"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 31 de agosto de 2014

Sotobosque: Franz Marc



Hoy he descubierto que los expectantes caballos azules del cuadro de Franz Marc El sueño no estaban ahí. Que habían bajado de las paredes de la cueva para testimoniar que los sueños ya tenían lugar entre el hábitat de la caliza y las riberas de los ríos.



sábado, 30 de agosto de 2014

Un anhelo en alta voz


















Ayer, a la caída de la tarde, tomaba una cerveza al aire libre. Miraba a la gente que llegaba al bar, sorteándola con cuatro líneas leídas sin concentración, una y otra vez, de John Berger. Un grupo de mujeres y hombres se sentaron detrás, coloquiales y festivos, sin resignarse a la cincuentena pesada en la que se ubicaban todos. Fue entonces, nada más llevarles la consumición la camarera latina, cuando escuché la invocación: salud y república, dijo el de barba más florida levantando el vaso. Grito que fue coreado por los demás. Un rato después, como colofón a una conversación breve, volvieron a empuñar el anhelo y a alzar las cervezas. Miré con sonrisa cómplice y me quedé pensando. Pensé algo muy sencillo. Pensé que ambos conceptos tal vez sean uno solo. Que el término salud, la condición sin la cual nada es posible, tiene una proyección mayor. Que república puede ser -debería ser o a muchos nos gustaría que fuera-  el desarrollo del ejercicio de la salud del pensamiento, de la convivencia y de la intervención de todos los bichos llamados hombres en lo que concierne a su interés. Por supuesto, pensé sobre todo en la zoológica variedad de los españoles. No es frecuente escuchar este tipo de anhelo en público. ¿Acaso se escucha en público hoy día algún anhelo de enjundia y de transcendencia? Pero yo percibí un brinco apacible y generoso aquí dentro. Luego dejé que la cerveza me recorriera gaznate abajo y me poseyera con su sensualidad. O mejor, con la mía.



(Pintura de Karla Frechilla)


miércoles, 27 de agosto de 2014

Un epitafio mortal





Descubrí el país donde pazco en pequeños detalles chocantes que te proporcionan los ojos que vas abriendo en la juventud. Pero sin el Celtiberia show, de Luis Carandell, no habría llegado mi confirmación (supongo que la de muchos otros) Se trataba de aquella sección de Triunfo donde el autor iba recogiendo dichos, dimes y diretes, pequeñas imágenes hilarantes y en ocasiones de tristeza analfabética que concurrían por los solares hispánicos. Y que luego los trasladó a libro. Una especie de popurrí surrealista, donde tenían cabida los comportamientos de los españoles heredados de la picaresca, el esperpento y la ignorancia consagrada como arte de la mediocridad. También el recurso defensivo frente a la sociedad gris, la administración ultrajante y las instituciones dominantes que históricamente solo procuraban para sí. Un caso reciente. Cierto músico natural de un pueblo vallisoletano, además del PP, se sintió traicionado y vendido por la aplicación del 21% de IVA para la industria cultural y al morir dejó dicho a sus hijas que pusiera en el epitafio el texto de la imagen. Es un recurso de perdedor (sí, pero uno de los nuestros, que dirán los del PP) que en sus últimos tiempos se siente abandonado, herido, traicionado y arruinado por los suyos. Le salva el detalle del epitafio maravilloso. Su pequeña e íntima venganza. Ojala el epitafio de José María Bejarano Martín sea mortal de necesidad. Aunque sospecho que ni por esas. Lo triste es que algunos no descubran por dónde van los tiros (aunque sean de los suyos) y, sobre todo, reaccionen y luchen, antes de pasar a mejor vida (aquí, ser de los suyos no les favorece)  La relación de Celtiberia show sigue siendo inagotable. Que alguien tome el testigo de Luis Carandell, que hay para largo.


