"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 3 de marzo de 2025

Dirección única. Extinciones

 












"¡El viento se levanta!...¡Tratemos de vivir! 
¡El aire inmenso abre y cierra mi libro, 
La ola en polvo osa brotar de entre las rocas"! 

Paul Valéry, El cementerio marino.


Y así el cadáver miró por última vez. Sin mirada. Sombra y máscara adquirieron el tono cetrino que desde siempre habían ocultado. Lo inmóvil, una efigie. La contracción, un vago recuerdo. El silencio, la evocación de la nada. ¿De qué sirven las voces quedas que susurran y gimen en torno a un muerto? ¿O ni siquiera hay voces que pronuncien el nombre que llevaste? Y así el cadáver imaginó haber tenido vida. Y quiso la nostalgia viajar con él. Por un instante alguien observó un esbozo de sonrisa en los músculos de su mentón. Ensoñación de un iluminado, se supone. Epílogo, tal vez de la farsa, quién sabe. Allí te ves. El último disfraz.





*Fotografía de Evgeniy Shaman

domingo, 2 de marzo de 2025

Dirección única. Suplantaciones

 












Tiempo de máscaras por ser las Carnestolendas. ¿Solo en este tiempo? ¿Y si los verdaderos rostros humanos son los que nos brindan las máscaras? Caras en las que se manifiestan lo que somos. Aquella es la ocultación. La de al lado el engaño. La de más allá el abandono. La otra el despecho. Aquella que asoma a medias la traición. Hay una que casi desaparece que se llama insolidaridad. La que se mueve un poco la desvergüenza. La encogida es la insidia. La que sonríe el cinismo, que suele mutar en hipocresía. La regordeta se trata de la ambición. La de atrás la venganza. Y una muy ostentosa es la crueldad. ¿Sigo? 

No, la verdadera máscara no es lo que nos sobreponemos jocosa o asustadizamente. Es lo que exhibimos con tez, facciones, piel tersa o arrugada, miradas, gesticulación móvil, sonrisas o llantos. Lo que está debajo es lo que mueve los hilos. Instintos y máscaras se combinan en este juego de la cuna a la tumba.

Y en esto, se dirá, ¿es que no hay máscaras bondadosas ni felices ni entusiastas ni gozosas ni biempensantes ni...? ¿Y si las máscaras más atroces, por ignorar a todas las demás, son las de pesimista u optimista?



*Fotografía de Inés González.

sábado, 1 de marzo de 2025

¿Por qué se ha colado este tío por aquí?, se pregunta Bart

 


- Lo siento, Bart, es que este tío se cuela por todas partes.

- ¿Cómo los piojos por las costuras?

- Mira a ver lo que te responde el pobre Zelensky.


viernes, 28 de febrero de 2025

Dirección única. Plantes

 











"¡Cómo cambia a veces el enfoque de un libro (y hasta su equilibrio íntimo) dependiendo del tiempo y del humor!" 

Julien Gracq, Leyendo escribiendo


Ayer devolví un libro que había adquirido dos días antes. La confianza con mis libreros me lo ponía fácil. Era un libro de un autor desconocido para mí pero que fiándome de otro autor al que concedí siempre buen criterio lo había mencionado como obra de autor recóndito pero interesante. Tras cuarenta páginas de lectura yo no sentía nada, no me centraba en nada, no me interesaban sus descripciones y no veía que aquella escritura me condujera a una temática sugestiva. No tuve paciencia, pues. ¿Tenía un día en que semejante texto no me consolaba? ¿No me aportaba el estímulo que uno espera de un escrito? ¿Me pedía mi mundo emocional otro tipo de literatura? Me planté. 

Cuando me sucede algo así suelo pensar: ¿por qué arriesgarme con un autor o una literatura desconocidos? Pero me miento a la vez. ¡Cuántas veces no he descubierto autores que nadie me había mencionado, ya no digo aconsejado, y me han resultado monumentales y cautivadores! Con la diversidad de literaturas que hay a través del tiempo, de las culturas y del mundo, ¿acaso uno tiene que acertar? Me considero un punto más y perdido en medio del mapa humano transtemporal, luego un punto caprichoso y sumamente limitado. Avanzo lo justo en entender algo de lo que nos transmiten de vida los relatos. Tal vez en la próxima existencia, si no he perdido la memoria de esta, pueda progresar un poco más. Y, ¿no os pasa a otros que os tienta la idea o la ejecutáis, de leer aquello que ya leísteis hace muchos años pero que apenas captasteis o percibisteis equívocamente? 

