"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
martes, 13 de octubre de 2015
Somnia (Reencuentro)
Una niña me toma de la mano y me lleva hasta una mujer embarazada. Luego hace que toque su vientre grávido y que permanezca quieto. ¿Ves?, me dice. Estás ahí dentro.
Pues mira a propósito de embarazos: resulta una recurrente en los míos parir criaturas de ambos sexos sin dolor y sin supuesto embarazo. Esta noche ha llegado el último, un lindo varoncito que no lloraba!!!!
No te creas, lo interpreto como la forma que tiene de resarcirse el inconsciente cuando la consciencia se siente obligada y constreñida a sequías creativas por motivos aburridamente materiales pero necesarios para la supervivencia. Además el cuerpo duele y se cansa, una frustración más a considerar. La criaturica no debió llorar porque el inconsciente era consciente que no le serviría de nada. Por lo demás todo sigue su curso adecuado.
Entregada la voz que narra primero a la mano infante y, luego, a la oscuridad que se esconde, podemos creer que estamos realmente fuera de lo que importa, solitarios entes que se saben otro respecto a la niña y el vientre. Misteriosamente solos y destinados a ser Mesías de nuestro propio parto... ¡¡ ya llego!! - grita sin que la niña se asuste o la mujer salga de misteriosas cuentas.
No sé si como mito lo del eterno retorno sirve, o es aquello de estar volviendo a empezar cuando no nos gustamos a nosotros mismos. Lo que pasa es que el todo no satisface al uno, de ahí nuestro propio mendigar el re-comienzo imposible.
Robert Walser y su Jakob von Gunten, en la antítesis del trepador social
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"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
Pues mira a propósito de embarazos: resulta una recurrente en los míos parir criaturas de ambos sexos sin dolor y sin supuesto embarazo. Esta noche ha llegado el último, un lindo varoncito que no lloraba!!!!
ResponderEliminarFelicidades, pues.
EliminarNo te creas, lo interpreto como la forma que tiene de resarcirse el inconsciente cuando la consciencia se siente obligada y constreñida a sequías creativas por motivos aburridamente materiales pero necesarios para la supervivencia. Además el cuerpo duele y se cansa, una frustración más a considerar.
EliminarLa criaturica no debió llorar porque el inconsciente era consciente que no le serviría de nada.
Por lo demás todo sigue su curso adecuado.
Excelente microrrelato. El tiempo es así de frágil.
ResponderEliminarFrágil y veloz, ya lo creo.
EliminarEntregada la voz que narra primero a la mano infante y, luego, a la oscuridad que se esconde, podemos creer que estamos realmente fuera de lo que importa, solitarios entes que se saben otro respecto a la niña y el vientre. Misteriosamente solos y destinados a ser Mesías de nuestro propio parto... ¡¡ ya llego!! - grita sin que la niña se asuste o la mujer salga de misteriosas cuentas.
ResponderEliminarSí, así es, misteriosa y miserablemente solos, me temo.
Eliminar¿Una reencarnación anticipada? O tal vez el hecho indiscutible de que todos formamos un todo y de que solos no somo nadie.
ResponderEliminarExcelente micro.
No sé si como mito lo del eterno retorno sirve, o es aquello de estar volviendo a empezar cuando no nos gustamos a nosotros mismos. Lo que pasa es que el todo no satisface al uno, de ahí nuestro propio mendigar el re-comienzo imposible.
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