Era considerado por muchos como un charlatán. Había quien le acusaba de ser un visionario. Tampoco faltaba alguien que le señalase como un adscrito a las nuevas creencias, lo cual no sonaba muy elegante entre las clases más tradicionales de Pompeya. Pero aquel vecino dicharachero al que acudían a escuchar niños y adultos solo se trataba de un fabulador. No es que abundara este tipo de personajes, pero merecían cierto reconocimiento. Nadie cuestionaba que un hombre capaz de jugar con las palabras y poner voz y rostro humano a los animales o a los fenómenos de la naturaleza tenía su arte, haciendo participar de sus invenciones a todos.
Pero ¿de qué se nutría Cayo Arístides sino de sus sueños? Eran sus sueños los que trazaban las líneas de sus relatos variables. Soñaba de noche y fantaseaba durante el día. ¿No son acaso las fantasías una modalidad onírica que altera la realidad tanto o más que los sueños? Pero a Arístides le gustaba modificar las circunstancias y convertir en posible lo probable y en incertidumbre lo que en apariencia era obvio.
Las confidencias a sus íntimos no ofrecían dudas sobre lo que pretendía. Si hablo de las cosas tales como son no aporto nada, todo el mundo las ve. En cambio, si desordeno las imágenes que las gentes tienen de lo existente y rehago caprichosamente los hechos invito a otro modo de ver y disfrutar la vida, ¿no creéis? La vida tiene que ser estimulada por una alternativa siquiera fantasiosa. Tú eres lo que eres, pero podrías ser otro. ¿Por qué no probar a verte de perro, de viñedo o de curso de río, por no decir como amo o esclavo? Sus amigos ponían entonces el dedo en la llaga. Precisamente es lo que no te perdonan algunos. Que en tus relatos hagas esclavo al amo y liberes al siervo, le decían. Esos intransigentes creen que estás proponiendo de manera encubierta revueltas contra el orden instituido.
Y es que lo que hoy contaba Arístides de una manera a los pocos días lo decía desvirtuado o simplemente lo ofrecía con un matiz no utilizado antes. Os asombráis, decía en público, de que los animales domésticos tengan opinión en mis narraciones. ¿No habéis hablado alguna vez con ellos? Os produce temor que dé patente de humano a las bestias salvajes. ¿No es una manera de aproximarlas a vuestra comprensión? Y si a los enemigos de más allá de nuestras fronteras, que tanto os atemorizan cuando llegan informaciones de que han traspasado estas y pueden poner en riesgo urbes importantes del Imperio, los convierto en ciudadanos coloquiales que en nada se diferencian de nosotros, ¿os escandalizáis pensando que estoy abriendo la puerta de nuestra patria? Además, ¿de qué patria hablaríamos? ¿De una cerrada o de la que deben participar todos los hombres? No concibáis a los que son diferentes a nosotros, y tienen otras lenguas y costumbres, como alimañas que van contra nuestros bienes y tradiciones, pues acaso debemos aprender de ellos. Algunos me acusan al hablar así de que incito a confraternizar con las tribus bárbaras. Mas solo pretendo que pongáis algo de vuestra parte para que no mutéis vuestra alma y sobre todo vuestra inteligencia en hostiles contra sí mismas.
Arístides se recreaba en sus fabulaciones, alternando personajes, dotando de virtudes a los que eran objeto de vicios, y de condenas a aquellos que disfrutaban siempre de riquezas y dichas. ¿Cómo podía retener tantos cuentos aquel hombre? Los tiene escritos y los aprende de memoria, no hay otro truco, comentaban los escépticos. Pero, ¿escribió alguna vez el fabulador? Dicen que Arístides había tenido orígenes cultos y sin embargo prefería que su mente no dependiera de la escritura. Lo escrito queda registrado como tal y sin embargo el mundo es cambiante. Mejor no escribo, llegó a decir en un festín a quienes se hallaban tan beodos como él. Lo mío es contar con mi boca, que es tanto como hacerlo con mi espíritu, y a mi espíritu le guía la sana intención de hacer felices a los otros. Relatar lo que se ve y lo que no se ve, lo aparente y lo encubierto, lo deseado y lo impuesto. La calle es mi pergamino en blanco. Si escribiese con el cálamo y no gustara a los príncipes o a los fanáticos de las nuevas sectas destruirían con facilidad mi obra. Opto por la palabra abierta y sonora, y si a alguien no le convencen mis historias tendrá que acabar conmigo. Algo que no me importa, pues los cuentos que he contado me sobrevivirán.
