"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 31 de mayo de 2018

Deriva del aire




















IMPÁVIDA transgresión del aire. ¿De qué lado estás tú? ¿Del perfume de los jardines babilónicos o del hedor de las cochineras de aldea? El viento que traslada los aromas y aguza el sonido de las voces te apuñala en vertical y divide tu cuerpo. Ocultas las heridas. Las vestales salen a recibirte. Los guerreros rinden sus lanzas a tu paso. Los cónsules te ofrecen la toga y el laurel. No siendo tú nadie, ¿por qué se deshacen en símbolos de la concordia? No viendo en ti signo alguno de sometimiento, ¿por qué te temen? ¿Admiran en tu porte despojado al humilde aventurero que expande cantos armoniosos y relata historias de otras regiones del orbe? Han oído que vienes de otras orillas. La mirada que ellos perciben de ti no sobrepasa su altura. No entras en su tierra dispuesto a apoderarte de sus bienes ni de sus pobladores. Necesitan al desconocido porque en su confusión te reconocen como hijo de Eolo.



miércoles, 30 de mayo de 2018

Deriva del relámpago














APENAS el relámpago ilumina la tarde que se acaba, ellos se buscan desesperadamente, huyen del castigo de la separación y miran hacia todas partes, como si fuera de ambos estuviera la respuesta. El encuentro es una precipitación al fin del abandono. No hay senda más intrincada, pero a la vez más útil, que la que bordea el interior de los hombres y conduce a los rincones más inexplorados.



(Eddy Van Gestel, photo)

martes, 29 de mayo de 2018

Deriva de Selene en su plenilunio














"Aún hoy la recuerdo
preciosa,
y aunque me esforcé cuidadosamente
no contemplé en parte alguna
un rostro como el suyo".

Bilhana, de Los cincuenta poemas del amor furtivo.



SALES a la noche y te la encuentras. Las chicharras corean tu paso, los grillos se acompasan a su luz, los perros se encelan. Caminas junto a la corriente refrescante que zigzaguea el fondo del valle y Selene te guía.  ¿Dónde vas, pequeño hombre? La pregunta, amable e incluso cariñosa, no te sorprende y ella se siente tan opulenta que hace que te mires con condescendencia. Has estado a punto de responder que en busca del equilibrio, como el planeta que te acoge, pero sabes que el eco de allá abajo puede revelar los secretos de tu marcha. Por qué, Selene, ¿por qué  creces, disminuyes, te ocultas, incluso mueres hasta eclosionar de nuevo, en la inmensidad flotante del silencio? ¿Acaso para recordarnos a los humanos nuestro ciclo  de los días contados? ¿Tal vez para sugerirte como rectora moral de nuestros torpes y desmedidos comportamientos? ¿O llegas ofreciéndote como maternidad necesaria que nos regenere desde un vientre paciente e inmortal? En noches como esta los  hombres son más pequeños, y se pierden por llanos, laderas, escarpes y tesos de sus sueños en busca de luz. Precisan entender un poco de su lado oscuro. Y tú Selene, con tu fuego especular, intenso pero efímero, los redimes.



(Escultura de la diosa Selene, la Luna, obra de Baltasar Lobo)


domingo, 27 de mayo de 2018

Deriva de unas pisadas




















HAS entrado en la casa deshabitada y detrás de ti llegan otras huellas de lluvia. Crees ser el único que ocupas la desolada habitación, y las pisadas, cuyo tamaño es desigual respecto a las tuyas, te inquietan. Elegí hacer el camino solo, piensas, no puede ser que me haya seguido nadie y menos quien me ha olvidado. Permaneces quieto, luego giras completamente. Las mismas marcas sobrepasan tu ubicación, trazando círculos de reconocimiento alrededor del cuerpo. Un perfume suave; un calor denso; un roce invisible; una inteligencia secreta. Estás aquí, exclamas, sin poner nombre. Entonces le preguntas cómo ha llegado a dar contigo. No invité a nadie a mi soledad, dices molesto. Ella, por respuesta, pisa con sus huellas las tuyas. En ese momento un pálpito te dice que nunca se había alejado de ti. Te acercas a cerrar la puerta. Nada te urge. Afuera, sequedad.