Leer no es solo seguir una trama. Ni interpretar lo que está escrito. O hay emociones y sentidos en acción o un texto sigue esperando al lector que llevas dentro. Para eso, para emocionarte, para reconocerte en un argumento y en unos personajes vitales. Para ser tú mismo parte de él.




jueves, 27 de febrero de 2025

Dirección única. Engaños

 










Fue agradable el reencuentro de calle con aquel compañero de la lejana resistencia. No pasa el tiempo por ti, me dice. Somos nosotros quienes pasamos por él, le digo. A estas alturas no hay demasiadas alegrías, pero vamos reduciendo los pesares, tercia una aparición con tantas arrugas y amago de encorvamiento o más que nosotros. No te lo creas, saltamos todos al unísono, casi ensordecidos por la carcajada.

Entonces me acordé de un aforismo de Lichtenberg que sentencia: "Son gente estupenda, pero la mitad de lo bueno y de lo malo que se dice de ellos no es verdad".



*Esculturas del frontón del templo de Afaia en Egina, en su exilio en la Gliptoteca de Munich.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Dirección única. Temores


 













No os desconsoléis, dijo el profeta sorteando los charcos. Llegarán tiempos peores.

(Esto viene a cuento de cómo el profeta, que no era tal, sino un individuo común con una buena dosis de hartazgo, temía a los propios más que a los ajenos)


Poema Siempre la esperanza de Ángel González, en su poemario Nada grave:

"Esperar la desdicha, 
¿es una forma de esperanza? 
La menos peligrosa, en cualquier caso. 
La que no puede defraudarnos nunca".





martes, 25 de febrero de 2025

Dirección única. Simbiosis

 










Del Mahabharata, de Viasa:

"Daruka, esta noche debes hacer algo por mí. Prepara mi propio carro para la guerra y coloca en él todas mis armas. Coloca en él mi arco Sarnga, mi chakra Sudarsana, mi maza Kaumodaki y también mi Sakti. Fija también en el carro mi insignia, el Garuda. Engánchale mis queridos caballos Valahaka, Saibya, Meghapushpa y Sugriva. Coloca las armaduras en los caballos".


Hombre y arma han configurado siempre una simbiosis adecuada. En realidad, perdida la narración en la noche de los tiempos no sabría decir qué fue primero. Un primate haría uso de sus extremidades o de sus gruñidos estruendosos o de sus ademanes violentos para lograr alimento o apartar al competidor. Luego el correspondiente primate evolucionado hasta llegar a homo erectus, neandertal o sapiens, o cualquier otra clasificación por definirse, diseñaría un elemento exterior para lograr sus fines. Y no ha cesado hasta la fecha. 

¿En qué momento un arma se distingue de una herramienta? ¿Cuándo se especifica su uso? Probablemente al llegar a una etapa suficientemente precisa en que se optara por los conceptos de una herramienta para el objetivo constructivo y por el arma para el fin destructor. Pero siempre se ha mantenido el vínculo. Cuando no ha tenido con la misma forma el mismo uso. Un arado sin espadas que lo respaldasen no podía garantizar la rotulación de la tierra, y menos su propiedad. Un arma sin herramientas que transformaran su capacidad agresiva quedaba obsoleta. Ambos son útiles, instrumentos. ¿Uno de paz y otro de guerra? La división resulta absurda. Se deben mutuamente. Se compenetran, se complementan, se activan mutuamente. De hecho, arma, instrumento, herramienta o medio vienen a significar lo mismo en nuestra lengua. Se usan indistintamente los términos. 

La especie humana no ha evolucionado optando unas veces por los instrumentos de paz y otras por los recursos defensivos y ofensivos.  Todo ha sido lo mismo. En los tiempos de paz relativa no se olvidaron los preparativos bélicos. Vivimos de maquillar la historia profunda de la especie. Y más en un Occidente privilegiado que no se sentía directamente amenazado por la debacle desde hace décadas. Mas cuando viene mal dada la realidad nos desasosegamos y estamos perdidos. Así seguimos y dejémonos ya de engaños, que pintan bastos y vamos a tener que apoquinar para cubrir causas nada ajenas.