A ese paso, Cayo Arístides, le indicaban los espontáneos, acabarás reescribiendo la historia. Y contando lo que no fue en lugar de lo que tuvo lugar. Pero el fabulador sabía salir airoso. ¿La historia? ¿No es acaso lo que nos cuentan continuamente los vencedores y las clases pudientes? No reescribo nada, solo ofrezco participar en el juego de la imaginación. Soñar despiertos por un rato. Acercarme al universo y tutearme con él. Jamás se podrá ni se sabrá interpretar la historia. Apenas pergeño para vosotros apuntes sobre ella. ¿No crees nada en la verdad de la historia?, le preguntaban con ironía. Él se lo pensaba y de pronto saltaba desarmando al interlocutor: solo creo en lo vivido.
(Pintura mural de la Villa de los Misterios, Pompeya)
Imagino que Arístides sería requerido muchas noches para amenizar las veladas. Por otro lado le mirarían de reojo, hace pensar, agita las mentes y eso no conviene a todos. Menos mal que parece salir airoso de las preguntas incomodas.
ResponderEliminarUn saludo.
Alguno se quedaría con ganas de lapidarle, sin duda. Saludo.
EliminarHay mucho discípulo aventajado de Arístides, mucho advenedizo que afirma revisar la historia. Curiosamente, la historia que me impartían en tiempos de la dictadura se parece en gran medida a la de algunos revisionistas, la mayoría sin título.
ResponderEliminarUn saludo.
Ay de la historia impartida en tiempos inquisitoriales, qué floja su enseñanza. Qué poca investigación cundía entonces, qué oportunismo por parte de los cates en las aulas. Naturalmente había excepciones honrosas. Qué mentira burda la emitida desde los canales del régimen. Aún hay secuelas de aquello y nefastos pseudohistoriadores o simplemente tertulianos de las ondas que van de creer saber.
EliminarLa historia siempre está reescribiéndose porque no deja de ser un relato en el que, en efecto, casi siempre pierden los mismos.
ResponderEliminarReescribiéndose y en otros casos desvirtuándose a capricho del totalitario de turno.
Eliminarhttps://www.lemonde.fr/international/article/2021/06/10/comment-vladimir-poutine-baillonne-les-historiens-pour-mieux-reecrire-l-histoire-de-la-russie_6083548_3210.html
la historia es según el que la cuenta
EliminarHoy día, y desde hace un tiempo, existen historiadores de verdad, que tratan de recabar datos, ver los factores y cómo se interrelacionan y tratar de interpretar hechos. Que aparte de esto haya quienes se ponen al servicio del poder es otro tema. En el pasado abundaba. También hubo cronistas que intentaron relatar los acontecimientos, pero no siempre andaban acertados y tenían suma dificultad para llegar a interpretaciones válidas, pero hoy dúa reivindico el buen hacer de investigadores de la Historia.
EliminarBravo por él, qué es la vida sin un poco de fantasía, de cuentos chinos y de cantos a la luna, o lo que rodea al ser humano. Pues poquita cosa sería :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Una forma de vivir, de ganarse la vida incluso, o simplemente por afinidades electivas.
