"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 31 de marzo de 2016

¿Dónde queda eso?




De vivir hoy Bertolt Brecht añadiría un par de versos más a cierto poema suyo. muy citado, en que un obrero se hace preguntas ante un libro:

"El Estadio de fútbol de Qatar de 2022 lo levantó el jeque Abdullah bin Nasser bin Khalifa Al Than
¿no empleó siquiera un solo obrero al que pagó dignamente por realizar la obra?"

Leo en los medios acerca del mal pago de los obreros contratados para la construcción del faraónico campo de fútbol. Esta obra, y lo que se lleve a cabo allí, será coreada por el Comité Olímpico Internacional y todos los lameculos que en cascada habitan en este mundo pensado para negocios o para ocio desde un sofá que, al fin y al cabo, debe ser lo mismo o parecido. Qatar, Qatar...¿dónde cae eso? Ah sí, un nombre en unas camisetas deportivas. Y luego hablamos de solidaridad, de política y de otras gaitas destempladas. Hartazgo.

El poema de Brecht tiene futuro. Dan ganas de dejar la puerta abierta para prolongarlo. ¿Lo intentamos?



Nota. Esto viene a cuenta de:





miércoles, 30 de marzo de 2016

Visita vespertina




Qué buena lectura la de esta tarde. Sin páginas, sin letras, sin historias. Sin dañar la visión. El hilo invisible la ha permitido colgarse de mi ventana. Razón tenían cuando de niño me increpaban que me dedicaba a pensar en las musarañas en lugar de atender. Hoy tampoco tengo ganas de estar pendiente de nada. Todo sigue igual, el argumento aburre y no hay misterio en la trama. Es mejor concentrarse en los arácnidos que vienen de visita. Si las mariposas decían que traían cartas, ¿qué me deparará esta sencilla y curiosa, acaso mensajera, araña?




martes, 29 de marzo de 2016

El amigo y amado Ramón Amat, devenido Llull




El hombre común que habita en mí ha entendido siempre la mística como expresión poética. La poesía le lleva a intentar comprender como un pulso entre Éros y Tánatos lo que otros llamarían espiritualidad. ¿No es el arrebato una afinación material más que nuestra encarnadura humana nos permite? Un arrebato psicótico, dirán otros. En este 2016, en que se cumplen setecientos años de la muerte de Ramon Amat (significativo su apellido verdadero) devenido en Llull, no viene mal acceder a una obra que permanece desconocida para gran parte del común. Llibre d'amic e amat/ Libro de amigo y amado, es una parte del Llibre d'Evast e Blanquerna, pero puede leerse de manera independiente. Su construcción de conjunto se nos ofrece como poesía pura, donde el juego formal de influencias de literaturas árabes o de tradición trovadoresca enriquece la filosofía neoplatónica que subyace en sus textos. El último versículo del libro me parece tan sugerente para los tiempos que vivimos:

" 357

- Di, loco, ¿qué es este mundo?
  Respondió: - Una cárcel para los amadores y servidores de mi amado.
  - ¿Y quién los encarcela?
  Respondió: - La conciencia, el amor, el temor, la renuncia, la contrición y la compañía de gente perversa. Y es un trabajo sin recompensa, que entraña un castigo".



domingo, 27 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 9






















El hombre común ha sobrevivido a una semana larga tomada por el dogma rancio y su show. El hombre común se ha inquietado lo justo. El hombre común podría callar, echarse a la espalda las parafernalias que le pasan por las narices, pero se hace cada vez más preguntas. El hombre común quisiera saber por qué no imperan los conceptos y las palabras correspondientes en ese pacto de ciudadanos llamado Democracia, que se supone debe serlo. Quisiera saber por qué las leyes no se cumplen. Por qué los poderes se complacen mutuamente, injuriando y saltándose a la torera la laicidad que debiera ser identidad del Estado. Por qué el dogma cerril y opresivo tiene que intervenir en la vida cívica, tomando cada vez más presencia, agazapado como truhan tras la excusa del espectáculo, la farsa de las tradiciones, el reclamo del turismo y la supuesta fama de la ciudad. Por qué sus ejecutores no pagan nada, y todo les sale gratis, lo cual implica que los que no creen ponen forzosamente en el presupuesto ajeno lo que no les corresponde poner. El hombre común, que se siente cabal con sus pensamientos y consecuente con sus indignaciones, ha salido indemne otro año. Pero más inquisitivo y más enfadado. Los del dogma jamás se fueron. Con esa gente no se puede (¿porque no se quiere?)



