Un caballo azul que creía perdido para siempre aparece a mi lado. Agacha la cabeza para que le acaricie la crin. Ni bufa ni se agita. Cuando extiendo la mano me despierto. Observo en ese momento que mis dedos tiemblan.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Re-linchaba?
ResponderEliminarNi bufaba ni se agitaba, o quién sabe.
EliminarTemblaban... tal vez estremecidos en la memoria del tacto.
ResponderEliminarNo vas descaminado.
Eliminar