Ha abandonado su silla y ha salido a la calle. La silla siempre le espera pero él no se apoltrona en ella. Una silla debe ser para lo justo. Una actividad medida, un descanso pasajero. Eso piensa de las sillas. No sabe estar quieto, como si temiera dejar de ser él mismo y que otro se apoderase de él a través de la quietud. Sale y da vueltas por su ciudad interior. La que aporta nuevas rutas cada día en su mente. ¿Quién dijo que la ficción no es real? ¿Quién dice que lo imaginado es menos tangible que lo aparente? ¿A quién se le ocurre que generar mundos y personajes dentro de este mundo tan concéntrico y expansivo no es útil? ¿Todo tiene que ser útil? Entonces también la inutilidad lo es. Porque sirve. Acaso para contrastar, para ofrecer alternativas, para relajar tensiones. Para deambular incluso por lo absurdo.
(Por ahí anda: https://lasilladek.blogspot.com/ )
Las ficción, soñar despiertos es lo que nos salva del aburrimiento del absurdo cuento de la vida,
ResponderEliminarY no es poco. También es el modo de evitar malos estados de ánimo.
EliminarLos conceptos de útil e inútil son aleatorios, y más en esta sociedad utilitarista a tope.
ResponderEliminarAnder, un saludo.
Sin ninguna duda, Ander. Vivimos en una sociedad que descalifica por sistema lo que no está categorizado e impuesto.
EliminarMe ha gustado lo de dar vueltas por la ciudad interior. Hay una ciudad interior y con un barrio favorito. Hay un país interior y una comarca favorita y no son fruto de la imaginación. Hay, incluso me atrevo a decir, un universo interior y personal. Está ahí y se ha ido construyendo pensamiento a pensamiento. Compadezco a quien no lo ha descubierto.
ResponderEliminarComparto tu punto de vista. Me da la impresión de que muchos no lo han descubierto. Y se limitan a caminar por la vida a trompicones...con todas las concecuencias para ellos y para nosotros.
EliminarNada más prosaici que aprender cosas útiles. Demuestra un nulo interés por aprender como finalidad. Sólo puede perdonarse si con esa utilidad compras tiempos para aprender cosas inútiles que a uno le gusten, claro..
ResponderEliminarAbrazooi
No hay muchas vías de escape al utilitarismo, hasta el ocio es parte de él, así que ya ves. Cada cual debe saber y buscar.
Eliminary que el miedo del hombre...
ResponderEliminarha inventado todos los cuentos.
León Felipe fue para mí un fogonazo a finales de los 60.
EliminarLos mitos, en parte, son producto del miedo del hombre.
Me gusta eso de que la silla sea para lo justo. Yo soy de los que meditan mejor paseando.
ResponderEliminarEs cuando más ocurrencias se tienen, ni siquiera en la cama hay tantas.
EliminarBueno... otra posibilidad sería pasar de ejercicios de autoprestidigitación y/o cómoda ceguera y recibir el impacto del mundo en carne viva, sin tratar de esquivar el golpe. Seguro que duele, pero merece la pena.
ResponderEliminarYa te contaré qué impresión saco de El Búho Ciego (100 contra 1 a que me va a gustar).
Chiloé
Ignoro si sigue en vigor el libro en librerías. Ojalá lo encuentres, o en biblioteca. Para mí fue otro fogonazo (Tengo varios libros fogonazos, pero no es cosa de revelarlos ahora)
EliminarEn realidad uno está con un pie en cada lado, manteniendo un equilibrio en que pacten las dos clases de ficciones que nos zarandean.
Las cosas inútiles, las que no llenan ni la cartera ni la nevera, son las que de verdad importan. Las vidas útiles son vidas vacías ...
ResponderEliminarPero habrá que ver la vida con otros criterios, porque si no...
EliminarFáckel:
ResponderEliminarestoy de acuerdo con que la ficción es también otra forma de realidad.
Salu2.
A veces no se distingue. Todos tenemos expresiones paralelas en nuestras vidas.
EliminarTenemos la capacidad de soñar el mundo perfecto en el que queremos estar.
ResponderEliminarYo ya no aspiro a mundo perfecto alguno ni en los sueños; pero por ejercitar la capacidad de no perder equilibrio que no quede.
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