(Capricho de Goya)


viernes, 25 de marzo de 2016

Día de los diez mandamientos




Creo que hoy es el día de los diez mandamientos. Vamos, del recurrente pase en alguna cadena de tv de la película célebre. De la colección de cromos que yo hice también y que debe andar en el desván. Un film de aventuras sobre un relato de aventuras, que no otra cosa es la Biblia. O sí, es también un tratado secular de control social y moral, aunque sea de difícil aplicación en las sociedades ya no sojuzgadas al imperio del papado. Lo curioso es que el afán imperial que contemplamos en la película es algo que han gustado de heredar los actuales mandatarios de Egipto. Han puesto en circulación un vídeo épico exaltando el valor y las virtudes de su ejército en línea con la mercadotecnia de nuestro tiempo. En el periódico Jeune Afrique leemos: "El vídeo, que dura 3 minutos y 15 segundos, comienza recordando : 'los hombres que no creen en el miedo, los hombres que no aceptan la derrota, los hombres que nunca se dan por vencidos. Estos hombres están convencidos de una cosa: Dios los puso en la tierra para proteger toda su alma. Esta tierra es Egipto'. A continuación, termina con: 'Ellos derramaron la misma sangre en el mismo lodo, viven con honor y mueren con dignidad. He aquí los hombres de las fuerzas armadas egipcias. Un corazón, un alma, una creencia". El recurso Dios y la Patria una vez más. Y de la Muerte, cómo no, que suele ser fundamentalmente de civiles. ¿Ha cambiado algo a lo largo de los siglos en las sociedades humanas de la guerra? Con ustedes, ta ta tachín, versión aumentada y actualizada de Los diez mandamientos, que ahora no hablan egipcio sino árabe.






miércoles, 23 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 8


















Imaginarse desde el sofá el sufrimiento y el horror de otros no es más que un mero ejercicio de ficción. ¿Cabría decir incluso de entretenimiento? Las imágenes que nos pasan los medios nos acostumbran a la película. Respuesta automática de nuestro yo: menos mal que no nos sucede a nosotros. Y pasamos a otro tema de nuestra vida banal o simplemente parcelada. Al fin y al cabo, percibiendo las cosas como triviales lo único que conseguimos es desinteresarnos de lo (que nos parece) ajeno. En esa actitud no nos esforzamos en buscar explicaciones acerca de las causas del horror y el sufrimiento de los otros. Nueva respuesta del yo: si alguna vez llega a ocurrirnos a nosotros, ya veremos; ignorando que las situaciones no llegan de la noche a la mañana ni por azar. ¿Es más intensa y profunda la banalidad en la que vivimos hoy que en otros tiempos? No lo sé. La de antes revestía la forma de la superchería religiosa o la exaltación de patrias y naciones, la de hoy consagra la fe en el ocio, el sacramento de lo virtual, la partición del individuo. Acaso efectos análogos. Otra voz del yo: todo lo ajeno me supera, debo concentrarme en mí mismo. Y si la voz es muy sincera y hasta honesta dice: si incluso me supera lo propio... Lo peor del mal que padecen los otros no es únicamente lo que se exterioriza sino lo que oculta. Y lo que esconde es un bicho que puede atravesar barreras entre los que hoy son maltratados por la existencia (aquí hay que poner rostros concretos de políticas, estados, intereses económicos, etcétera) y nosotros. Las distancias pueden acortarse. Sigue el yo justificándose: eso no ocurrirá nunca, mis gobernantes no lo permitirían. Pero los gobernantes lo están permitiendo todo, allá y acá. Para los prójimos y para los propios. El yo personal, el yo colectivo, siempre tienen excusas para que no les inquiete en exceso la película. Porque si les inquietara podría suscitarse acicate para buscar razones y reaccionar de otro modo. Pero se eligen las excusas, aunque ante determinadas muestras de atrocidades cundan las máscaras virtuales. Ya se sabe, eso de yo soy no sé quién, poniendo el rostro o la bandera de quien acaba de ver cómo le han infligido una herida sangrienta. La excusa es el meollo de nuestra no reconocida fragilidad.



