Recorro la galería de los bustos y cada uno de ellos habla una lengua diferente, haciendo del rumor inicial un galimatías. A mitad de la exposición los pedestales se exhiben vacíos y más allá solo aparecen volúmenes de mármol brutos desordenados. La extensa logia termina en una pared ciega, abrupta, llena de aristas, como la base de una montaña que no conduce a ninguna parte.
(Fotografía de Lee Miller)
Lo malo de esas montañas, además, es que muy difícil rodearlas.
ResponderEliminarRecuerda la canción: volvió a subir a aquel monte, volvió a subir a aquel monte, volvió a subir a aquel monte, ¿y qué creéis que vio?, al otro lado otro monte, al otro lado otro monte, al otro lado otro monte, mayor que el anterior.
EliminarHablan lenguas diferentes y hacen ruído.
ResponderEliminarBesos.
Pero todas callan también: acaso ése es el lenguaje donde encontrarse.
EliminarLas aristas, son las aristas, las que jamás han llevado a parte alguna.
ResponderEliminarSalut
Pero lo escarpado permite escalar, ¿no? Sin las aristas, ¿qué sería de nosotros? (Otro enfoque)
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