Francamente, la lógica es aplastante ante una fuente de olivas, aliñadas con delgados filamentos de cebolla y espolvoreadas por el pimentón . Miras y te abstraes, sin decidir hincar el palillo y trocear el pan.
Es un bodegón, esto no son aceitunas, te torea el subconsciente. También este puede ser el fruto prohibido, dice tratando de desviarte la atención el viejo cristiano que aún naufraga por algún rincón.
Mientras contemplas el paisaje verde y un imperceptible aroma parece salir del cuadro piensas en la vida eterna. La que quisieras que durase cuando es placentera y desahogada. Te deleitas en la eternidad de los buenos ratos que has pasado en tu existencia, por muy breves o fugaces que hayan sido.
¿Vida bucólica? ¿Contemplación más allá del bien y del mal? ¿No pasan los años por ti? Mi reino por una fuente de aceitunas, proclama el enemigo que llevas dentro mientras se le ensaliva el paladar.
Ah, la tentación. Mefistófeles no debía conocer el placer carnal de catar aceitunas. No se lo propuso a Fausto. De lo contrario Fausto no habría dudado de entrada y ni el Anónimo del siglo XVI ni Marlowe ni Goethe habrían escrito sus relatos. Habrían compartido a través del tiempo la fuente de olivas aderezadas.
Imagina al Anónimo, a Marlowe y a Goethe, aparcando a su pobrecillo Fausto y dejando que triunfe Mefistófeles, mientras el mesonero les pone la fuente de aceitunas sobre la mesa. De no ser por este plato de los bárbaros del Sur no nos habríamos conocido en persona. Son así de simples comentando.
Lo visual se resiste a dejar paso al gusto, intentas que el instante de contemplación dure para que el apetito vaya elevando el tono. ¿Cuánto degusta el humano solo con pensar en comer?
La mirada es el prolegómeno. Dejas que se prolongue la mirada.
De pronto no aguantas más. Es lo que tiene la pasión. Su límite. Te remangas la camisa y alzas el mondadientes, sin ímpetu, trazando un arco con el brazo. No hay prisa, has aplazado los quehaceres. También este alimento terrenal aparentemente tan sencillo requiere su rito. Pues en cada fruto se manifestará una encarnación. Y puede que hasta un dios cualquiera, uno de paso, te pida vergonzoso si él también puede probar el bocado verde. ¿Cómo se hace? Le enseñas.
Aceitunas para el vermú (arbequinas) Aceitunas negras de Aragón aliñadas (cena) rellenas de vez en cuando. Soy un aceitunero altivo, o glotón. Recuerdo de pequeño, cuando las olivas estaban rellenas con anchoa de verdad, me preocupaba el señor que tenía que hacer los agujeros para sacar el hueso, meter la anchoa y tapar el agujero.
ResponderEliminarSaludos.
Pues eres de mi club. He comido aceitunas en muchas localidades de España y de todas tengo buen recuerdo. Claro que hace también el acompañamiento con vino. El recuerdo más imborrable fue en Montilla, Córdoba. La segunda vez que fuimos unos años después había desaparecido el bar, instalado en unas antiguas bodegas locales. Nunca probé unas aceitunas tan hermosas de tamaño y gustosas. Mi aceite favorito, y no hago remilgos por otras variedades, es el de arbequina. Pero mi tradición viene de la infancia: a puñados se las hurtábamos de una cuba a mi tía ventera.
EliminarCasi todo muy bien. Excepto el pan. Ese pan es un pecado. Me gusta mucho más el que comen los íberos.
ResponderEliminarNo caigo en cuál comen los iberos, pero te aseguro que el pan de aquí es de dioses, aunque tampoco es lo que fue y muy pocos lo siguen haciendo con sumo mimo. La comercialización y la producción masiva y en hornos de ahora ha desvirtuado el cuidado. Observo que mucha gente no valora el pan. Come el que le pongan, cuanto más tierno e insulso les gusta más. Yo soy exigente a la hora de comprarlo, otra cosa es que te tengas que adaptar a ambientes.
EliminarCorteza muy crujiente y la miga que parezca un queso de Gruyère, esponjosa. El pan de payés de Catalunya. Sabor ligeramente salado (muy poco).