 


*Imagen: Reconstrucción imaginaria del cromatismo de una de las esculturas del templo dórico de Afaia en Egina.


domingo, 23 de febrero de 2025

Dirección única. Feminidades

 
























¿En qué río se lavaba los cabellos la muchacha que emulaba a la diosa? 
¿Se agitaron las aguas para moldear la extensión de su figura? 
¿Qué música respaldó el armónico ejercicio de su danza? 
¿Se apartaron los juncales para que el sol secara cada palmo de aquella piel tan alba? 
¿Se retorcieron a su paso los olivos que descendían en suave desorden desde las colinas? 
¿Turbaron su quietud los zagales ante la visión del contorneo? 
¿Para quién perfumaba ella su cuerpo? 
¿A qué miradas se ofrecía expansiva y graciosa mientras permanecía agachada? 
¿Qué aves canoras revoloteaban dichosas ante los movimientos gráciles de la ninfa? 
¿Qué céfiro cesó paralizado por el asombro? 
¿Cómo voces intensas se fueron traduciendo en susurros? 
¿Detuvo atónito su caminar el transeúnte extranjero? 
¿Quedó pasmado el travieso sátiro? 
¿Se suscitó la envidia en las otras ninfas? 
¿Quedó prendado de ella el dibujante que tomaba apuntes sobre la materia del paisaje? 
¿Tañeron melodiosas liras bajo los parrales? 
¿Hubo discusión entre todas las deidades de la naturaleza reclamando su pertenencia? 
¿Despertó de su sueño algún tallista para eternizar en el mármol la sustancia del goce? 
¿Deseó a la bella algún dios desde su prepotente dominio?




Pero Ángel González lo expresa mejor en su poema

Nunca

¿Hemos de sacrificar a la doncella
en el altar de un dios que reclama su sangre
para confirmar su poder sobre nosotros,
y comprobar que su grandeza
no sufre menoscabo con el paso del tiempo?

Rómpase la grandeza del dios en mil pedazos,
que la lepra corroa la púrpura que cubre
su soberbia figura,
y que su eternidad se reduzca a ceniza.
Y prevalezca la sencilla gracia
de la doncella viva, fugaz, irrepetible,
su sonrisa tan clara,
su alegría
que ella no sabe efímera, y por tanto
es en su ser presente inmortal un instante.





*Escultura de Afrodita en el Museo Arqueológico de Rodas.

sábado, 22 de febrero de 2025

Dirección única. Desgarros

 









¿Hacia dónde miraban el poeta y su madre cuando todo era incierto? En el rostro del poeta empieza a haber un rictus de desolación. En la madre, ¿solamente la vejez era la que se había asentado? Pero una ancianidad con desarraigo ¿no es ya un castigo inducido por las circunstancias que tiene que obligar a envejecer más? El hijo no era el clarividente de la bola de cristal, pero conocía sobradamente al paisanaje. Y deducía. No obstante, desolación en aquel momento no era aún desesperanza. Haber llegado como se llegó al enfrentamiento, con los antecedentes de quiénes lo provocaron y más con el intervencionismo de la mala calaña exterior, ya sería motivo de angustia y suma preocupación para él. Mas ello no le iba a conducir a la inactividad, a callar y refugiarse en cuarteles de invierno intelectuales, y menos a desistir de su pensamiento y de la defensa de lo que consideraba legítimo y avanzado en su tiempo para el país. 

Bajo el sol tibio de diciembre, asomados a aquella barandilla mediterránea, madre e hijo buscaban suavizar el clima de invierno. Menos invierno que en la Castilla en que había sido maestro tantos años. Pero el clima, ¿cómo iba a rendirle a él, que había conocido climas de tantos lugares de España? Climas geográficos, climas éticos, climas políticos, climas humanos. El poeta, el escritor de prosa comprometida, el profesor cabal, el tertuliano acogedor, el republicano honesto, aún iba a escribir mucho desde la tribuna de sus ideas. Aún iba a promover encuentros de intelectuales del mundo. Aún iba a animar a los resistentes españoles contra la iniquidad de los que habían dividido el país a sangre y fuego, como diría en sus relatos otro no menos clarividente y también sevillano, Chaves Nogales, que por la misma época de la foto de Machado y su madre se hallaba en París. 