(Fotografía de Willy Ronis)


sábado, 26 de mayo de 2018

Deriva de espectros














TRANSPARENCIA por las calles del barrio antiguo. ¿Sirve de algo situar miradas sobre la acera, a la puerta de una tienda, en el ábside de una iglesia...retrotrayendo el pensamiento décadas? Esas reconstrucciones que habilitas para que se ponga el hombre mismo a prueba es un ejercicio silencioso. Nada de contar a nadie, salvo que otro te diga que él lo hace también. Sombras que se reivindican más nítidas, efigies inciertas, cuerpos borrosos, personajes vagos que de pronto se muestran diáfanos. El repertorio de individualidades resucita para tu contemplación. ¿Se encarnan por tu voluntad o son espectros benéficos que se te aparecen? Repoblados en sus sonrosadas carnes, activos en gestos, expresivos en sus peculiares tonos de voz, característicos en sus andares, parecen deseosos de esperarte. ¡Y tú les hablas! ¿Quién dijo que la trascendencia no existe? Mientras un solo tipo como tú luche por la supervivencia también sobreviven aquellos seres desaparecidos. Don imaginativo, hazte cuerpo y sangre para comprenderlos. Compensa ahora la cuenta que quedó abierta con ellos mientras estaban vivos.    



(Ilustración de Frédéric Pajak)


jueves, 24 de mayo de 2018

Deriva de la desgastada voz















PRUEBAS a leer en voz alta, como tanto te gustaba en otros tiempos. Pero al invocar la palabra se precipita la conciencia de tu fragilidad. Los textos no se reconocen de mano de tu voz. Los tonos son un filo de sierra gutural. Los significados se sienten traicionados por la garganta herida. ¿Serán menos auténticos? ¿Tendrán otra oportunidad de reescribirse? Mis antiguos oyentes se quedarán huérfanos, finges, como si el Tiempo no fuera ahora más opaco que nunca. Cierra la boca y lee. Pon sonido sin emitirlo. Haz que las frases gesticulen. La mente proporciona recursos. Levanta un bastión dentro de ella que proteja las palabras. Pero ¿dónde queda la oralidad añorada? En tu relato interior. En la crónica enmudecida de tu propia historia.



(Foto de Lee Jeffries)

martes, 22 de mayo de 2018

Deriva del poeta entre dos fuegos














"Cansado estoy de ti, dominio oscuro
y tempestad de llama".


Bartomeu Roselló i Pòrcel, En mi muerte (de Imitación del fuego)


EL POETA necio dice temer a la muerte, pero la busca de mentirijillas y se regodea con énfasis. La busca en la distancia porque sabe que pensar en ella de manera recurrente es cosa de vida y no hay tema que no se rinda a su sed de palabras. Teme el fin a medias porque no lo ve próximo y practica una retorcida sutileza: hablar de lo que produce espanto para fumigar con el humo de la ironía la sombra de la negra presencia. Pero hay poetas que pueden hablar con propiedad y razón de la tempestad que les va corroyendo día tras día su lacerado cuerpo; poetas con más pena que gloria, con más olvido que conocimiento, con más bondad que obra. Poetas a los que acompañan dos muertes, la segunda apostada para caer sobre ellos certeramente si la muerte primera falla en su momento. Poetas como aquel, apenas hoy sabido, a los que escoltaban dos balas, una incubada en el pecho, otra flotante en el aire, que se hubiera detenido sobre el hombre de haber fallado su trayectoria la elegida. Fácil es hablar de lo fatídico e inexorable en el juego verbal que practicamos, mezcla de retórica y nadería, desde la retaguardia de las horas monótonas y aparentes. Duro y desabrigado es, por el contrario, recurrir a mentar al dominio oscuro cuando el poeta se ve asediado y puesto cada vez más contra la pared del callejón sin salida. Es la aspereza de los hechos la que dota a las palabras de su verdad. Agria estética de la verdad. Luminosa sinfonía de las luces que se apagan. Aquel poeta doblemente herido, ¿habría sorteado la virulencia del viento de haber sobrevivido a la íntima llama que lo devoró?