EliminarAristides was the son of Lysimachus, and a member of a family of moderate fortune. Although, his relationship with Lysimachus is unclear. The Wikipedia article on Sophroniscus contradicts this and states that Lysimachus was supposedly the son of Aristides. Of his early life, it is only told that he became a follower of the statesman Cleisthenes and sided with the aristocratic party in Athenian politics. He first came to notice as strategos in command of his native tribe Antiochis at the Battle of Marathon, and it was no doubt in consequence of the distinction which he then achieved that he was elected archon eponymos for the ensuing year (489–488). Pursuing a conservative policy to maintain Athens as a land power, he was one of the chief opponents of the naval policy proposed by Themistocles. Me ha gustado tu entrada tiene sabor y pimienta
ResponderEliminares de noche aquí en Miami y mientras leo se e juntan las letras
El Cayo Arístides que traigo a colación es un personaje de ficción romano. Agradezco la información que proporcionas sobre el griego. Por cierto, la pimienta pica, ¿no? Ya sabes, las letras de noche y cansado se juntan, se mezclan y cometen tropelías en nuestras mentes.
EliminarUn fabulador, que no pretende engañar, sino contar historias. Y soñar despiertos. Es alguien que enriquece al mundo.
ResponderEliminarSaludos.
Contar historias puede suponer lanzar mensajes morales, políticos, de pro o contra sistema, etc. Pero puede que solo sea relatar algo donde se observen los comportamientos del ser humano y luego que cada receptor lo interprete como pueda y quiera. Saludo.
EliminarAs fábulas podem denunciar o que há de mal na sociedade...Há quem não as entenda, há quem fique ofendido... Mas a verdade está lá interessante.
ResponderEliminarQuanto à pergunta, acho que nunca me poderei comparar ao mestre Fernando Pessoa... Mas todos nós temos as nossas noites de desassossego.
Beijos e abraços
Marta
Pues sí, las fabulaciones sirven para varios objetivos, entre ellos observar las conductas de vicios y virtudes humanas o simplemente hacer hablar a otras especies para que lo hagan en nuestro nombre.
EliminarPero Pessoa es un maestro influyente para cualquiera de quienes le leemos, ya sea en su extraordinaria prosa o en su imaginativa poesía.
ResponderEliminar..."Pero a Arístides le gustaba modificar las circunstancias, convertir en posible lo probable y en incertidumbre lo que, en apariencia era obvio".
Y es que las posibilidades, molestan y alteran a los vencedores y a los poderosos... Cuantas historias se han enseñado, contado y repetido a través de los siglos, que no tienen pies ni cabeza, y que han distorsionado el conocimiento y las ideas de multitudes...
Buen finde, F.
Las posibilidades molestan a todo el mundo. Las multitudes son ciegas. Los individuos no quieren siempre ver. Las fabulaciones tienen su inteligencia. No tanto la tienen quienes son receptores y no saben no quieren distinguir el mensaje que hay en ellas. Placentero finde, pues.
EliminarLos sueños y las fábulas ayudan a evadirse un poco de la realidad ingrata.
ResponderEliminarY si nos hacen reflexionar, pues mejor.
EliminarTal vez te interese esta historieta.
ResponderEliminarhttps://loscomicsdemachete.blogspot.com/2017/04/los-ultimos-dias-de-pompeya.html
Saludos.
Pues claro que me interesa. Me deleita todo tipo de representaciones ficticias, además veo la portada de un libro de Lytton que leí de pequeño. El cómic no lo conocía pero se parece el estilo mucho a otros que sí se editaban por aquí. Voy a verlo todo con traquilidad. Muchas gracias.
EliminarPor cierto, Demiurgo, ¿es tuyo ese blog de Machete?
EliminarNo. Lo recomendé por la abundancia de su material.
EliminarHiciste bien, gracias de nuevo.
Eliminarun adelantado a su tiempo del que podria decirse lo mismo si fuera actual. La antixenofobia (palabra que no se si existiria antes (la xenofobia, me refiero), le delata.