(Foto tomada del periódico digital Público


lunes, 25 de agosto de 2014

Un barreño de escombros













¿Por qué creeré tan poco en las causas nobles y otras exhibiciones generosas que se airean en televisión? Las fundaciones de artistas del cine y del cante, por ejemplo, siempre tan propensas a una entrega desinteresada al prójimo lejano abandonado a través de recogida de fondos. Los deportistas que se solidarizan una vez que la marca patrocinadora da el visto bueno. Los bancos que abren cuentas para encauzar cuentas de ayuda a víctimas equis. Me parece ver en esas actitudes una continuación de la antigua caridad ejercida por aquel fiel al que le sobraba. Una diferencia formal: las causas de nuestros días suelen desgravar en la hacienda pública y la vieja dadivosidad cristiana beneficiaba para rebajar la condena eterna o evitar las llamas del infierno. Cualquiera de esas actitudes no son bondad por naturaleza sino bondadosas para la ocasión. Y ocasión y beneficio suelen ir de la mano. La caridad es un subterfugio para evitar la ejecución de la justicia y la equidad, dos conceptos abstractos con exigencia de que se concreten. Cuando se airea en televisión, con el recurso justificativo de que se difunde, ¿no se convierte una invitación de supuesta buena voluntad en un acto de moda, ostentación, espectáculo y publicidad, cuando no de pijería? El mundo de los falsos es extenso. Por eso me ha gustado la contracultura de un palestino. Allá, donde escasea el agua, que encima es dinamitada por los israelíes, la opción es echarse un cubo de escombros encima. Abundan los escombros, tienen pantanos repletos de escombros, beben y comen escombros. Él, al menos, es sincero, auténtico. También quiere sacar provecho del gesto y ahí hace bien. Su ironía es noble. Porque no se trata de un provecho aprovechado, sino de una llamada a las conciencias de quien quiera ver la realidad acerca del sufrimiento de Gaza.




sábado, 23 de agosto de 2014

Sotobosque



No porque no se vea deja de estar.

A veces me pregunto cuánto de cada uno de nosotros se muestra visible y cuánto permanece oculto. Cuánto de auténtico revelamos a los demás y qué volumen nos reservamos. Me pregunto también qué obligación tenemos de darnos a conocer, más allá de las reglas de juego. Y hasta qué límite. Incluso si no somos bastante desconocidos para nosotros mismos. El sotobosque oculta tanta o más vida, por minúscula que parezca, que la que se exhibe en superficie. 



viernes, 22 de agosto de 2014

Oh, la desolación















La emotiva imagen de la desolación. ¿Pérdida de un ser querido? ¿Desalojo por no pagar la hipoteca? ¿Cierre de la empresa en la que trabajaban? ¿Despido por reajuste de plantilla? ¿Suspenso del curso? ¿Herida del desamor? ¿Comunicación de un cáncer? ¿Un crimen? ¿La epidemia de ébola? Etcétera. Podría ser, pero es más grave todavía. Más angustioso. Más decisivo. Menos aceptable. Su equipo de fútbol baja a Segunda B. Qué mal trata la vida a algunos seres.



(Fotografía tomada del diario La verdad, de Murcia)


miércoles, 20 de agosto de 2014

Parada














Te miras en el espejo un rato más de lo habitual. Ha llovido tanto desde entonces, reflexionas. Y sin embargo, te reconoces en lo esencial. Agradecido, sonríes lentamente. Agradecido, el espejo te devuelve la sonrisa. Con un rictus más irónico e incluso risueño, que tú agradeces.



martes, 19 de agosto de 2014

19 de agosto del año de la ignominia







Si muero,
dejad el balcón abierto.

El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo.)

El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento.)

¡Si muero,
dejad el balcón abierto!







...abierto permanece, Federico.





lunes, 18 de agosto de 2014

Qué pecado














Hace unos días me vi en el compromiso de asistir a un funeral. Allí volví a escuchar la maltrecha película de serie B del pecado cometido por los hombres. Esta pareja de huérfanos por causa de la epidemia de ébola en Sierra Leona es una de tantas y tantas razones por las que no soporto oír que se hable del pecado humano. ¿Qué pecado han cometido estos niños, cínicos y malsanos mercaderes del templo? Asco. 





domingo, 17 de agosto de 2014

Evasión




















No piso habitualmente la playa, pero me conformo con saber que bajo el asfalto de mi ciudad el subsuelo aluvial y secreto hace las veces de playa. Y que más allá de la masa aglomerada de infinitos guijarros que nos sostienen hay un magma. De momento ahí no he llegado. Hasta ahora me conformo con tocar, de vez en cuando, las piedras que se pelean bajo mis pies y con refrescarme en las capas freáticas abundantes que se manifiestan en cuanto das un zapatazo. O casi. Al menos esos materiales sólidos y esa sustancia líquida me compensan, calman mi ansiedad y dialogo con ellos de materia a materia. En ocasiones llego a percibir el rumor del oleaje antiguo. El de solera, el que ya existía cuando los hombres no estábamos aquí y otros seres desaparecidos escuchaban breve pero intensamente.