  


lunes, 21 de mayo de 2018

Deriva de la fugacidad

















"...huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura".

Francisco de Quevedo



DESPERTAR y situar ante los ojos las luces del día. No los objetos externos -inmóviles, fieles- sino la perspectiva de uno mismo desde todos los ángulos posibles que permite la insaciable mente. ¿Cuántas ruinas quedan entre las pesadillas de la noche? ¿Cuántos sujetos tratan de emerger desde dentro de ti? ¿Con qué intenciones, fuerzas, propuestas y voluntades? Huyes de lo soñado a lo tangible y viceversa; pertinaz círculo vicioso. Habitas lo fugaz y encima sonríes.



(Fotografía de Jean Marie del Moral)


domingo, 20 de mayo de 2018

El anhelado silencio de las matracas




Vivimos en un país de matracas. Y el que más ruido mete se cree el matraquero mayor. En realidad los que le dan a la matraca lo que pretenden ocultar es el silencio de los corderos. Pero, ¿para cuándo el silencio de las matracas? ¿Para cuándo dejar de escuchar el balido estéril de los borregos?



(Foto de Miguel Auza, Zacatecas, México)

sábado, 19 de mayo de 2018

Deriva de las palabras




















DÍAS en que el sarcasmo le pide dirigirse a ellas. Las espeta: ¿nacisteis para la fidelidad o para el juego sin compromiso? Las palabras entran y salen de su vida como el aire que transita su cuerpo. ¿Cuántas se quedan atrapadas en sus entrañas? Qué empeño en amarlas cuando siempre le dejan tan insatisfecho. Y sin embargo se obceca en desearlas con la pasión de un enamorado adolescente. ¿Qué convivencia quiere con ellas? El instante, el instante, clama alocado uno de sus nombres. La eternidad, la eternidad, susurra prudente y tímido su personaje más anciano. Por qué insistirá en las preguntas. Sabe de sobra que ellas tan pronto le consuelan como le traicionan. ¿Qué sabría de la vida este provecto individuo si no hubiera sentido las heridas y los placeres de las palabras?



(Foto de Jean François Jonvelle)

viernes, 18 de mayo de 2018

Deriva de Anja Franziska Plaschg




Hoy, al menos a estas horas, no tengo ganas de escribir. Y menos de derivar. Solo de escuchar. Sonidos agradables, músicas con armonía, voces tibias, diálogos tranquilos,  palabras prudentes, roces del viento. Tal vez la voz especial de Anja hablando con el diablo.







(Fotografía de Bryan Adams)

