No me he reunido con las sibilas para saber del futuro.
Ni para que me informen de mi destino.
Ni para consultar seguridades.
Ni para prevenir desastres.
Ni para hallar la manera de enriquecerme.
Ni para proteger mi honra.
Ni para que me indiquen quién será mi enemigo.
Ni para que me consuelen de mis cuitas.
Ni para que me auguren dichas.
Sé tan poco del pasado que me avergüenza inquietarme por tiempos venideros.
Apenas sé de las obras de otros hombres que nos precedieron.
Apenas llego a comprender el sentido de una marcha que viene de lejos.
Apenas logro descifrar la dirección de la vida.
Pero no me inquieta lo inexistente
Ni recurro a sacralizar el misterio.
Me estimula lo acontecido hasta ahora para que yo esté aquí.
Me hablan los ciclos de la vida y su sangre y su savia y sus erosiones.
Aún es el tiempo de desentrañar lo que se hizo antes de que llegáramos
Para entender algo de nosotros.
Aún es el tiempo de mirar nuestras manos y palpar el horizonte con ellas.
Aún es el tiempo de amar lo que nos rodea.
Aún podemos navegar salvando los escollos.
Aún es el tiempo de la posibilidad.
Eso quiero pensar, eso anhelo, aunque la incertidumbre me acompañe.
Mas no debo ceder a los espectros.
Así hablé a las sibilas.
Y las sibilas han asentido con sus rostros ambiguos.
Y las sibilas han permanecido enmudecidas porque no tenían nada que decirme.
Y por vez primera he visto que la mirada de sus ojos era humana
y se acercaba a mi mirada.
Recuerda que ya fue escrito:
Buscarás la noche como lugar de acogida
Y asirás la luz del amanecer
Porque sólo con tu mirada sincera es posible medir la longitud de los tiempos.Esta noche las sibilas y yo nos hemos conjurado contra los dioses.
A la luz de la antorcha.