(Ilustración de Balbi López)


sábado, 16 de agosto de 2014

Puente (entre especies)




























Pues sí, si como decía Platón, que dicen los viñetistas Asier y Javier, "muchas veces ayudó una broma donde la seriedad solía oponer resistencia", debería imponerse mucho más el humor. El humor tiene buena y mala fama. Buena, porque desaloja la tensión  de un golpe de sonrisa o de carcajada, y eso es beneficioso para la salud del individuo o de un grupo. Mala porque a veces tiene muy mala leche y hay gente que no sabe digerir la crítica y conlleva problemas...para el autor de la gracia. También es equívoco su uso. Se separa tajantemente el tiempo de humor del tiempo de obligaciones. Se le encajona en el espacio del ocio hasta un cierto límite y luego vuelta a la gravedad adusta y jodida de compromisos, acatamientos, roces y choques múltiples en la vida cotidiana. ¿Que todos tenemos sentido del humor? Sin duda, pero ¿todos convertimos el humor en conducta paralela sin renunciar a otras insensateces que se disfrazan de sensatas? Claro que no. Sin embargo, y aunque el mundo esté revuelto, para muchos dramáticamente revuelto, y saque pocas sonrisas, no hay humor más sencillo que aquella actitud que distraiga la agresión. Una leve ironía ya es una buena defensa. Un relajamiento del tono de la voz supone algo aún superior. Una reflexión que relativice lo que nos ponen tan oscuro o que nos imponen con tanta contundencia, incluso violencia, es una puerta abierta a un campo diferente. Una expresión o una viñeta o un artículo cargado de jovialidad crea un espacio neutral donde es posible cierta armonía, acaso un reencuentro y puede que añadir un adoquín más en el suelo utópico de una paz deseable. Por eso me gusta ver sentido del humor en las manifestaciones, esas sátiras de carteles humorísticos, esos gritos novedosos y divertidos, porque el humor no está reñido con la autodefensa y la reivindicación, sino todo lo contrario. Por cierto, el que esto escribe tiene bastante humor, pero no lo profesa lo suficiente. En fin, que espero que el diálogo de los primates quede desvalorizado algún día. El ejemplo del comportamiento humano no debe calumniar por más tiempo a esas nobles especies.



( http://asieryjavier.com/ )


viernes, 15 de agosto de 2014

El lector inefable
























No deben ser las páginas salmón porque el color no va acorde. Tampoco el Boletín Oficial del Estado porque no suele ser leído por nadie; y menos por personajes de trajes azules a rayas...salvo que busque su nombramiento para el cargo por parte del cacique de su tribu. De un periódico deportivo, descartado: no hay maqueta chirriante de colorines y titulares grandiosos con letras ampulosas, y el chirriante goooool no aparece por ninguna parte. ¿Prensa del corazón, tal vez? No da el formato y al tipo no se le advierten rasgos de tener corazón, ni siquiera el corazón rosa de las revistas rosas. Si se me sugiere que acaso mire una revista porno, pues no sé, ¿hay todavía revistas porno en un mundo de webs de internet?; tampoco me pega que esté en esa pose, aunque hay mirones que tratan de disimular porque su mala conciencia de acendrada fe y perpetuo estado de gracia les persigue. Podría tratarse de un periódico normal, mira por donde, las páginas políticas, las que describen eso que inquieta cada vez menos porque nadie se lo cree. No, no echan humo, ni blanco ni negro, luego tampoco será; no hay papa. Ya caigo, es prensa científica, de esas que difunden descubrimientos que luego se corrigen y desdicen. Pero ¿me puedo creer que ese personaje esté interesado en la ciencia, mejor dicho, en el conocimiento, salvo para introducir mejoras en los planes de robotización y reinversión de sus empresas, que proporcionarán más eliminación de mano de obra? He mirado atentamente, con lupa incluso, la fotografía; y ay, casi se me cuela porque prácticamente está tapado por uno de sus hombros alzados. El hombre de anchas espaldas, que parece decir ahí me las den todas que las tengo bien cubiertas, está leyendo Mein Kampf por entregas, por eso es tan pardo el fondo de la página. Ah, alguien me indica que ayer terminó de leer el Camino.