jueves, 17 de mayo de 2018

Deriva de una geografía doméstica





















QUEDAS ATRAPADO por sorpresa en una casa lejana. Ves a sus habitantes, hueles los olores, escuchas los ruidos, permaneces atento a las voces. Lo conoces todo pero no tienes nada. Sin embargo percibes con intensidad las luces y la umbría, los aromas de las estaciones, la textura de las paredes. Te ves corriendo por todos los cuartos, subiendo como un alma inquieta desde el zaguán a la azotea. La casa está tan abierta para ti como lo estuvo siempre. Los jacintos y los alhelíes te miman, y el aire que hace corriente acaricia tu cuerpo de púber. De pronto la casa se ha vaciado. Cada manifestación de vida se extingue. Estás solo y no lo aceptas. Al fondo del largo pasillo, junto a la puerta de la terraza, aparece ella. Hace gestos para que te acerques, te sonríe, da saltos para reclamar tu atención. Resistes a su llamada, te arrimas a los muros, tus pies desnudos golpean con extrañeza la tarima. Buscas los rincones. Oyes que te llama por uno de tus nombres. No soy mis nombres, has pensado con nerviosismo resistente. Cuanto más te alejas de donde está ella más te llegan sus voces. Te refugias en un espacio donde domina la oscuridad. Es reconfortante estar oculto y protegido por la oscuridad. La casa nunca había sido muda, pero tú has enmudecido del todo. Agitado y convulso por aquellas llamadas quieres ser sombra de las sombras. Razonas: es el olvido que no permite que se le cuestione. Es la memoria imaginada que rediseña una y otra vez el pasado para que no deje de reconocer su mérito. ¿Te has arriesgado a desaparecer para no quedar encerrado en un mundo que nunca puede suplir al que tuviste? Entonces decides no seguirle la corriente a ella. Para qué despertar.




(Fotografía de Mona Kuhn)


miércoles, 16 de mayo de 2018

Deriva inquisitiva




DIME, ausente, si de volver sobre tus pasos me conformarías de la misma materia. 



(Jorge Molder desdoblándose)

martes, 15 de mayo de 2018

Deriva del renacer




















OCULTO tras los rostros que se desvanecen,  renaces. Quién eres. Nunca se es el mismo tras cada disolución. Solo en parte las reminiscencias siguen actuando sobre ti. El personaje histórico -un tiempo, un espacio, un quehacer, el tejido de los vínculos- acabará siendo suplido por la honesta y llana identidad nombrada simplemente cuerpo. Y de este solo cabe esperar desgastes y a largo plazo debacle. Pero la manifestación cuerpo no es mera sustitución, es verdadera encarnación. Que ello se te revele en su cruda y auténtica realidad miserable, ¿no es a su vez grandeza?



(La mujer entre la hojarasca es obra de Erwin Blumenfeld)


domingo, 13 de mayo de 2018

Deriva de la soledad de Neptuno





















MUTAS desde tu perenne ubicación, dios, padre de las entrañas pelágicas, ¿acaso has ordenado a las aguas que cesen en su flujo caótico? En un rincón fronterizo, semiescondido por cañaverales y sauces, te impones al desorden y te exhibes a la memoria. ¿No habrá sido una concesión excesiva? ¿Han hecho mérito otras manifestaciones de la naturaleza para que te desmarques de tu designio habitual y te asientes en los territorios de las desdichas humanas? ¿U otras fuerzas, superiores a la tuya, lo cual no se nos ha dado compulsar, te han desplazado del solio oceánico? No dudo de que el cálculo no haya sido ciego por tu parte, y que la curiosidad por el hábitat terrestre te atraiga por su aliciente desconocido. Pero, en tu ausencia, ¿quién ordenará el mundo sumergido? ¿No clamarán las aguas por tu retorno, heridas y desairadas a causa del abandono a que las sometes? Elige: o su soledad o la tuya. No te quejes de que los hombres de la superficie te ignoren, ya que no te reconocen. ¿Crees que estás hecho para ser un ermitaño de la tierra seca? Perecerás en una orfandad que no te mereces. Pues los hombres son ingratos.




sábado, 12 de mayo de 2018

Deriva del contorsionista





















ADORMECIMIENTO que trae el impetuoso rumor de los días. Superposición de imágenes sobre cristales rotos. Falsos reconocimientos, angustiosas llamadas de los sentimientos arruinados, estéril reclamación de amores imaginarios, antiguos compromisos devenidos adversos. Onerosas contorsiones que tratan de evitar una mala caída. La vida ordinaria late sin carácter. ¿Que no tienes vigor ni talante para cambiar el rumbo de tu deriva? Ruega que la línea de flotación de las horas no te arroje contra el filo inclemente de la desventura. 



