Esta noche me encontré con un amigo muerto. Celebro verte vivo, me dijo, afectuoso como siempre. Tú estás igual, y fui sincero en mi respuesta. El hombre que fue tenía ganas de recordar los viejos tiempos. Bebimos unos tragos, o yo por él, él se ha vuelto abstemio desde que está muerto. ¿Sabes que ahora veo las cosas de otra manera?, y fue el punto de dulzura de su voz lo que me resultó convincente. Imagino, acerté a responder por inercia. Mi amigo salió al quite. No, no imagines ni por asomo que pienso de otro modo por el simple hecho de que estoy muerto. Y yo, perplejo: ¿entonces? Es la carencia de tiempo, lo que antes fue mío o creí que era mío, la que me hace tener más claridad. Por ejemplo, ya no me irrito. Quiero decir que no me siento naufragar en círculo vicioso alguno y entonces el mundo de ayer, el que tú y yo y otros compartimos, se me muestra imposible. Poseo el don de la imposibilidad, y eso me calma. Si lo hubiera tenido claro en vida hubiera padecido menos. Nada es imposible mientras vivimos, se me ocurrió decirle con un optimismo estúpido. Nada lo es en términos abstractos, dijo, pero con frecuencia en vida lo posible es equívoco, lo probable resulta una traición, y el resultado de esa pugna es un desasosiego permanente que para mí ahora es vago recuerdo. ¿Sabes que yo me acuerdo de ti con placidez?, y me salió auténtico. Me alegro tanto, dijo. Mira, será que tú también me ves de otro modo desde que estoy muerto. Pero sigue en tu ámbito de inquietud, porque al menos eso indicará que respiras. Y yo siempre necesitaré de alguien que me tenga en cuenta desde el otro mundo, el que abandoné.
(Foto: Duane Michals)
Traspasar el umbral debe otorgar sabiduría, pero esto no nos lo ha certificado nadie, así que, mientras esperamos, podemos ir relativizando.
ResponderEliminarSalud
Traspasamos umbrales desconocidos todos los días; el pórtico de la nada no me interesa, salvo como realidad con la que mentalizarse; hacer ficción con el acontecimiento consciente que hay que asumir es siempre un juego, una venganza, un desquite, incluso una infantilada. ¿La muerte? ¡Que se muera ella!
EliminarDel optimismo fatuo del nada es imposible a la serenidad de una impotencia asimilada, libre de desasosiego y resignada, conforme a la naturaleza propia. Excelente texto. Enhorabuena.
ResponderEliminarQue no nos dañe nunca, si es posible, aquello que causa dolor. Es un deseo no solo por el bienestar personal de los que me rodeáis sino para que nos ayude al mantenimiento de una actitud benéfica o al menos no agresiva con los demás. Uno está cansado de la visceralidad que es hija de la impotencia. Es mi manera de reaccionar frente a todo eso que va mal o no va o da pánico en la vida colectiva y en el signo de unos tiempos inciertos. Gracias.
EliminarTal vez deberíamos aprender a vivir como si estuviéramos un poco muertos; coincido con tu amigo en que, seguramente, padeceríamos menos. Un texto buenísimo, me ha encantado.
ResponderEliminarPues es cuestión de meditarlo. Cada día morimos y renacemos tantas veces, aunque suene a metáfora. La mutación y cambio continuo de nosotros mismos, lo percibamos con claridad o no, implica acabamientos y bastante de Nada. A esta Nada la llamamos incertidumbre, esa es la diferencia con la Muerte, que es certeza.
EliminarMe alegra tu impresión.
Vaya, resulta que opino que aunque llamemos muerte al hecho de dejar de respirar, entre otros, la muerte se esmera con nosotros a través de los cambios de toda índole. Me consta, pues, que debo andar muerta en demasiados aspectos, liberada, agradecida y divertida, hace mucho tiempo. Cada renuncia convertida en hábito supone una forma de muerte.....y esto puede resultar un arma de doble filo, me consta, ...."E pur si muove". ;)
ResponderEliminarTu muerte, esa de la que hablas, es metáfora, hermana. Estás en lo mejor de la vida. En efecto, renuncia o acabamiento o pérdida es algo ya mortal, pero nos importa menos porque aún vivimos la realidad del respirar y la realidad de la ficción que suele hacernos creer más potentes -posibles- de lo que acaso somos.
EliminarTras uno de tantos paseíllos perrunos recuerdo que lo que no nace no puede morir. Es decir que quienes no disponen de medios para acceder a determinados planos de conciencia, simplemente no existen en los susodichos.
ResponderEliminarMayúsculo error creer que por ocupar un determinado espacio y circunstancia física se dialoga o intercambia en igualdad de condiciones. La comunicación entre los múltiples planos de conciencia de diferentes individuos suele resultar confusa aunque se utilice el mismo leguaje.
Inicialmente se produce un intercambio genético pero existen tantos, innumerables planos de consciencia, además del cultural, emocional e intelectual. Luego cada quien se proyectará mas o menos aleatoriamente, muchas veces donde no debería y se montara el cirio. Palabra de especialista en errar por el mismo motivo.