(Fotografía de Rober Capa)


domingo, 20 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 7
















Mente en blanco para el exceso de ruido producido por el parloteo. No ya contención o prudencia o inhibición de opinar por opinar en un paisaje grotesco. Acaso hay que ir más atrás. Esta sucesión creciente de situaciones tan desabrigadas como estrepitosas que vivimos hay que afrontarla con una actitud más ausente. No porque no nos interesen los temas sino porque nos perjudica la agresiva cascada de palabras vanas en las que no creemos. Todo el mundo se cree obligado a sentar dictamen sin saber de qué habla. No entrar en el juego turbio donde el objeto queda desfigurado por la idea preconcebida, la prédica interesada, el runrún de la moda mediática. Ir al fondo de otra manera. Intentar que el manantial de los pensamientos preserve sus aguas recónditas, sin que sean despilfarradas. No he visto jamás agua más reposada, clara y fresca que la que se aposenta en los piélagos misteriosos de las cuevas. Allí donde se ve el fondo y la carencia de ruido y de elementos perturbadores vuelve más pura la sigilosa corriente. Algo de esta metáfora quiero para la vida del día a día. Que la interferencia de cuanto circula en superficie no trastorne la búsqueda de lo interesante y el disfrute de la quietud. Perseguir lo que merece la pena, ahuyentar el estrépito de la banalidad, ser reticente de la palabrería falaz y categórica que pretende ocupar nuestros íntimos espacios y rechina en nuestras sienes. Consolarse en la sabiduría de un Epicteto, por ejemplo: "A toda imagen desagradable esfuérzate en decirle: tú eres una imagen, de ningún modo eres lo que representas".



(Fotografía de Frank Eugene)




jueves, 17 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 6





Somnoliento aún, la luz se me ofrece tibia. La luz no entiende de hombres ni de deberes ni de cansancios. Desde que se formó  -la luz no existió siempre, una vez se hizo desde otros elementos- se abrió un tiempo largo a través del que fue creciendo hasta nosotros. Probablemente hasta más allá de nosotros. No está sola. Debe haber tantos campos oscuros en el universo, sin haber parido todavía aquello por lo que somos. La luz, que los hombres convierten en uno de sus símbolos a su vez, no necesita sacramentarse. Ella está, simplemente, y si la destrucción total de la humanidad llega a producirse por mano propia (de este ente grupal) la luz permanecerá y deparará nuevas sorpresas pobladoras en el planeta. No nos necesita. Sin embargo, cuando la somnolencia se desprende del hombre que despierta bien sabe éste mirar. Y tal mirada, urgente, concisa, generosa, es todo un homenaje a la luz. A la posibilidad de vida. A la vida efectiva. Al transcurso, sea efímero o prolongado. A la ratificación de nuestra medida y finita existencia. Aunque callemos.


(Fotografía de Duane Michals)



martes, 15 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 5
















La paradoja de los símbolos es que tienen mucho de bumerán. Se pretenden con un fin ajeno, exterior, y con el tiempo y las actitudes se vuelven contra sí mismos. Hay símbolos que son armas y no pueden ocultar sus orígenes dolorosos. Obviamente, como es sabido, en algunos casos fueron levantados sobre instrumentos de castigo, de daño y de humillación. Sublimándolos algunos trataron de que su significado fuera lo opuesto. Tengo dudas de su éxito moral, por mucho que mantenedores de esos simbolismos se reclamen de la buena nueva. Cuando los símbolos nacen de una abyección vano es pretender que se consagren como bienes abstractos tales como felicidad, bienestar o entendimiento. Claro que precisamente es esa abstracción aquello que los sostiene. Si la convivencia universal, el logro de la calidad de la existencia y una vida dichosa fueran una conquista real y extendida a la humanidad tales símbolos desaparecerían. Bien están las cosas como están...de mal. De ese modo los símbolos de la muerte, de la opresión y de la no conciencia triunfan como negocios. Que cuenten otras historias es parte de la verborrea del ¿quién da más? que cunde entre pregoneros de feria.




