidad? Si me atengo a fechas que se citan en él puedo pensar que es un legado pensado. Aunque acaso lo trajo para refrescar viejos acontecimientos. O puede ser que persiguiera ambas intenciones. Else meditaba casi siempre antes de dar un paso. ¿Había traído el cuaderno para seguir escribiendo en él? Sin embargo nada aparece de los últimos días. Dudo, mientras lo hojeo muy por encima. Si supiera dónde para Else debería correr a devolvérselo. Sin leer. Una actitud que te honraría, me digo. Tiene que haber otra intención. Else mantiene una mente muy vívida, de lo lejano y de lo reciente. Sí, sin duda es una herencia simbólica. Su letra denota una enseñanza caligráfica exquisita. Hasta se mantienen grafismos que hoy han caído en desuso. 

Else, sospecho que el cuaderno eres tú. Es un tiempo, o varios tiempos. Antes de aparecer yo en tu vida y después de nuestra dispersión. Tú eres el médium para que yo acabe de entender lo vivido. Para entenderme.



*Fotografía de Sakiko Namura

26 comentarios:

  1. Si el miedo a tomar decisiones, se de un cuarto o de una relación, nos paraliza, mal vamos. Else llegó a tu vida, la sembró con textos que hace eterno lo efímero a través de sus escritos, y se fue.

    Intencional o no el olvido de la libreta en el armario, seguramente da igual. O es una treta para que tú busques reencontrarla. :-) Un abrazo.

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    1. Se lo trasladaré al personaje que narra y de paso a Else. Pues sí, hay dudas y vacilaciones que demoran y paralizan temporalmente. A veces son muy útiles, otras pueden resultar fatales.

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  2. Fáckel:
    ¡qué difícil es tomar decisiones importantes! Lo malo es que, cualquiera que haya sido la elegida, ¡siempre nos arrepentiremos!
    Da igual que haya sido meditada o espontánea. Siempre quedará la duda. Supongo que hay que mentalizarse para no caer en ese peligro. Ya está hecho. Y punto.
    En fin.
    Salu2.

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    1. Todas las elecciones responden a una necesidad y una coyuntura personales, sea cualquiera que sea la materia. No deberíamos arrepentirnos nunca de ellas, sino solo interpretarlas.

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  3. Fáckel:
    ¡con tanto abrir y cerrar correos, he acabado publicando como anónimo.
    El anterior era yo, Diego Morales.
    Otro saludo.

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    1. A mí me sucede en ocasiones, no hay problema, Diego.

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  4. Medo... não podemos viver com o Medo... não vivemos em pleno... creio que há vários tipos de Medo...mas não podemos ter medo de enfrentar a Vida...
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Y sin embargo el miedo es un fiel compañero, aunque nos disguste con su comportamiento.

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  5. Los tiempos cambian, antes la gente cuando se instalaba llevaba su cepillo de dientes, pero veo que Else prefiere el cuaderno, más estético y más comprometido.

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    1. Ve a saber, me has arrancado una carcajada silenciosa.

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  6. Le ha dejado las claves de la despedida, o la posibilidad de un irse con posibilidad de retorno, dejar sin dejar que el abandonado, pueda dar por cerrada la relación.

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    1. Los humanos solemos tener gestos de larga mano, es decir, intención. Siempore nos gusta dejar miguitas por si alguien quiere reencontrar el camino. Solo que a veces el invierno las oculta.

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  7. Buen recuerdo de alguien que más allá de lo impulsiva, camina más rápido que tu protagonista que, como teme y reconoce, disimula sus miedos bajo el velo de la meditación o la prudencia excesiva. Muy interesante conjuncion de personajes

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    1. Es que hay personas en nuestros entornos de todo tipo y carácter, incluso cualquiera de nosotros somos capaces de obrar o conducirnos de distinta manera según ocasiones, personas, proyectos...No sabría decir si el miedo es inductor de prudencia y sensatez o represor de avances y riesgos que merecen la pena.

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  8. Hola Fackel, de nuevo ando callejeando por estos lugares, seguramente el frío me estimula a hacer otros paseos que no dependen tanto de la climatología.
    Estoy convencida de que permanecer en un sitio en el que no estamos a gusto (físico o mental) es lo habitual. En ese bloqueo, o caminando en círculos se pasa mal pero no se ve la salida, a menudo porque no somos capaces de dejar ir. Y es que la aceptación, que no es lo mismo que la resignación, es algo difícil de digerir. En mi experiencia, se trata de desmenuzar hasta comprender lo que me ha llevado hasta dónde estoy, trabajoso y hasta penoso pero que puede ser muy útil. A mi me parece que lo que has escrito va precisamente de esto, pura introspección que sana y repara, tan necesaria como el respirar.

    Me alegro de acercarme a tu espacio, un abrazo!!

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    1. Y no te quito razón y suscribo cuanto opinas, a veces se realiza el ejercicio con muchas décadas a cuestas, pero nunca es tarde. Y por supuesto que aceptar, aunque sea de mala gana, no es lo mismo que resignarse. Probablemente sea otra de esas coordinadas por donde navegamos toda la vida. Gracias por acordarte de pasar por aquí.

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    2. De nada, poco a poco me voy acercando a los sitios en los que me encuentro a gusto y he decidido que solo voy a sacar dos entradas al mes, así al dedicar menos tiempo a publicar puedo hacer más visitas y a un ritmo agradable ji,ji.

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    3. Tú misma sabrás el tiempo que hay que dedicar a esto, la intención u objetivo, y como ejercicio mental viene bien.

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  9. Dicen los que tienen experiencia que las decisiones deben llevarse a cabo tras meditar concienzudamente. Sobre todo si conllevan efectos relevantes.
    Saludos cordiales

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    1. Pero las reflexiones se pueden eternizar y los acontecimientos suelen urgirnos, cada vez más.

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  10. L'art s'anticipa a la vida, tant com la recrea. El quadern en seria la imatge.

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    1. ¿Tú crees que se anticipa? Pienso que tenemos demasiadas cosas sublimadas, por ejemplo, el arte, el amor, el placer, la política, la amistad, etc. y sin embargo todo se copia a sí mismo y configura imágenes constantemente. Tal vez por ello el cuaderno sería la imagen en este caso y haces que me pregunte cuáles será mis propias imágenes. Bon dia.

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  11. Nunca se acaba de encontrar significados de experiencias afectivas ya superadas, si es que lo están.

    Ander

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    1. Hay que hacer el esfuerzo siquiera por curiosidad.

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  12. No pasa nada, no hay que tomar decisiones, las decisiones nos acaban tomando por la pechera y nos llevan por los caminos más intransitados de los mapas. La libreta tampoco tienen respuestas, se va escribiendo según se vive, sólo refleja el pasado.

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    1. Ojalá no se tuviera que tomar decisiones, elegir, optar, con toda la carga incierta que suelen llevar, ¿verdad? Tal vez siendo pasivos fuera posible rehuir el compromiso,que otros llaman responsabilidad.

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