No subestimemos los planos de conciencia. Es cierto que hay mucha gente que no parece manifestar una abundancia de actividad consciente, pero la tiene. Pero claro que el intercambio en comunicación, participación o acceso a cosas y personas es siempre desigual. Tampoco aquellos que han escalado en un rol social demuestran ser por eso más. Sólo son hijos de una orla académica pero acaso dan menos que el más humilde de los mortales. Probablemente dentro de poco tenga un encuentro con ex compañeros, después de cincuenta años, y seguro que el zoo de exhibición de roles y éxitos logrados va a ser manifiesto. No me espanta. Al contrario, será materia de reflexión y conocimiento para saber de qué van, de qué saben, de qué tienen curiosidad y de qué pie cojean, ja. Me encanta.
EliminarMira que me cuesta establecer categorías sobre los llamados planos de conciencia, cada vez más me cuesta (te entiendo, eh)
Lo de planos de conciencia es un matiz generalizador. Ese termino podría sustituirse por planos de observación, discernimiento, maduración, etc. siempre en relación a la actividad emocional y mental conjuntas.
EliminarComprendo que el término conciencia esté demasiado mediatizado por religiones y esoterismos varios. Acabo de caer en la cuenta, pero se trata de un término que suelo utilizar para resumir la actividad cerebro/emocional (siempre enlazados)personal. Al final planos siempre planos, es decir ordenamientos inevitables que surgen de la aleatoriedad caótica.
Está bien la matización, enriquece más tu opinión.
EliminarMuy dulce. Besos , el relato.
ResponderEliminarMe gustò .
Max, cuando lo ha leído, me ha dicho que agridulce. Tibi gratias.
EliminarTus textos siempre atrapan, pero algunos son más especiales que otros, y éste lo es. Los motivos personales de tus letras, lo que motivan en otros, un circulo de mil posibilidades. Hoy me quedo con una, de todas las que tiene, permanecer en el recuerdo de alguien para seguir siendo.
ResponderEliminarEs que no hay secreto. Es una percepción que cada vez tengo más con algunos de mi pasado. No hago división al elegirlos. Se eligen a sí mismos a través de algún acontecimiento, alguna clave que obtengo ahora, algún recuerdo, algún dejarme embargar por significados tiernos o precisos. Cuántas veces tengo que reconocer que muchos del pasado, ya muertos, tenía razón en tantas cosas.
EliminarEspléndido y amable relato del encuentro con uno mismo en diversos estados de la equívoca trascendencia. La habitual desazón, la falta de naturalidad con la que afrontamos nuestra intrascendencia es un indicador del escaso conocimiento que tenemos sobre la vida. Sólo los humanos alentamos una ciega rebelión contra la muerte que, como especie, nos va a costar la vida.
ResponderEliminarSin nombre:coincido contigo en que nuestra hija Cultura nos ha complicado mucho las cosas para asimilar el fenómeno irreversible y natural por excelencia que nos espera. Difícil escapar de los cánones al uso, pero hay que ir mentalizándose de otro modo. Es curioso que la especie que más mata trate a su vez de rebelarse desesperadamente contra la muerte. Paradojas humanas.
EliminarSi no nos tienen en cuenta en lo posible, difícilmente en la imposibilidad. Si en esta vida somos un cero a la izquierda en la otra no hay pagadores ni balanza de mal pagados.
ResponderEliminarSobrevivamos como ceros a la izquierda (o cero coma algo, mejor) Yo el más allá se lo dejo a los que viven del cuento del ídem, que son los más temerosos, por cierto.
EliminarVivir sin sosiego, atados a lo perentorio es una muerte psíquica.
ResponderEliminarMueren sin remedio quienes automatizan la vida en una rutina. Qué más da si su biología aguanta noventa o cien años. ¿Qué trascendencia tiene pasar años metidos en el cuerpo mientras la mente guarda un frío y fúnebre reposo?
A veces sueño con muertos, amigos que se fueron temprano, vienen de noche y aunque yo sí sé que ya no están aquí, ellos se muestran tan alegres y vitales que no me atrevo a sacarles de su error ¿O será al revés? ¿Me sueñan ellos y soy yo la que está fuera de juego?
Vaya, ya somos dos con esa clase de representaciones oníricas. Matizaré: a veces se dan despierto. Los lugares me traen a los ausentes, las calles, los manuscritos, los hechos que los hombres siguen acometiendo hoy y que ya hace cuarenta años debatía con quienes no están.
EliminarCierto, la rutina, la monotonía, la inercia, son poco generadores de vida, pero son manifestaciones de ella incluso con sus límites. Para muchos ese es el plan: que los ciclos vitales de nuestra cultura (infancia/juventud/madurez/casamiento/hijos/jubilación/nietos...) se cumplan. Aunque el proceso haya aportado lo justito. Y problemas en abundancia. Pero el montaje está muy adaptado y además propicia el control y el orden social. No hay más que ver cómo este se mantiene por los colchones de las familias, un simple ingreso de un abuelo o un padre o madre, hace milagros, y todos calladitos. Y el ritmo es vertiginoso en las pautas mutantes que harán un tipo de hombre (genérico)...¿qué tipo de hombre? No sabría decir. Ya se está haciendo.