He ahí al poeta resistente en la primera etapa de su desplazamiento que en poco más de dos años acabaría en exilio. ¿Se asomaba al paisaje de la tierra o al paisaje de España?

Hoy es siempre todavía, recitaba Antonio Machado.

 

Un poema de Elena Garro titulado Mi madre:

"Tuve que irme de tu círculo mágico. 
Escondo la cabeza para no ver la muerte 
que ronda tu casa, 
tu casa que es más pobre cada día. 
Se han ido mis hermanos, 
se han ido las criadas y los muebles, 
solo te quedan los pasos de mi padre. 
Y tú sigues ahí, llamando a Dios todas las noches".


Recordando y leyendo siempre a Antonio Machado Ruiz, fallecido en esta fecha hace 86 años. Enterrado junto a su madre en el cementerio de Collioure, Francia, donde le pilló la muerte al poco de llegar al exilio.


* Fotografía de Antonio Machado y su madre Ana Ruiz en Villa Amparo, Rocafort, Valencia, diciembre de 1936.



jueves, 20 de febrero de 2025

Dirección única. Amigos sospechosos

 












En la rica lengua nahuatl cantaba el poeta Nezahualcóyotl aquello de 

"Ya busco presuroso 
mi canto verdadero, 
y así también busco 
a ti, amigo nuestro". 

No llamemos amigo a quien se acerca cuando le conviene y se aleja cuando ya no puede obtener nada. A quien llega para obtener beneficios y te deja colgado cuando te ve débil o extenuado. A quien dice venir a salvarte y solo espera tu hundimiento, tras favorecerlo. A quien se dice dialogante pero pretende que acates sus ideas y, si no, te tira a las tinieblas exteriores. A quien te abraza pero un tiempo después percibes que ha sido el abrazo del oso. A quien extiende una alfombra y te cede el paso y en algún momento posterior te entrega a los leones. 

Basta de símiles. Si a estas alturas uno no sabe elegir los amigos es torpe. Si los elige a sabiendas de lo dudosos que son es ciego. Lo peor de esta época es que te impongan a un enemigo (además destructivo) como amigo y seas tan iluso que lo aceptes. Cuando lleguen las consecuencias de la defección no te quejes al maestro armero. Ahora bien, una duda. Si lo aceptamos, ¿no será que nosotros no somos mejores, sino que somos tan oportunistas y tahúres como él? 

Volveré a ver El amigo americano, no solo por el guion sino por la actuación de un Bruno Ganz y un Dennis Hopper que cuando vi el filme en su día me dejaron admirado. Recuerdo vagamente la película. Y volveré a pensar si uno debe fiarse del amigo americano. Se lo preguntaré a Bruno Ganz vía espiritismo imaginario. Y mientras, seguiré la sugerencia hermosa de Nezahualcóyotl. Que no nos timen con amigos sospechosos.





martes, 18 de febrero de 2025

Dirección única. Profundidades

 














De nuevo la voz de Manuel Vilariño:

"¿Quién escuchará el latir
del pez abisal que llevo dentro?" 



El pez abisal es también el abismal. Aunque no siempre nos demos cuenta habitamos, tal vez sobre todo, en esos territorios de profundidad. Una geología íntima plagada de escarpes, fosas y oscuridad. Emergemos a niveles superiores o de superficie porque la vida individual no sería posible sin ser compartida con otros individuos. En lo abisal, el pensamiento y el lenguaje están tan fundidos que no necesitamos sino intuiciones o gestos reflejos para entendernos. Un entendimiento deficiente pero que es propiciado por esa dimensión donde nos confrontamos con todo sin arriesgar nada. Allá abajo nadie nos escucha, ni nos reclama, ni nos espera. Pero allí apostamos por sincerarnos con nosotros mismos.

En la ascensión hemos cambiado, no solo en cómo exponer nuestras ideas, sino las ideas mismas que allá en el fondo se nos han ocurrido, siquiera intuitivamente.  Aquí arriba hablamos con un lenguaje, más o menos aparente, muy utilitario. Lo llaman la lengua de la convivencia. ¡Hay que entenderse!, saltan los risueños. Pero ¿nos entendemos cuando ordinariamente tratamos los asuntos con una ligereza notable si no con una vacuidad considerable? Ah, el miedo entre iguales. El temor al otro. La coexistencia sin grandes exigencias. El pánico a quedar fuera de juego. Todo ello nos conduce siempre al asentimiento facilón. Y entregamos a otros nuestro derecho de primogenitura, y la necesidad toda, a pensar y decidir por nosotros mismos. 

