"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 1 de febrero de 2025

Otra vez, febrero (al que Marianne Faithfull no ha llegado)

 



Otra vez en febrero. ¿Cuántas veces hemos estado en febrero? Úsese una respuesta muy individualizada, como se suele decir ahora. Pero párate por un instante y calcula, compañero. Detente, deja de hacer esa utilidad del día a la que te sientes obligado y practica un ejercicio gimnástico que no solo va a favorecer a las neuronas sino sobre todo, o además, a las ideas. Las ideas, los pensamientos, los criterios, todo ese bagaje que si no le das juego cada día se oxida con devastadores efectos en tus comportamientos, que otros individuos van a advertir.  

Ahora calcula fechas desde aquella que tú quieras elegir por capricho. De infancia, de juventud, etcétera. No se trata de repasar por repasar febreros sino de poner imágenes. Elige, si deseas, un período o un año al azar. Pregunta a la cifra ilustrada. La cifra te va a remitir a ti mismo, es decir que si esperas que por las buenas salga en una pantalla oculta tu propio aspecto o porte de tiempo atrás vas listo. La pantalla la tienes entre sien y sien. Más adentro. Preservadamente en un interior sacro que siempre pretendes salvar, porque es mi espacio intransferible, te dices como niño pequeño, pero que se ve sometido a interferencias externas constantemente. Y para más inri a las intromisiones que tu afán por seguir avanzando febreros vas generando por tu cuenta. 

Elige y recorre, pues, el trayecto de tiempo y de mirada desde el ahora. A un febrero ha seguido otro, puedes saltar varios y caer sobre un febrero de varios años después. ¿Qué ves? ¿Te recuerdas en aquel febrero del año tal? ¿Aparecen personas a tu lado y la idea que tienes de ellas se ha mantenido en el tiempo? ¿Cuántos supones que están aún por ahí, cumpliendo febreros, y cuántos dejaron de cumplir febreros, marzos y diciembres para siempre? Y ahora a lo que iba desde el principio, pero como divago siempre, y divagar no es despistarse sino tratar de abarcar más territorio aunque sea onírico, casi se me olvida. Ahora ve comparando las apariencias de hace muchos febreros de tipos conocidos, amigos, familiares, con las que te llegan en la actualidad. 

Pórtate sin acritud. Con ironía, si quieres, pero no irrespetuosa, sino solo sorprendida. ¿Qué culpa tenemos los pobrecitos de nosotros a los que se nos cae el pelo, se no pronuncian más arrugas, salen tripas más rellenas, cojeamos, vamos más inclinados o nos mostramos más flácidos? Hago de ordinario el repaso a imágenes que fueron con las que son. Sobre todo cuando muere algún personaje de cine del glamour ese que nos metieron por las canillas. Las redes mediáticas enseguida sacan del olvido la jovencita o el galancito luciendo sus hermosuras, pero avanzas en la búsqueda y los ves con sesenta, setenta, ochenta añitos, si llegan, y entonces el ejercicio te bloquea. O sea, que estos fueron aquellos, te dices con pasmo. 

Y piensas en ti mismo. Cualquiera, sea guapo o feo o del montón, piensa en cómo se verá a sí mismo, y cómo le verán, con esa edad avanzada que suele traicionar la juventud o la madurez aún primorosa. Yo siempre me consuelo con esta idea: la traición inevitable a tu pasado no es sino fidelidad a tu presente. 



Y ahora un recuerdo para Marianne Faithfull, fallecida el otro día, que a la vez es un recuerdo a sus canciones que poníamos en las gramolas de los bares. Esta canción fue creada por Bob Dylan, al que tanto escuchamos en bares y cantábamos en asambleas reprimidas.




It's all over, it's all over now, baby blue 
It's all, it's all over now, oh yeah 
It's all over now, all over now, baby blue 

Se acabó, se acabó todo ahora, bebé azul 
Se acabó, se acabó todo ahora, oh sí 
Se acabó todo ahora, se acabó todo ahora, bebé azul




*Imagen del principio: Mes de febrero en el grabado del Grand Calendrier et compost des bergeres -Gran Calendario y abono de los pastores-  de 1496.