(Fotografía de Duane Michals)

domingo, 13 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 4















A veces la sensación que te persigue se impone con la imagen de una sola palabra: agobio. Puesto que las palabras son imágenes no necesitas más. En ellas se polarizan otras representaciones y se concentran con una capacidad de síntesis eficaz. Fue un gran hallazgo el lenguaje. ¿Hallazgo? Sobre todo invención. Medido, comedido, prudente. No siempre, según el uso al que te impulse el significado de las cosas, de las situaciones. Riesgo de reducir, sí. Peligro de obsesionarte, también. Puedes incluso apoyar la palabra en otros sustantivos y hasta colocar nombres propios, para rebajar la presión. Pero para qué.



(Montaje fotográfico de Duane Michals)


jueves, 10 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 3

















Recorres la vida como una sucesión de ejercicios paralelos. A otras vidas, a las pruebas, a lo experimentado. No hay vida paralela con los deseos ni con las aspiraciones ni con las metas propuestas, porque todo ello se sitúa en campos inaprensibles. Y cuando han sido aprehendidos su vuelo efímero no queda sujeto más que del tendedero de la frustración. Entonces sigues recorriendo, ya sin urgencia, sin emoción especial, con escasas pretensiones, como un juego que no puntúa, tus propios márgenes. Y en el despropósito de la noche insomne echas los dados con el cubilete del no pensamiento, de la no memoria, de la no posesión. Lo haces simplemente por ver cómo las caras del cubo te sonríen o te regatean. Buscas, sin saberlo, la vida paralela en cada puntuación que sale. Hasta que un día esos diminutos círculos equidistantes, que suman una cifra, el uno, el seis, el cuatro... aparezcan borrados. Y no tenga sentido seguir echando los dados.



(Fotografía de René Groebli)


lunes, 7 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 2
















Reflejándome en las sombras de mi imaginación me pregunto: cuál de todos los otros hombres soy. Cuál de ellos: el de al lado, el anterior, el previsible, el incierto, el del subsuelo, el que sube la montaña sin llegar jamás a cima alguna, el de mañana tras levantarme de la cama, el que jadea, el que se confunde, el que siente dolor, el que me rebusca en las vísceras. Qué hombre de tantos hombres intrascendentes llama a mi cráneo cuando me desvelo. A qué hombre de diversa memoria me parezco. Al que hace poco correteaba con pantalón corto, al que hace menos se dejaba seducir por unos ojos luminosos, al que lee, al que sujeta en su subconsciente aún la teta de la madre, al que se indigna, al que renuncia a la vida inerte, al que escucha sin reposo una sinfonía que le habla tanto de todos los mundos, de todos los hombres, de todas las fieras. (Léase todo ello con tono interrogativo)

Reflejándome en las sombras de la memoria solamente soy máscaras de mi mismo. Proyectándome en las fantasías esos hombres se acercan más al que quiero ser. Debo buscar tal vez en la no conciencia y esperar que un golpe de viento agite todos y cada uno de los hombres que llevo dentro y los ponga patas arriba. Acaso en ese instante empiece a saber qué hombre soy y, sobre todo, si lo acepto. 