Viñeta de Vizoso,  http://cachondodejahve.blogspot.com.es/


jueves, 14 de agosto de 2014

Lauren Bacall, en cabeza





Cuando pocos se atrevían a hablar, ellos hablaron. Y se manifestaron. Tiempos de la persecución del senador McCarthy que, con perversa intención, compartida por amplios círculos de la sociedad norteamericana y del Estado, perseguía las ideas de los izquierdistas norteamericanos. Y más en particular las de aquellos actores, guionistas, productores, directores o escritores calificada especialmente en este sentido. Ellos, los de la fila controlada, y otros más, dieron la cara por sus compañeros procesados  -llamados Los diez de Hollywood- acusados por McCarthy con el eufemismo de realizar actividades antiamericanas. La fotografía trae a colación la marcha a Washington que efectuaron actores solidarios como John Garfield, Danny Kaye, Gene Kelly, Humprhey Bogart...y ella. Porque ella no era solo la mujer hermosa y actriz calificada de la época. Era también el ser humano dotado y reconocido en su conciencia política. Algo que, en estos tiempos de disolución en que vivimos, parece olvidarse o relegarse con desprecio. A ella, a la recién desaparecida Lauren Bacall, mi reconocimiento. Este tipo de gente es la que permanece en la memoria.



Estos son The Hollywood Ten, Los diez de Hollywood, perseguidos, despedidos e incluso penados.  



martes, 12 de agosto de 2014

Desplazados desertizados deshabitados desocupados despojados desheredados desalojados despreciados








...una vez las palabras se desprendieron de las rocas y dieron lugar a los hombres...no...una vez los hombres salieron de las piedras y alzaron las palabras...no...una vez el desierto abandonó a las palabras para que los hombres tomaran su lugar...no...una vez los hombres perdieron las piedras y las palabras y se perdieron a sí mismos...no...una vez no hubo suficiente desierto para acoger a los hombres y los expulsó...no...una vez las rocas se disolvieron en partículas tan insignificantes a las que se acabó llamando hombres...no...una vez las rocas hablaron con palabras mientras los hombres resonaban en su vacío...no...una vez las palabras quebraron como el cristal y se las llevó el viento de la necedad...no...una vez los hombres hicieron niños que solo sabían de piedras de polvo de cansancio de lloros de rabias y de hastío...y así desde antiguo y acaso hasta el infinito... 

...la maldición...los malditos




domingo, 10 de agosto de 2014

Un encuentro casual

















Me encuentro con mi viejo compa del colegio, desasosegado y de vuelta de todo: "Ya nada es lo que era. El martirologio cristiano se ha venido abajo. Solo es mártir, a la fuerza, sea religioso o laico, creyente o ateo, quien no puede escapar. Ya nadie se ofrece. ¿Recuerdas aquello de cuando los fieles seguidores del que edificó sobre una piedra todo un imperio eran arrojados a los leones? Vete a saber. Nos contaron tantas historias bonitas que te hacían creer en el sacrificio elegido. ¿Nos atraía la inmolación o la aventura? Mira que lo primero daba escalofríos y hasta llorábamos cuando los relatores entraban en detalles. Eso sí, se te hinchaba el alma y querías ser como ellos, ¿recuerdas? También nos contaban que los humildes enviados de la fe a la negra África eran metidos en una olla puesta sobre las brasas y los salvajes caníbales los cocían y luego se los comían, y ellos, los cocidos, ofrecían su martirio a un supuesto señor de las alturas. ¿Habrá ocurrido? Y más recientemente, y en nuestra niñez insistían mucho en ello, un demonio llamado comunismo perseguía y enviaba a oscuras y heladas estepas a los que no renegaban del nombre más inventado de todos los nombres". Le respondo con calma, para tranquilizarle: "No padezcas, era nuestra alma de criaturas inocentes, que se dejaba influir y a la vez degustábamos el acre sabor del morbo, sin que por ello mermaran nuestras puras y castas ideas de los difusores de la caridad". No parece satisfecho mi antiguo colega e insiste: "Nada es puro ahora. Ni la castidad, ni la entrega, ni el esfuerzo a causas que deberían ser reconocidas, ni, ni, ni..." Presiento que el hombre anda perdido y le digo: "Vamos a tomarnos unos chiquitos. Todavía queda la tasca de nuestras primeras iniciaciones en el culto a Baco, venga, te invito". Mientras nos colamos por las callejuelas que aún no han derribado los especuladores él sigue erre que erre: "Quién lo iba a decir. Y ahora llega un bicho de ná, un ser invisible, que dicen que han soltado para limpiar de superpoblación al continente entero de allá al sur, y los valedores de la fe se rinden como si tal cosa. Lo que te digo, compa, ya no hay espíritu de sacrificio. ¿Cómo va a creer la gente?". "Como no te calme el cigales, no voy a poder contigo", le digo por cortar su rollo.