¿Quién sino cada uno debe escuchar los latidos de estos buceadores abisales que somos? No escuchar nuestro propio latir nos llevaría a ser perpetuos náufragos. ¿O lo somos ya?


 


lunes, 17 de febrero de 2025

Dirección única. Contemplaciones

 


"Desde hace algunos años practico a mi manera el arte de lo poco. Trato de transformar la pasividad en acción. Camino menos, pero miro mejor. A falta de actuar, pienso. Ya no doy brincos con las piernas. sino con la mirada. Me gustaría transformar los déficits en cualidades; al dejar de ser actor, convertirme en un espectador privilegiado". 

Esto lo dice Pierre Sansot en su El buen uso de la lentitud.


¿Contemplar, para qué? Sería una mala pregunta si se buscara solamente la utilidad de lo concreto. Lo concreto pide mirar, sobre todo, pragmáticamente. Puede estar dotada la mirada de observación, de interrogaciones acerca de lo observado e incluso de conclusiones. Esto último supondría algo así como: ¿qué puedo yo sacar de provecho, es decir de utilidad y beneficio, al centrar mi mente en un objeto? Tal vez atraer el objeto hacia mi interés. También algo así como: ¿de qué manera apropiarme del objeto me hace mejor, es decir, más rico, más sabio, más reconocido? 

No solo tratamos de situar la visión en objetos del entorno. También en los que se hallan perdidos en el tiempo para siempre, y los hemos objetivizado. Los recuerdos, por ejemplo. También en los que deambulan con agitación tras lo no alcanzado. Los deseos, por ejemplo. Pero contemplar es otra cosa. Debe serlo, me dice ese ser diminuto y escondido que trata a cada momento de dividir, por mi bien dice, mi conciencia. ¿Cuántas veces pensamos: quiero contemplar para curarme, para descansar, para abstraerme del mundo y de mí mismo, para saber lo que doy de mí sin condicionamientos de lo inmediato?

Contemplar olvidando que el tiempo sea objeto de contemplación. ¿Será la contemplación un estar en Babia? ¿Y qué si lo es?



*Imagen del filme Mulholland Drive. 

domingo, 16 de febrero de 2025

Dirección única. Recorridos

 














Leído en El búho ciego, de Sadeq Hedayat:

"¿Qué otra cosa es la vida sino un cuento absurdo, un proverbio increíble y estúpido? Y lo que ahora escribo, ¿no es acaso mi propio cuento, mi propia historia?. Los cuentos no son sino la vía de escape de los deseos frustrados; deseos que cada narrador ha concebido en su estrecha y heredada mentalidad y que no ha conseguido satisfacer".

Ha abandonado su silla y ha salido a la calle. La silla siempre le espera pero él no se apoltrona en ella. Una silla debe ser para lo justo. Una actividad medida, un descanso pasajero. Eso piensa de las sillas. No sabe estar quieto, como si temiera dejar de ser él mismo y que otro se apoderase de él a través de la quietud. Sale y da vueltas por su ciudad interior. La que aporta nuevas rutas cada día en su mente. ¿Quién dijo que la ficción no es real? ¿Quién dice que lo imaginado es menos tangible que lo aparente? ¿A quién se le ocurre que generar mundos y personajes dentro de este mundo tan concéntrico y expansivo no es útil? ¿Todo tiene que ser útil? Entonces también la inutilidad lo es. Porque sirve. Acaso para contrastar, para ofrecer alternativas, para relajar tensiones. Para  deambular incluso por lo absurdo.


(Por ahí anda:  https://lasilladek.blogspot.com/ )



sábado, 15 de febrero de 2025

Dirección única. Aquellos amigos

 









Lo recita Moseh ibn 'Ezra en su Libro del collar:

"Escoge a tus amigos entre los buenos de corazón, 
los que en aguas de amor y nobleza se criaron, 
los que alegran amistosas charlas y canciones, 
los que son siempre veraces en el bien y en el mal".


