No sé qué tienen los pequeños objetos para que se sientan atraídos por los libros. Entran en la estancia formal de éstos y los libros se corren hasta el fondo, se estrechan unos contra otros, hacen un hueco. Es como si los estuvieran esperando. Unas estanterías sin cositas parecería una biblioteca ordinaria de un centro público. Y también anodina. Pero las bibliotecas caseras tienen que parecer otra cosa. Tienen que tener algo más de alma. Probablemente haya secretas aproximaciones entre los libros y las menudencias que se van instalando en su entorno. Compañías parejas que han podido llegar en distintos tiempos, pero acaso por las mismas manos. O no por las mismas manos, pero sí con arreglo a motivaciones análogas. O no por causas semejantes sino por arte del azar venturoso, sin más. A veces me pregunto qué tienen en común objetos dispares como los que cito a continuación: un cenicero de Castro de cuando fumábamos; un tintero de cerámica con el palillero de barro también; una palomita de Sargadelos que conviene no abrir con frecuencia porque contiene hierbas peligrosas; un diminuto tintero florentino; un viejo topo; un zapato de loza finísima de la madre muerta que ésta conservó con misterioso afecto toda su vida; y suma y sigue si continuáramos el zapeo. A primera vista se pensará que lo que liga a todos estos objetos es simplemente el destinatario, ese maniático de los libros que además decide agitar su magín con memorias que se tocan, y que se activan cuanto más se palpan, más allá de las letras. Ese vulgar poseedor que hace de mercachifle de sus propias ilusiones. Ese haragán de atardeceres recoletos dañinos para su miopía. Sin embargo, el propietario piensa que él es sólo un mediador aparente, concurrente. Una excusa para provocar una coincidencia de geografías, de intenciones, de sentimientos y de significados. Cierto: él cataliza la disparidad, la preserva, guarda sus arcanos. Si las cosas que hay colocadas por los anaqueles hablasen ellas mismas escribirían nuevos libros. ¿Será ése el vínculo soterrado y el deseo en potencia que hace que se busquen mutuamente? Variedad de palabras, algunas explícitas; otras, contenidas en formas múltiples que muchas manos laboraron.
Why Calling Loved Ones by Their Name Is Strangely Awkward
Hace 13 minutos