(Philip Trager photo)


jueves, 10 de mayo de 2018

Deriva de las presencias






















UN TEMBLOR te invade de golpe al encontrar a la vuelta de la esquina una ausencia rehabilitada. Las ausencias duermen dentro de nosotros. Sin saber por qué se las rescata de su sueño, del nuestro, y nos cogen de la mano. ¿A dónde nos llevan? ¿Al instante que fue o a la situación que quedó pendiente? Antiguas presencias que no han perdido su imagen, ni su vigor, ni su sensorialidad. ¿Qué tememos realmente? Acaso que ellas no hayan cambiado su tez y nosotros sí. O que dispongan aún de una energía que permite que se conserven enteras. O que sus sentidos sigan receptivos y a la vez entregados, mientras nosotros nos hundimos en la carencia. Acepta ese temblor. Sea cual sea la vuelta que se te depare. Entrégate a su sacudida. Por un instante vibra y no lamentes. Sigues siendo el mismo que una vez -cuando estaban tan próximas ellas- te diste a conocer. Aquellas presencias reveladas tienen memoria. No solo pueden condescender contigo como en los mejores tiempos. También pueden saldar la deuda que no osaron compensar en su momento. Tiembla si quieres, la sorpresa es instintiva. Pero no niegues.



(Eric Kellerman fotografía)


miércoles, 9 de mayo de 2018

Deriva del viaje





"¡Qué gran volumen de aventuras puede captar en tan breve espacio de vida el que se interesa en todas las cosas, y con los ojos bien abiertos a lo que tiempo y azar siempre le ofrecen, no desperdicia en su viaje nada de lo que sus manos pueden asir honradamente!"

Laurence Sterne, Viaje sentimental.


SONRÍES ladinamente cuando oyes hablar de viajes exteriores, las más de las veces experiencias agitadas e incompletas que acaban causando estrés, si no sensación de monotonía. Las ciudades están repletas de visitantes que apenas visitan nada, hojarasca de otoño que cubre los suelos del conocimiento. Te resistes a sumarte al número, a formar parte de una acumulación de cifra que es llevada y traída sin tiempo de parada. Porque la visita, si quieres que te enriquezca, debe de proporcionar parada. Detenerse es disponer del tiempo conforme a ti te parece que debe ser dispuesto. ¿Será por ello que eres desde siempre el modelo secreto de viajero solitario, que precisa retener el tiempo de una ciudad? La ciudad que ves también puede ser la que percibes imaginariamente. Nunca podrás absorber lo suficiente su carácter ni empaparte de su pasado, pero podrás ensoñarla. Viajar es efectuar aproximaciones. Las distancias las marcas tú. Pero ¿es que tendrías que desplazarte a alguna parte para sentir que tanteas la vida y que quieres sujetarla de la manera más sosegada? ¿No es tu mente un territorio y a la vez un vehículo que se activan para disponer de nuevos espacios y asentarse en ellos? ¿Acaso no viajas cuando contemplas en la oscuridad de la atalaya cuanto has ido dejando atrás? Sonríes cual Mefistófeles, jugando la timba de cada jornada. ¿Pensando en la vuelta cuando aún te falta completar la ida?




(Photo: Jack Birns)

martes, 8 de mayo de 2018

Deriva del hombre dentro del hombre




















ERA ETERNO pero no lo suficiente para que hubieras sabido más de él. ¿O no supiste aprovechar su tiempo de paso? Ahora sí, ahora que no hay remedio se te ocurren infinidad de preguntas que en su eternidad provisional no le hiciste jamás. La ausencia del hombre interroga al hombre. Cuán ausentes somos mientras estamos presentes. ¿Quién sabe de nosotros? ¿Cuánto conocemos del otro? Le hablas al hombre anterior a ti que aún habita dentro de ti. Si hubiera sabido más de tu vida, dice el hilo enojado y algo cínico del hombre pendiente que llevas dentro. Le preguntas y el ansia inútil de querer saber te acuchilla la intención. ¿Qué te responde desde la lejanía? El hombre te ocupa y alarga el pulso entre dos hombres. ¿Hasta aquí te persigue su inmortalidad