ResponderEliminarun monologuista con guionista improvisador incorporado. que mas se puede pedir. Un artista diria yo. me ha gustado esta historia, tanto si es real, como fabulada, como si Aristides tiene el copyright
saludos
Pues todo lo que dices entra dentro del mundo de lo posible del personaje, pero también del incierto, característico de los fabuladores. Saludo, Gabiliante.
EliminarSi la ficción y la fantasía nos hacen reflexionar, queda demostrado que ambas son instrumentos válidos para la comunicación y el arte.
ResponderEliminarPor supuesto, no me cabe la menor duda, y permiten sacar conclusiones, trasladar propósitos y cuestionar la vaciedad de los actos de ciertos hombres. Pero ya se sabe que esa vaciedad genera grandes desgracias sobre otros hombres.
EliminarEra realment com expliques, Arístides? O has fet un personatge més rodó amb el teu text? T’hi has projectat?
ResponderEliminarEs una ocurrencia, una ficción, y no te sabría decir más, es que no me pienso a mí mismo. ¿Para qué?
EliminarYo disfruto con lo que sueño, pero solo creo en el momento.
ResponderEliminarFackel , encantada de leer tu arte.🌞✔
Eso está bien, pero como le pasaba a Cayo Arístides que "soñaba de noche y fantaseaba durante el día" conviene practicarlo. Son dos caminos muy compensatorios, ¿no crees? Gracias a ti, Berta.
Eliminar¿Cuál es la verdad de la Historia? No existe objetividad en los relatos históricos, podemos aproximarnos, pero siempre habrá otro enfoque y nuevos datos.Está muy bien que Arístides advierta de que su creencia son sus experiencias vividas.
ResponderEliminarSupongo que con la Historia pasa lo mismo que con otras ciencias. No se trata de verdades sino de comprobaciones. Analizar el por qué de los hechos es complicado por la diversidad de factores, pero el trabajo de los especialistas reside precisamente en recabar informaciones y combinarlas. LO estamos viendo continuamente en cualquier asunto del pasado. En lo referente a la Prehistoria es tal la información que va llegando que no se parece en nada a lo que nos hicieron estudiar de modo tan simple y primario. Y el camino es precisamente el de la superación en esas informaciones, sea sobre el cáncer o sobre el pasado más remoto. Arístides es otra historia, y otra excusa para traer ciertos temas. Me alegra saber de nuevo de ti.
EliminarEn principio hay que desconfiar de la historia, sólo es una versión culta y aprovechada de los hechos, que pudieron ser otros bien diferentes de los contados.
ResponderEliminarSaludos.
Cualquier atisbo más avanzado y probable de conocimiento sirve para saber más. O aproximarnos a saber. Pero nada justifica utilizar con maniqueísmo, esto es, para sacar réditos de ideologías, situaciones de poder y estructuras interesadas del presente. Ya lo vimos en abundancia durante la nefasta dictadura. Por eso hoy día se distingue bastante bien, sobre todo entre especialistas y medios de enseñanza avanzada, las conclusiones -siempre limitadas- de los estudios y hallazgos de los mitos, tradiciones, fabulaciones o relatos tradicionales vinculados a vencedores y en general al Poder. Se va sabiendo cada vez más y de manera rompedora. Pero no todos los mass media cooperan, la enseñanza en niveles elementales no sé si se esfuerza mucho, y no llega lo suficiente la información a la sociedad.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarme parece que para ser un buen fabulador hay que "estar" un poco loco, o, al menos, parecerlo, o quizás que los demás lo crean. Sólo así será creído.
Cervantes lo cuenta también en "El licenciado vidriera". Las verdades en un loco son toleradas, si las dice un cuerdo no...
Paradójico.
Salu2.
Ciertamente. El problema es que históricamente un loco ha sido tema tabú. Por eso era respetado en cierto modo, o tenido en consideración. Creo que después de la muerte la locura es lo que más miedo produce en los humanos.
Eliminar