(Foto: Duane Michals)


viernes, 4 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos
















Esta noche me encontré con un amigo muerto. Celebro verte vivo, me dijo, afectuoso como siempre. Tú estás igual, y fui sincero en mi respuesta. El hombre que fue tenía ganas de recordar los viejos tiempos. Bebimos unos tragos, o yo por él, él se ha vuelto abstemio desde que está muerto. ¿Sabes que ahora veo las cosas de otra manera?, y fue el punto de dulzura de su voz lo que me resultó convincente. Imagino, acerté a responder por inercia. Mi amigo salió al quite. No, no imagines ni por asomo que pienso de otro modo por el simple hecho de que estoy muerto. Y yo, perplejo: ¿entonces? Es la carencia de tiempo, lo que antes fue mío o creí que era mío, la que me hace tener más claridad. Por ejemplo, ya no me irrito. Quiero decir que no me siento naufragar en círculo vicioso alguno y entonces el mundo de ayer, el que tú y yo y otros compartimos, se me muestra imposible. Poseo el don de la imposibilidad, y eso me calma. Si lo hubiera tenido claro en vida hubiera padecido menos. Nada es imposible mientras vivimos, se me ocurrió decirle con un optimismo estúpido. Nada lo es en términos abstractos, dijo, pero con frecuencia en vida lo posible es equívoco, lo probable resulta una traición, y el resultado de esa pugna es un desasosiego permanente que para mí ahora es vago recuerdo. ¿Sabes que yo me acuerdo de ti con placidez?, y me salió auténtico. Me alegro tanto, dijo. Mira, será que tú también me ves de otro modo desde que estoy muerto. Pero sigue en tu ámbito de inquietud, porque al menos eso indicará que respiras. Y yo siempre necesitaré de alguien que me tenga en cuenta desde el otro mundo, el que abandoné.



(Foto: Duane Michals)


jueves, 3 de marzo de 2016

Sapos y culebras






















Max dice: este es un país de clérigos. ¿Lo dices por la investidura de ayer, que no invistió nada?, le replico. Él: siempre lo he pensado, pero ayer lo confirmé una vez más. Unos son rancios y bujarrones, otros pretenden profesar aún bisoños, otros van de simples novicios y ya se ven en Roma. ¿Quieres decir que el modelo clerical ha cundido hasta el extremo de invadir las pautas de la democracia parlamentaria?, le inquiero curioso. Naturalmente, aquí no se libra ni la divinidad, dice Max. Todos y cada uno de esos pontífices de pacotilla hablan para sus propios fieles. No están seguro de convertir a los ajenos y por eso insisten en predicar sobre los del propio rebaño, para que no se escapen o para apaciguar su confusión temporal. La vida del más allá, siempre imprecisa y ordinariamente traicionada, solo es producto de la verborrea y del mantenimiento de su estatus. Le espeto: ¿Estás diciendo que de diálogo nada de nada? Max: ¿diálogo? Suena a Platón y a este le matamos hace tiempo.



miércoles, 2 de marzo de 2016

¡Al fin, de nuevo cerro!




En principio -no el principio del principio pues no lo habría salvo el caos-  fue un cerro. Uno de los que quedan como testigos al bajar el nivel de las aguas que cubrió la zona y originó el valle donde habitamos. Fueron millones de años. Erosión, precipitación de materiales, sedimentación. Un cerro cuyas tripas de yeso han producido afloramientos que nos gustaba escarbar de chicos. Si antiguamente alternó períodos de arbolado con otros de cima y laderas peladas pudiera ser. Puedo suponerlo pero no afirmarlo. A sus pies había una fábrica de ladrillos y alguien contaba que incluso habían aparecido restos de un mamut. Debía ser leyenda, nunca volví a saber nada del tema. Lo que sí sé es que hasta ahora no había conocido el cerro como cerro a secas. Esa humilde pero bella erección de la naturaleza que, junto a oteros, alcores y altozanos, hace menos monótona la llanura. También sé que los antediluvianos de mi infancia decidieron convertir el hermoso y altivo cerro en un lugar de recuerdo de gente de su banda. Incluso vino su caudillo salvador de la patria a inaugurarlo. Y así ha habido en su cima durante cincuenta y cinco años un horroroso monumento a una de las facciones que propiciaron la última dictadura, de los que se beneficiaron con haber desencadenado una guerra cruel. Como todo pasa y nada queda y hay una ley de por medio  -cumpliéndose a cachos- que exige la eliminación de símbolos y representaciones del antiguo régimen el monumento se ha derribado recientemente. Hoy las laderas son un jardín de cipreses. Lástima que la antena telefónica interrumpa la estética total. Es el precio de la modernidad. 


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