(Imagen de Theodor de Bry)


sábado, 9 de agosto de 2014

El Rey Yo
























Dice hoy el blog de El ventano que el personaje de traje a rayas, carpeta en ristre y dedos de una mano que acarician maniática y levemente los dedos de la otra mano es Él. El ínclito. Por si quedaba alguna duda, dicho personaje lleva escrito un YO!! mayúsculo junto a la cabecera del dossier, justo donde pone Presidencia del Gobierno. Cabe pensar que sea una instantánea, ya se sabe cómo son los paparazzi. Cabe desde luego que, puesto que las élites se las saben casi todas, la pose esté preparada para que se comente, bien o mal, pero que haya carnaza, pues los mandamases se regustan en el cortejo. Cabe pensar, cómo no, que el YO de un señor siempre es muy traicionero, que escapa del subconsciente halagador y se instala a los ojos de todo el prójimo sin hacer remilgos y pasando de cualquier gesto de modestia y humildad. Cabe también que el susodicho esté obsesionado por la tradicional firma de los reyes de las diferentes monarquías hispanas, por aquello tan concluyente como sentencioso de Yo, el Rey, que iba colocado al final de los edictos o las leyes o los ordenamientos. Sea por lo que fuere, que disfrute de sus breves días de gloria. YO!! fui ése, podrá decir cuando ya no se aloje en su palacio provisional. Pero a mí todas estas petulancias sólo me recuerdan una canción del pobre Víctor, que, aun cantando tan bien, era un díscolo. ¿Usted es un YO? Miren lo que decía el cantor de los YO...






viernes, 8 de agosto de 2014

¿Quién dijo ficción?
























" -Entonces, doctor, ¿es el cólera?
  -¿De dónde ha sacado usted eso?
  -Del periódico, y la radio también lo ha dicho.
  -Pues no, no es el cólera.
  -En todo caso, ¿eh?, ¡caen muchos!
  -No crea usted nada  -dijo el doctor."

El diálogo camusiano no es banal. Puede que haya saltado ya de las páginas de La peste de Albert Camus para instalarse en las calles de las ciudades occidentales. El ébola puede ser el rostro vengativo de la otra peste, la de la marginación a la que el occidente cristiano y rico, con sus variantes cualitativas, ha sometido a África. ¿Marginación? Históricamente, para extraer (aquí el término adecuado es robar)  materias primas y abusar de mano de obra (¿ya nos hemos olvidado de la esclavitud?) y emplear carne de cañón (también fueron utilizados los negros en las guerras europeas y americanas) no hubo olvido. A quien se olvidó fue al Hombre in situ. Al ser humano, fuera cual fuera el género, la edad, incluso la condición, pues Occidente contribuyó a destruir de forma despiadada las culturas de un continente inmenso. La historia es la historia de las luchas de clases, nos contaron unos. ¿Solo? La historia es además la de la ocupación, destrucción, manipulación y agotamiento de continentes incluso. La historia es como es, no se puede hacer nada, se justifican hipócritamente las beneficiadas naciones a costa de la pobreza de otros. El ébola es un virus, naturalmente, pues las formas de la vida sobre la tierra son ilimitadas prácticamente. El tema es por qué un virus puede causar tanto daño. ¿Era el bacilo de Koch la causa de la enfermedad y la muerte en el siglo XIX y parte del XX? Sí, pero lo era porque hacía de mensajero de otra enfermedad arraigada: las condiciones de trabajo, de hábitat, de higiene pública, de situaciones famélicas del proletariado de las ciudades europeas. Hoy, la Organización Mundial de la Salud se pone seria. No se sabe si para advertirnos con absoluta sinceridad, para curarse en salud, para activar el negocio de las farmacéuticas y demás negocios sanitarios. El África abandonada se venga. ¿Empezaremos a ser conscientes de lo que ha ocurrido durante siglos (sobre todo los de la explotación imperial y colonial europea) cuando la peste haga sus guiños con los ciudadanos que presumen de derechos humanos en nuestros pagos? Demasiado tarde. Para que luego digan que ciertos escritores, clarividentes y audaces en sus denuncias, inventan lo imposible. Lo imposible ya está en el África Occidental y hoy las fronteras tienen agujeros por todas partes. La peste la teníamos dentro, bajo otras formas, y África nos ha importado un bledo. Su Némesis llama a la puerta.