(Partida del tren por SamBell)


domingo, 6 de mayo de 2018

Deriva de Narciso















SE TE OFRECE en una concha nacarina o en un cuenco de barro o en el envés de una mano. No, no la satisfacción de la sed, sino la sed misma. Cuántas veces has rogado desde la infancia dame de beber. ¿No estabas pidiendo acaso padecer más deseo? No hay trago que te sacie. No hay manantial que agotes. No hay fluido que te compense. Allí vas, te agachas sobre la patena calcárea por donde fluye la corriente, te contemplas, reclamas más de ti mismo. Como mucho piensas: qué buena está. Pero no hay gusto pleno en tu boca ni mirada feliz suficiente en tus pupilas ni memoria que te haya dado paz. Miras la disolución del hombre en el perfil inestable del hontanar. Cuanto más te observas más te extravías en la noción de ti mismo. Dilema contradictorio que te espanta: si abandonas tu propio reflejo, ¿quién aparecerá?



(Una disolución de Andy Denzler)

sábado, 5 de mayo de 2018

Deriva de los pies




"- Con estos pies he caminado mucho -aseguró el hombre, ya empeñado en abrir los cordones para facilitar el calzado-. Más de lo que nadie imagina. Con ellos he estado en muchos lugares, algunos que pueden resultar increíbles, otros de los que ni me acuerdo...Mis pies son todo para mí. Por eso los cuido, no todo lo que debería..., lo que puedo. ¿Qué me haría sin mis pies? No podría volver, no podría volver -repitió el hombre, y terminó de calzarse.

- ¿Volver adónde? - se atrevió el Conde".

Leonardo Padura, La transparencia del tiempo.



SALTAS en un ejercicio acrobático de la memoria. Saltas una y otra vez, das volatines, haces el pino, te retuerces sobre tu columna de recuerdos medulares. Vas y vienes sobre pasos que diste y sobre los que imaginas que otros avanzaron antes de que nacieras. Tan pronto te precipitas sobre generaciones pretéritas, como te dejas caer de pie sobre la tuya propia, esta misma que pensaste que nunca sería historia. Cuántos giros, la de veces que a punto estuviste de quebrar, incluso de romperte el eje, tienes en tu haber. ¿Fueron riesgos inútiles? ¿Sirvieron para algo tantas volteretas audaces, que no fuera sino para medirte a ti mismo? ¿Cuántos aplaudieron el espectáculo con agrado? Era mucho más medible aquella energía, lejana y sencilla, del caminar de tu infancia. Entonces la palanca de tus pies se ponía en acción y palpabas la materia en la verdad de su sustancia. Te sorprende todavía la ágil ceremonia de tu estilizada figura esquivando lúdica los días. Después cuántas veces hiciste que los pies no te condujeran a ninguna parte. Que anduviesen en círculos viciosos. Que pretendieran escalar laderas de difícil acceso. Que echaran carreras que no llegaron a meta alguna. No. Ellos ya no pueden volver sobre sus pasos. ¿Acaso tus pies solo fueron hechos para soñar, saltimbanqui?





(Pies musicales por Ángela Burón)

jueves, 3 de mayo de 2018

Deriva de Elia y el diablo



ELIA se presentó a su manera. Yo te conozco, dijo. No sé tu nombre, pero una vez te soñé cercano. No tengo nombre, le dije, aunque unos me invocan y otros me repudian. Entonces, ¿no debo llamarte de ninguna manera?, insistió. Te conviene no conocerme. Quien lo hace pierde su pasado, le dije pausadamente. No creo que nadie se quede sin pasado, pero por si acaso no me hables de ti, dijo la mujer. ¿Me prefieres dentro de aquel sueño que una vez te desasosegó?, pregunté. Entonces ella recostó su cabeza en la butaca del vagón, cerró los ojos, soñó. No quiero saber tu impronunciable nombre, dijo en sueños, pero no te alejes. 



