Un grupo abigarrado de hombres hablaba cada vez con mayor énfasis bajo la habitación donde yo dormía. Al asomarme al balcón callaron. Me vestí deprisa y bajé corriendo las escaleras. Pero no había manera de terminarlas de bajar. Saltaba los escalones de dos en dos pero estos parecían multiplicarse. Yo pensaba angustiosamente, mientras tanto: se van a marchar, se van a marchar. Al fin, abrí el portón. Solamente permanecía uno de ellos para darme un mensaje. No te podíamos esperar más, nos hemos ido, dijo. Entonces yo le replicaba: pero estás tú, puedo acompañarte, guíame. Y él respondía: no, yo no estoy, tan solo soy tu sombra que llega tarde.
(Fotografía de Anton Stankowski)
Redondo.
ResponderEliminarGeometría de sombras.
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