Me lo regaló ayer un amigo que vino de Madrid. Un amigo de infancia y adolescencia al que había perdido de vista durante décadas. Por azar y por empatía hemos recuperado una amistad, que ya no es infantil sino del último período vital. Es decir, jugosa por cuanto nos proporciona recuerdos, narraciones, curiosidades y experiencias mutuas que por sí mismas justifican el hecho de vivir. Desconocía el libro y al autor. Pero por la introducción leída de momento sospecho que además de enjundia y exposición para el debate tiene una capacidad analítica luminosa. Veremos. Esta parrafada de la introducción me ha invitado a proseguir su lectura.
"En la política y en las artes han pasado cosas que no hubiéramos creído posibles: mientras los presidentes se convertían en rockstars, trols y performers, los creadores asumían la misión de señalar los males del mundo. Tal vez no haya una paradoja más notoria del mundo contemporáneo, nada que produzca más perplejidad o confusión. La cultura, que solía ser el campo de experimentación y del libertinaje, está ahora asediada por cuestionamientos morales. Y la política, que solía ser el campo de la responsabilidad y del compromiso moral, ahora tiene licencia para polarizar, dividir y sembrar el odio entre los ciudadanos. Un novelista se mete en problemas si aborda temas sensibles, como el infanticidio, pero nadie cancela a un político que arroja carroña a sus votantes para que lleguen convertidos en hienas a las urnas. A los líderes se les permite rugir y usar como materia prima las bajas pasiones, traficar electoralmente con el rencor y dividir el campo político entre amigos y enemigos; a los artistas, en cambio, se los sienta en la primera fila a que presten atención a las lecciones del profesor de ética contemporánea".
En fin, si este libro me sirve para comprobar que lo que uno venía pensando -elaborando su propio pensamiento- desde hace tiempo no iba descaminado, aunque probablemente en muchos casos que cita no me diga nada que no supiese o intuyera, habrá merecido la pena. Los rugidos más bestiales nos acechan sobre, contra y dentro de nosotros, si asumimos los que proceden de las bestias. Pero también estamos en tiempos de elevados mugidos y no menos aquiescentes balidos que acaso revelan la lamentable situación de la condición humana de nuestros días.
Para aliviar la tesitura no os desearé felicidades verborreicas y tradicionales, simplemente os pongo a Corelli.

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