(Foto de Tony Catany)


miércoles, 2 de mayo de 2018

Deriva del orto que no llega





















DESCRIPCIÓN de un amanecer lento. Te apoyas sobre la barandilla oxidada, el agua escalando el farallón. Te salpicas de su baba furiosa. Un solo olor, una misma corriente, una exquisita soledad. Estremecido ante el ruido ensordecedor, universal y épico, de la masa turbulenta, aturdido por tu inquietante y endeble condición, deseas que el instante permanezca. Sin mácula, incorporal, desposeído. ¿Cuántos milenios tendrá esta convulsa belleza de las tinieblas que me engulle?, piensas con ingenuidad. Rumor de galopada, estremécete ante el paso de los jinetes negros. El orto agazapado, tú inerte, arañando con las garras de la confusión los contrastes. La luz, la oscuridad; la serenidad, la agitación; la apariencia, la hondura; lo denso, lo leve; el tránsito, la muerte. El vacío, la sustancia. Tanta desmesura te hace crecer -¿no te tenías por disminuido ante el abismo?- entre los objetos invisibles, a los que pones nombres. O tal vez los invocas. Pero lo invisible ¿tiene forma, voz, rostro? El llanto de cuanto pereció antes que tú exclama  con angustia para que comprendas. Envuelto en la humedad intuyes el océano, amas su invariable aspereza. No llega el día, el deseo te agota. Pero ¿qué amanecer esperas? ¿Qué clima, qué claridad, que dulzura que rehagan y moldeen tus carnes angostas y ajadas? Inhóspito aislamiento al que te aferras inútilmente. Nada de lo perdido te será devuelto.


(Foto de Eddy Van Gestel) 

martes, 1 de mayo de 2018

Deriva del nutrido



"El que piensa que deja un arte por escrito y, de la misma manera, el que lo recibe como algo claro y firme por el hecho de estar en letras rebosa gran ingenuidad y, en realidad, desconoce la profecía de Ammón al creer que las palabras escritas son algo más, para el que las sabe, que un recordatorio de aquellas cosas sobre las que versa la escritura".

Platón, Fedro.


SIGUE haciendo lo mismo que hacía en sus años de aprendizaje elemental. ¿Deletrear, garabatear, practicar caligrafía, ejercitar redacción, pulsar el primer teclado de una máquina? Soñar, simplemente. ¿Que hay ahora un pequeño público de amigos, muy escaso y sufridor, que atiende benévolamente a sus escritos? ¿Que esa gente viva se codea, y acaso no lo sabe, con los muertos que escribieron y ahora él lee? Eso parece. Pero ese entorno de gente amable, y esos espíritus de ultratumba que le arrastran, ¿no serán una prolongación de sí mismo por otras sendas? O bien: ¿no se estará nutriendo de cada escribiente y dicente que arriesga su opinión? Qué paciencia, piensas, tienen los demás para interesarse por tus ensoñaciones. Dadme, dadme, dadme, suplicas tú a la materia nutricia. Pides a unos y coges de otros aunque no se quejen en sus pupitres ni levanten la voz desde sus letras sepultadas. Necesitas tanto mirarte en ellos para compensar tus oquedades, por las que transita el viento. Quieres probarte en los otros -sus letras, sus aventuras, sus sueños, sus desvaríos-  para comprobar si la sustancia que a ellos les alimenta es análoga a la tuya. Harás bien en evitar la autocomplacencia estéril. Al fin y al cabo embarcado te hallas, como todos los demás, hacia el mismo destino.



(Imagen adjunta: Barthel Beham, grabador alemán, 1502-1540, representando a Czinmon)