lunes, 4 de agosto de 2014

¡Te pillé!
















Sí es lo que parece me pones contento, niña. Me sacas de la abulia en esta noche de vacaciones a la española en que la gente mira dos veces para otra parte. Me aligeras también la mala conciencia. Pero sobre todo, me tientas. ¿Sabes lo que me apetecería en este mismo instante, mientras veo que hurgas entre las ruinas de Gaza en busca de un tesoro? Echarte una mano. Imagino, desde mi posición sin riesgo, una escena. Que me acerco y te digo: espera, no te cargues con mucho peso, vamos a recoger entre los dos todos los que podamos. Seguro que otras personas que nos vean vendrán a ayudarnos. Yo levanto los escombros y tú sacas aquel libro de matemáticas, ese otro de lengua, el de geografía polvoriento y no precisamente por el desierto, aquel de física, los relatos de las Mil y una noches, el de las aventuras de Harún al-Raschid, que se indignaría por lo que os está pasando, ese montón de partituras en mezcolanza...Mira, aquí hay uno precioso sobre caligrafía; probablemente fuera del maestro. Apresurémonos antes de que la próxima explosión destruya más libros y de paso nos deshaga a nosotros. Niña, seguro que no eres la primera de la clase pero sí la que más claro lo tiene. No me importa demasiado si los rescatas de una de esas escuelas que los bravos soldados del rey David bombardean, y que tú pretendes recuperar para tus compañeros. Ni tampoco si te los llevas para revenderlos en el mercadillo porque tu familia y tú tenéis que sobrevivir. O simplemente porque no puedes soportar que algo que se llama conocimiento y va impreso en esos desvencijados papeles queden a merced de la próxima razzia de los bárbaros que odian que el conocimiento deba ser para todos. Niña, algo así no se ve todos los días. Mientras en mi país los negociantes privados de la enseñanza y los editores se matan por renovar los mismos libros cada año por un tilde o una coma de más o de menos, ver tu heroicidad me conmueve. Ya digo, niña: si es lo que parece me sumerjo en la noche mucho más agradecido a la naturaleza humana, porque hay seres más sensibles y receptivos al bien que a la maldad, no obstante lo que sufran. Por esta noche, también a mí me salva ese sentimiento.





  

domingo, 3 de agosto de 2014

Nicht lösbares Feuer




















Me ha impresionado el sencillo comienzo que protagoniza Harun Farocki en su película Nicht lösbares Feuer, El fuego inextinguible. Lo que lee, sí: un testimonio entre miles. Las manos convertidas en puños que se apoyan pesadamente en la mesa (¿Rabia contenida?) Y luego la incorporación de Farocki a rostro abierto hacia la cámara. Es decir, hacia nosotros, los espectadores. Habla el cineasta con firmeza deletreada:

¿Cómo podemos mostrarles el napalm en acción? 

(Pienso si en nuestros días alguien con conocimiento de causa de las barbaries presentes  -hambre, guerras, enfermedades, explotaciónes de recursos que son robos...-  habla de este modo. Pienso entonces: ¿dónde moran los que se reclaman de las artes, de la inteligencia, de la estética, del conocimiento?)

Si les mostramos imágenes de quemados con napalm cerrarán los ojos.