Pero repasas la lista -producto del azar y la necesidad, mas también de la generosidad- y caes en la cuenta de que el número de aquellos escogidos ha mermado. Se fueron los mejores de un tiempo, para ti. Acaso también tú te alejaste, incluso cuando aún vivían, traicionando con el distanciamiento la confianza de haberte sentido acompañado. Los amigos son hijos de un tiempo compartido. Pero el tiempo no es reducido y cada cual lo atraviesa mediado por sus circunstancias individuales. La amistad se relaja al andar diferentes caminos, es inevitable. Pero si ha sido honda y ha habido contrapartidas mutuas permanece un cierto cordón umbilical, no importan entonces ni las distancias ni los silencios. Ellos estuvieron, vosotros estuvisteis, antes en los reencuentros fortuitos, ahora en el recuerdo. Pesa, eso sí, la añoranza al saber que fuisteis cómplices en épocas más oscuras. Y te rebelas al tener que admitir que ante las dificultades, y sospechas que van a venir unas cuantas, ya no os podréis arropar los unos a los otros. También algún día alguien dirá, al menos lo pensará, todo esto de ti.




jueves, 13 de febrero de 2025

Por más que unos dedos...

 



Por más que unos dedos hayan ido desgranando cuenta a cuenta has fingido estar impasible, y observaras las yemas afinadas que languidecían en cada parada o advirtieras el efecto en ti misma no has mostrado turbación, como si del roce esperaras también la palabra, pues para ti la palabra contiene más aproximación que un cuerpo, una vez lo dijiste, dijiste las palabras son cuerpos que llegan y te invaden y las acoges o las rechazas con la misma actitud bondadosa que se tiene con quien pretende ser acogido o con el rechazo sobre quien trata de apoderarse de ti, y entonces también dijiste claramente prefiero que antes lluevan sobre mí las palabras que las ansiedades de un hombre, pero la risa te traiciona, porque siempre has estado buscando al hombre palabra, no al que habla mucho o habla con rigor o habla esforzándose para llegar a ti, sino al hombre que mira hablando con su mirada clara aunque calle, esperando no que él te descubra el mundo, que apenas te va a aportar lo que tú no hayas experimentado antes, sino al hombre que llega despacio, del que no imaginas ni intuyes pero al que anhelas, porque de la apariencia esperas poco pero de la sorpresa cabe obtener una satisfacción, y si de lo quimérico deduces fabular llegas a ensoñar cómo alguien pulsa lentamente ese collar, frota sus perfiles, araña el brillo de sus diminutos cristales, golpeando con ligereza unas esferas con otras, lo levanta, lo zarandea, deslizándolo arriba y abajo de tu contorno frágil, perímetro que se yergue altivo, lo atrapa en su puño en un pulso que te hace temblar, pues bien sabes que quien osa intentarlo está también tratando de recorrer un trayecto, y es precisamente la pesadez de los días la que se va desprendiendo de tu piel, y el que se acerca lo sabe también, y te apetece fantasear con la imagen de que cada tramo entre cuenta y cuenta ha sido un episodio de tu vida, de tal modo que cuando llegan esos dedos ajenos a juguetear con el abalorio sospechas que lo que quieren es saber de tu propia historia, y tú dispuesta al relato, en la encrucijada del instante de tensión, alargas a tu vez la mano y la haces converger con la del extraño, y en esa trama unívoca ambos agitáis el collar de los días aunque apenas haya sido en el tiempo efímero de una noche.




miércoles, 12 de febrero de 2025

Dirección única. Despertar

 









Manuel Vilariño susurra en su Ruinas al despertar

"En la campana de la noche
hay un búho dormido 
    
        una llama
                      ceniza 
                                 nada" 




Sigo vivo. Primera persona del tiempo verbal. Entre pensamiento y palabra que se va haciendo. Un brinco al abrir los ojos después de un sueño pesado que no terminaba nunca.
 
Sigues vivo. Segunda persona del tiempo verbal. Las palabras han construido una frase. Es una comprobación que parece hacer otro por ti.
 
El presente de indicativo funciona al despertar. Ya no te sorprendes de que te despiertes con dos voces. Porque siempre piensas y te expresas con dos voces.

Hay un hogar en el instante preciso, repentino o lento, en que abandonas el sueño. Fugaz pero firme. Mas el día por delante será otro día de combate contra la confusión de las palabras. 