EliminarPero bien dices: adaptación a los ambientes
Otra clase de pan. No desdeño ninguno si realmente es pan.
EliminarEl pan siempre de masa madre, que huele a pan a distancia y dura una semana sin congelador, frigo ni nada. Aquí hay un pueblo, Alfacar, donde hay un montón de hornos y en algunos siguen haciendo el pan como sus antepasados.
EliminarNo consumo de masa madre, puedo comprar pan que aún se precia de ser pan y dos días al menos se conserva rico. Eso está bien, que no desaparezcan nunca las tahonas auténticas, que ya muchas no están o no son lo que fueron.
EliminarUnas aceitunas ya son bonitas colgando en un rama de olivo, pero si las transformas, tras recogerlas, en aceite de oliva virgen extra o en unas buenas aceitunas alñásm es algo divino. al paladar.
ResponderEliminarEn efecto, son estética pura, un cuadro, bien en olivo o en plato. Y que yo sepa nunca me han caído mal, aun comiéndolas abundantes.
EliminarUm momento para desfrutar... visualmente e saborear lentamente....
ResponderEliminarEsquece-se os maus momentos... é hora de conversar, de rir....
Beijos e abraços
Marta
Tal como dices. Hay que vincular un platillo de aceitunas y un buen vino con la tranquilidad, la relajación o una compañía grata y dialogante. Saúde.
EliminarUn manjar irresistible. Unos de mis manjares favoritos desde niña, sin aliñar ni nada. Las que más me gustan, las de Campo Real, ( Madrid)
ResponderEliminarA veces me las traigo de Andalucía, recién vareadas, y las preparo yo misma.
Saludos
Ese es un buen sistema. Puedes aliñarlas o ponerlas en conservación a tu gusto. Qué tendrá el sabor que dota de portentosa memoria a nuestro cuerpo. Las imágenes de infancia persisten y siento el sabor en mi boca cuando las recuerdo. Las olivas de Montilla me parecían carne. Bendita sea la madre naturaleza y la capacdidad humana de saber transformar para bien sus frutos.
EliminarHasta la palabra que las denomina es una preciosidad, aceituna, proviene del árabe الزيتون zaytūn (que pasó al hispanoárabe como az-zaytūna), que a su vez procede del arameo zaytūnā.
ResponderEliminarEste país tan ingrato ignora lo que debemos a la cultura árabe que durante siglos existió en este territorio. Y muchos ni siquiera hacen el esfuerzo. Gracias por la información.
EliminarTe ha dado por el surrealismo Fackel?
ResponderEliminarEs que lo parece y no tengo nada en contra tal como van las opiniones en estos tiempos
Ander
No sé si por el surrealismo, nunca fui muy del surrealismo, de lo onírico tal vez, porque surrealismo no es mundo de sueños sino de desfiguraciones diferentes. GRacias, Ander.
EliminarQué maravilla todo esto; degustar ese plato es un viaje. La próxima oportunidad traeré mi mejor vino.
ResponderEliminarYa me dirás la variedad de vino, para poner una clase de copa u otra.
EliminarHace tiempo que decline el uso del palillo para este tipo de exquisiteces. Es de las cosas que puedo afirmar... que no hay aceituna mala.
ResponderEliminarNo la hay, aunque algunas vengan con muescas.
EliminarPor aquí no olvidamos nuestra herencia árabe, la llevamos en los genes. Por tanto, aceitunas "aliñás", como ha dicho el paisano, y nada de palillo. ¿Para qué están los dedos? Y el aceite picual, el nuestro.
ResponderEliminarPor supuesto que los dedos están para lo que están, que yo también las cojo con los dedos, y oye que no hago ningún asco al picual, he consumido mucho aceite de Jaén, pero no siempre apetece probar el mismo, pudiendo elegir me parece un capricho y una necesidad y es dar gloria al sentido del gusto.
EliminarNo podía imaginar una loa tan apabullante, rica y extensa a ese humilde plato de aceitunas aliñadas . Mi enhorabuena. Capaz que las pruebe, visto lo visto.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay tantos alimentos terrenales tan divinos...Requerirían loas todos ellos. Gracias.
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