(Depende de cómo se muestre, una imagen puede acercar o alejar el padecimiento de unos hombres a la mirada siempre lejana de otros) 

Primero cerrarán los ojos ante las imágenes.

(¿Por repulsión, por no creer en lo que reflejan, porque la sensibilidad epidérmica de los bienpensantes y acomodados, incluidos obreros y parados de nuestro entorno, no desea aceptarlas?)

Luego cerrarán los ojos ante la memoria.

(Ahora mismo, probablemente los que leáis esta entrada penséis que a qué viene resucitar un episodio de la historia. Por supuesto, no estoy tan enfermo como para recordar un episodio de destrucción y muerte que causó elevadísimas víctimas con nostalgia. El horror no puede nunca desatar nostalgia ni melancolía. Ni en los que padecieron directamente ni en los que vivimos un tiempo en que las noticias del horror  nos llegaban cada día)   

Luego cerrarán los ojos ante los hechos.

(Muchos piensan: Los hechos de atrás son pasado. Son materia para historiadores y reporteros que de vez en cuando resucitan guerras y conflictos que vendan en las cadenas de televisión. Aquello, como todo, ya pasó y no hay nada que revolver; eso piensan muchos. Como si buscar explicaciones, anhelar justicia y sobre todo tomar como referente lo ocurrido con el fin de no repetirlo fuera enmarañar la vida de los primitivos actuales que somos) 

Luego cerrarán los ojos ante el contexto.

(Ah, qué dice, ¿es que hubo un contexto? ¿No fue un holocausto donde los buenos ganan una vez más a los malos? Solo que los buenos no ganaron y los malos no eran peores que los buenos. Y aquel contexto, ¿solo es algo que se circunscribe al tiempo, al espacio y a la geoestrategia mundial del momento? ¿Que no fue algo casual? ¿Que no se entiende cómo el Imperio del Bien pudo no ser apoyado por Dios (in God we trust)? ¿Que nadie quiso aquello porque dos no riñen si uno no quiere? Como si los que riñen partieran de una posición análoga de fuerza. Por si alguien tiene dudas recomiendo El americano impasible, de Graham Greene)

Si les mostramos una persona con quemaduras de napalm heriremos sus sentimientos. Si herimos sus sentimientos se sentirán como si estuviéramos probando el napalm sobre ustedes, a sus expensas.

(El napalm, como la bomba atómica, como los gases, como cualquier arma bacteriológica que las bestias suelen soltar sobre otros hombres,  no son mostrables con imágenes. Lo que se nos ofrece acaso no es parecido. Solo ficción, que nos quiere transmitir unos efectos. Pero los efectos no se transmiten, salvo que te destruyan in situ, salvo que te coman la carne, salvo que te borren del mapa. A eso que se ve a veces en un film o un reportaje habría que aplicarle lo de Magritte: esto no es una pipa. Es celuloide, transmisiones vía satélite, videonoséqué...En el trayecto de su emisión hay tiempo para desactivar el horror, reducirlo, minimizarlo. El horror que creemos ver en televisión es más simulación, y sin embargo, a veces ¡nos impresionamos con tal simulación! Farocki sabía de qué hablaba. El temor a sentir heridos nuestros sentimientos se llama MIEDO, PÁNICO, RIESGO, INSEGURIDAD, DESESPERANZA...¿Para qué tener, pues, sentimientos?, desearía bramar nuestro subconsciente más sincero)


 

sábado, 2 de agosto de 2014

Crear uno, dos, tres...muchos Harun Farocki




Esta semana ha muerto en Berlín el cineasta Harun Farocki. Su breve film El fuego inextinguible denunciaba la barbarie militarista de los USA en Vietnam y en concreto el uso del terrible napalm por parte de los agresores. Con aquel trabajo impactaba sobre las mentes bienpensantes o ajenas al sufrimiento ajeno. Cuando estamos viviendo un arrasamiento de la población de Gaza por parte del nazismo israelí no podemos sino echar en falta trabajos de cine críticos, que cuestionen no solo la violencia de los bárbaros sino la pasividad de los Estados supuestamente cultos y modernos y de aquella población que mira hacia otra parte. Farocki hacía su propia guerrilla de la cultura, sintiéndose un hondero frente al todopoderoso imperio de las armas químicas y de amplia destrucción en general.