Quisieras ser el búho que ulula desde el tronco del árbol, te dicen.
Quisiera ser el ulular mismo, sin forma ni peligro, te dices.  





*Fotografía de Sakiko Nomura.

martes, 11 de febrero de 2025

Dirección única

 









Antonio Machado:

"Mas busca en tu espejo al otro, 
al otro que va contigo".

El otro que va con uno, ¿querrá ser encontrado?


sábado, 8 de febrero de 2025

Si aquellos rubíes...

 


Si aquellos rubíes brotaban de sus venas solo lo pueden saber los labios que hayan recorrido cuenta a cuenta el curso de su caída, allí la cadencia de cada gota granate se mezclaba con la leve humedad que se había ido depositando desde el otro lado, allí en el hueco óseo, donde la profundidad del barranco causado por el perfil de sus hombros no advertía fondo, había un remanso de concupiscencia contenida, y los labios ajenos, aún resecos y agrietados por una carencia anterior, sorbían como si de un hontanar se tratase, refrenando su avidez, y la piel toda se reblandecía al contacto del amante, y en la extensión de la clavícula uno y otro se sentían receptores de una única fuerza telúrica, emergiendo y desplazándose como si en la espera de las entrañas de ambos no hubiera existido tiempo, como si la naturaleza de la que estaban hechos hubiera estado compartida con la lágrima mineral y la arcaica saliva de las plantas más primigenias, porque cuanto circulaba en sus corrientes hemáticas se crecía con la textura de los cristales de roca y con la sustancia de las savias más puras, y había todavía más en el bailoteo de las esferas, sonaban voces viejas hablando lenguajes que aun dispares participaban sentimientos comunes, intercambiando emociones recreadas, lejanas declaraciones de pasión, turbulencias de encuentros y desencuentros, suspiros entrelazados con invocaciones, ayes despiadados traicionando la conciencia del instante, y solo había que detenerse, aguzar los oídos, contener el resuello, distender el nervio que recorre el cuerpo en todas las direcciones, permanecer como solo los muertos quedan, con la atención a lo inesperado, con la expectación ante sugerencias imprevistas, bordeando las incógnitas del placer.

     



jueves, 6 de febrero de 2025

No hay piedad para los palestinos

 



No hay piedad para ellos, para los palestinos. No la hubo antes y no van a tener con ellos ninguna condescendencia. El gran amo del mundo ha hablado y no pinta nada bien. Ya no se pueden considerar bravuconerías verbales las de ese miembro de la especie humana con poder omnímodo. Y el otro amo, el que representa a los israelíes de hoy, va a obtener su premio gordo por partida doble o triple. 

Los energúmenos han condenado a los gazatíes a no tener futuro. La inacción y complicidad de otros lo permite. Decir que uno está horrorizado por presenciar una limpieza étnica no sirve de mucho. Además es hipócrita, al menos por mi parte. ¿Me he quejado antes de las innumerables matanzas, dispersiones, robos de territorios que se han sucedido en el mundo mientras estoy viviendo? Ni de Asia ni de África apenas hemos querido saber nada. Los últimos coletazos colonialistas ya se encargaron de ocultar los crímenes en masa. Lo de América está ahí pero con llenarnos la boca falsa de que son hijos de la madre patria, a la que los mismos americanos renunciaron, si es que alguna vez la consideraron patria, hace siglo y medio o incluso dos siglos, nos hemos conformado siempre. 

Tal vez me horrorizo ahora más, y ahí salvo un poco mi ética personal, porque con mis años veo más. Veo y siento. Veo quiero decir interpreto. Interpreto la capacidad de cualquier cultura, pero sobre todo la de aquella que tiene influencia y dominio, para imponerse a otros seres humanos. Y en el bagaje va la ambición, el negocio desatado, el menosprecio de la gente sencilla. Ya no me engaño. Y apenas tengo esperanzas racionales. Pero la esperanza no es algo racional, me dirá otro cualquiera que quiere salvar su mala conciencia. Peor todavía. Acaso la esperanza es una entelequia con la que nos engañamos para no actuar, para no exigir a los que nos representan a que cambien el chip. Y la tal esperanza, sin razón y argumento que la guíe y concrete, no es sino abandonarnos al azar y a que pase la tormenta. Es pasividad. Sin darnos cuenta de que el sufrimiento de aquellos puede ser mañana el nuestro si no nos adaptamos sumisamente a los grandes poderes.

