"¡Qué gran volumen de aventuras puede captar en tan breve espacio de vida el que se interesa en todas las cosas, y con los ojos bien abiertos a lo que tiempo y azar siempre le ofrecen, no desperdicia en su viaje nada de lo que sus manos pueden asir honradamente!"
Laurence Sterne, Viaje sentimental.
SONRÍES ladinamente cuando oyes hablar de viajes exteriores, las más de las veces experiencias agitadas e incompletas que acaban causando estrés, si no sensación de monotonía. Las ciudades están repletas de visitantes que apenas visitan nada, hojarasca de otoño que cubre los suelos del conocimiento. Te resistes a sumarte al número, a formar parte de una acumulación de cifra que es llevada y traída sin tiempo de parada. Porque la visita, si quieres que te enriquezca, debe de proporcionar parada. Detenerse es disponer del tiempo conforme a ti te parece que debe ser dispuesto. ¿Será por ello que eres desde siempre el modelo secreto de viajero solitario, que precisa retener el tiempo de una ciudad? La ciudad que ves también puede ser la que percibes imaginariamente. Nunca podrás absorber lo suficiente su carácter ni empaparte de su pasado, pero podrás ensoñarla. Viajar es efectuar aproximaciones. Las distancias las marcas tú. Pero ¿es que tendrías que desplazarte a alguna parte para sentir que tanteas la vida y que quieres sujetarla de la manera más sosegada? ¿No es tu mente un territorio y a la vez un vehículo que se activan para disponer de nuevos espacios y asentarse en ellos? ¿Acaso no viajas cuando contemplas en la oscuridad de la atalaya cuanto has ido dejando atrás? Sonríes cual Mefistófeles, jugando la timba de cada jornada. ¿Pensando en la vuelta cuando aún te falta completar la ida?
(Photo: Jack Birns)
Comparto esa sensación, claro que sentir así ha de basarse en innumerables viajes tanto externos como internos en tiempos anteriores al presente. Funciona como una especie de feedback entre materia densa, energía mental y emoción por investigar la vida a fondo....por decirlo de alguna manera.
ResponderEliminarEn efecto, hoy en día la masificación priva de encanto cualquier viaje. Todo el mundo pendiente de llegar cuanto antes a destino, luego de corretear sin mayor pasión los lugares...¿Sabes? Creo que estoy muy satisfecho de haber pertenecido a la generación vivida, hemos conocido de todo y con mucha mayor calma.
EliminarVeo que prologas el texto con una cita de Sterne. Ese libro es una quintaesencia literaria. Creo que fue escrito después que el Tristram Shandy, siendo un texto de pocas páginas es una verdadera joya.
ResponderEliminarSaludos. Fermín.
A mí por lo menos me gusta mucho. Gasta una ironía y tiene una escritura magistrales. Recomendable. Gracias, F.
EliminarA veces una se tienta y cae en la trampa: se piensa en la vuelta aún no habiendo completado la ida. Es cierto. Pero también es cierto que para crecer en el viaje debemos abrir el corazón, sorber cada bocanada de aire con intensidad y darnos tiempo para intentar comprender de qué se trata.
ResponderEliminarUn abrazo
Es algo muy particular. Para que un viaje haya sido tal tiene que haber ocupado parte de tu interior. No me valen los recorridos a la carrera ni las visualizaciones superficiales, aquello que ve todo el mundo pero que perciben pocos. Esa sensación de amar una ciudad por unos días, como si se hubiera vivido en ella toda la vida, es única. Pero yo solo quería abundar en la metáfora, no en los planes turísticos. Salud, Neo.
EliminarEncontrar nuestra ciudad escondida e inventar una suerte de filosofía para desencastillarla.
ResponderEliminarMe ha gustado la expresión. Dentro de nosotros partimos del territorio personal, más o menos erial, en él vamos levantando la aldea, a veces la fortificamos, más adelante la abrimos y hacemos que cunda como ciudad nuestro ser pleno. La metáfora me agrada. Ciudad/Cuerpo, Cuerpo/Ciudad, un tema práctico, de filosofía práctica que no solo desencastille lo anterior sino que la haga fértil en relaciones, ¿no?
EliminarA veces hay que viajar por el propio barrio en el que vives...
ResponderEliminarEl viaje por el barrio en el que se vive puede ser muy oxigenante.
EliminarNo hay reposo ni gozo en el los viajes turísticos, un ir y venir que está destinado a cuantificar los lugares, museos, monumentos lo que sea con tal de fotografiarlo y contarlo a la vuelta.
ResponderEliminarYa no me interesan los viajes que implican un desplazamiento físico y arrumban el conocer y disfrutar sin llevar la cuenta del tiempo y de los lugares visitados.
Poco queda para que los viajes en masa desaparezcan, quizás dentro de unos años la realidad virtual se imponga y viajaremos a Florencia con nuestras gafas de realidad aumentada, tumbados en el sofá.
Ya existe un cierto tipo de realidad virtual. Y a la hora de la verdad, ¿acaso no son virtuales esas visitas en masa o condicionadas por la masificación en que todo resulta un visto y no visto? Se puede conocer ciudades de otro modo, compartiendo a veces espacios de masa y a veces no. Tiene difícil solución el tema. Nos convertiremos en viajeros al margen, buscando fechas del calendario aunque resulten más incómodas pero que nos permitan librarnos del homo mirón depredator.
EliminarCada vez me interesan menos los viajes físicos, sin embargo, y sin venir a cuento, lo que me interesa es saber quien soy, y para ese viaje, y ya que la parca se acerca, hace falta mucho sentido común y unas tragaderas grandes.
ResponderEliminarDe momento he conseguido saber de que no me casaría conmigo mismo.
Salut
¿Será un mal de la edad eso de que nos vayan interesando menos los desplazamientos? Déjame que disiente: el viaje de la Parca tiene truco, no tiene mérito y además es tan pragmática como los tours operators de este mundo.
EliminarEl casamiento de uno consigo mismo es siempre un casamiento de conveniencia. Nos interesa llevarnos civilizadamente con nuestro otro yo.
Algunos lo fueron y otros ya son viajeros al margen. Conocen ese privilegio. La lengua inglesa acuñó hace mucho un término para reconocerlos: travellers. Totalmente distintos de los tourists. Nada que ver con ellos. Los primeros son dueños de sus momentos. No van y vienen, ESTÁN. No echan de menos su casa, su cama o su perro y se reconocen con un golpe de vista entre ellos. Sobre los segundos nada que decir. Todos sabemos.
ResponderEliminarComparto ese criterio. Salud.
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