Estoy en cuclillas al borde del estanque de la finca de mis tías y en esto que llega Gemma por detrás y me empuja. Caigo sobre la superficie de nenúfares y me hundo. Ella ríe, luego grita, se alarma y extiende sus manos para recogerme tras la invisibilidad de la pequeña selva acuática. Vadea bajo las plantas enganchando y desatando sus dedos de las raíces. Al final se aparta del saliente de la alberca y se sienta a orillas de la noche, esperando que yo dé alguna señal. No se la ve en absoluto alterada; tan sólo muerta de curiosidad.
(Fotografía de Lilya Corneli)
Me he sumergido en ese estanque. Ahora estoy sentada junto a ella, esperando que emerjas.
ResponderEliminar¿Hay algo más paciente que cuanto acontece en los sueños?
EliminarPaciente no se, pero desde luego si no se sale de un espacio acuático, sea cuento o realidad, lo tienes muy, pero que muy jodido.
ResponderEliminar... si tienes branquias me callo.
Feliz día querido.
El mundo de los invertebrados y branquiales es amplio y uno a veces se siente tentado a pedir acogida en él.
EliminarPor pedir que no sea ... yo desearía una velada con mi vertebrado favorito Sean Connery
EliminarHumm tentaciones ...
Los sueños son realmente algo curioso, suceden cosas que a veces te das cuenta que son sueños.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces pienso que si no nos acordamos mucho más de ellos debe ser para que nuestro cerebro mantenga la conciencia del límite. Un abrazo, Miquel.
EliminarUn sueño inquietante. Entre los 18 y los 26 soñaba muchísimo y anotaba los sueños de cada noche en cuadernos. Con el tiempo no es que no sueñe, es que me despierto en una fase de "no sueños", entonces no los recuerdo o muy vagamente... El mundo de los sueños es fascinante.
ResponderEliminarDebemos preservar el mundo de los sueños: no solo es nuestro descanso fisiológico sino nuestra mente recuperada.
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