"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 3 de febrero de 2025

Paisaje (verde)

 



Francamente, la lógica es aplastante ante una fuente de olivas, aliñadas con delgados filamentos de cebolla y espolvoreadas por el pimentón . Miras y te abstraes, sin decidir hincar el palillo y trocear el pan. 

Es un bodegón, esto no son aceitunas, te torea el subconsciente. También este puede ser el fruto prohibido, dice tratando de desviarte la atención el viejo cristiano que aún naufraga por algún rincón. 

Mientras contemplas el paisaje verde y un imperceptible aroma parece salir del cuadro piensas en la vida eterna. La que quisieras que durase cuando es placentera y desahogada. Te deleitas en la eternidad de los buenos ratos que has pasado en tu existencia, por muy breves o fugaces que hayan sido. 

¿Vida bucólica? ¿Contemplación más allá del bien y del mal? ¿No pasan los años por ti? Mi reino por una fuente de aceitunas, proclama el enemigo que llevas dentro mientras se le ensaliva el paladar. 

Ah, la tentación. Mefistófeles no debía conocer el placer carnal de catar aceitunas. No se lo propuso a Fausto. De lo contrario Fausto no habría dudado de entrada y ni el Anónimo del siglo XVI ni Marlowe ni Goethe habrían escrito sus relatos. Habrían compartido a través del tiempo la fuente de olivas aderezadas.

Imagina al Anónimo, a Marlowe y a Goethe, aparcando a su pobrecillo Fausto y dejando que triunfe Mefistófeles, mientras el mesonero les pone la fuente de aceitunas sobre la mesa. De no ser por este plato de los bárbaros del Sur no nos habríamos conocido en persona. Son así de simples comentando.

Lo visual se resiste a dejar paso al gusto, intentas que el instante de contemplación dure para que el apetito vaya elevando el tono. ¿Cuánto degusta el humano solo con pensar en comer? 

La mirada es el prolegómeno. Dejas que se prolongue la mirada.

De pronto no aguantas más. Es lo que tiene la pasión. Su límite. Te remangas  la camisa y alzas el mondadientes, sin ímpetu, trazando un arco con el brazo. No hay prisa, has aplazado los quehaceres. También este alimento terrenal aparentemente tan sencillo requiere su rito. Pues en cada fruto se manifestará una encarnación. Y puede que hasta un dios cualquiera, uno de paso, te pida vergonzoso si él también puede probar el bocado verde. ¿Cómo se hace? Le enseñas. 


  

No hay comentarios:

Publicar un comentario