Pero para muchos, y hoy para los palestinos es brutal, como lo es para todos los migrantes de América que son expulsados por la autoridad del Norte, ya no debe quedar apenas esperanza ni fiar su futuro a la bondad occidental ni mucho menos a la piedad de los que en otro tiempo fueron perseguidos por los nazis. Si es cierto lo que leo hoy, que el 82 por cien de la población israelí apoya el plan de Trump de desalojar totalmente Gaza (y el muy cínico se burla diciendo que iría muy bien allí una Riviera turística) ¿dónde ha ido a parar la moral del respeto, la generosidad, la tolerancia? ¿Dónde el Derecho Internacional? ¿Dónde están las altas instituciones pactadas, tipo ONU, tras la debacle de la Segunda Guerra Mundial? 

No sé si las víctimas del holocausto se levantarían al ver ahora la barbarie desatada por los propios herederos contra los palestinos. Las víctimas piensan de un modo cuando son víctimas pero piensan y actúan de otro cuando son vencedores. Y ahora manda el sionismo, que no todos los judíos aceptan pero estos deben ser minoría. Qué horror, señores bienintencionados de mi país y de mi entorno, que siguen ignorando el mal. Que no quieren ver que la limpieza étnica sigue en vigor. Qué asco los pseudodemócratas españoles que no emiten ni opinión para no desgastarse electoralmente. Qué horror la tibieza de los gobiernos de las autodenominadas democracias, donde la Unión Europea pone cara de póker. Qué vergüenza el absentismo político de los países árabes que solo van a sus negocios o a sus dependencias de USA. Qué tristeza, ¿acaso cabía esperar otra cosa?, que las religiones que tanto hablan de amor, paz, solidaridad, revelación y no sé cuántas palabras huecas más callen y sean cómplices, viviendo en ese mundo etéreo de promesas de eternidades y mesías.

Sé que no sirve para nada desahogarse, pero me da la gana.



miércoles, 5 de febrero de 2025

Sebastian Brant ya conocía en su tiempo la ralea de necios que ahora son aún más abundantes

 

 

"DE LOS NECIOS VIEJOS

Mi necedad no me deja ser anciano. Soy muy viejo, pero también muy ignorante; un niño malo de cien años (1) Delante de los jóvenes llevo los cascabeles (2) y a los niños imparto enseñanza, y me hago a mí mismo un testamento que me pesará tras la muerte. Doy ejemplo y mal consejo, y practico lo que en mi juventud aprendí. Quiero que se me honre por mi maldad y me atrevo a vanagloriarme de mi ignominia, de que he engañado a muchos países y he enturbiado mucha agua. En el mal me ejercito de continuo y lamento no poderlo ya realizar como en mis viejos tiempos; pero lo que ahora ya no puedo hacer, se lo encomendaré a Enrique, mi hijo, quien hará lo que yo he dejado. Este ya se asemeja ahora mucho a mí en su mala calaña; le va magníficamente y, si vive, saldrá de él un hombre. Hay que decir que es mi hijo, entonces hará justicia a su condición de canalla, no se detendrá ante nada y viajará también en la nave de los necios. Me deleitará después de mi muerte que me sustituya tan perfectamente. De tales cosas se ocupa ahora la vejez. La senectud ya no quiere tener sabiduría. Los jueces de Susana (3) mostraron bien qué confianza se debe conceder a un viejo. Un necio viejo no cuida su alma; difícilmente es obrar bien si no se está acostumbrado a ello".


Notas.

(1) Isaías 65,20 / (2) Atributo del necio / (3) Daniel 13. La virtuosa Susana fue condenada a muerte por dos viejos jueces que la pretendían. El pretexto fueron unas falsas acusaciones.


¿A cuantos individuos veis reflejados en este texto sarcástico? ¿Cuántas conductas actuales no os suenan sobre las que ya Sebastian Brant no ironizase en el umbral del año 1500? Aquel libro satírico que escribiera el humanista alemán y que algunos tradujeran equívocamente como La nave de los locos no tiene pérdida en cuanto a valoraciones éticas, según el pensamiento extendido en su época. Y en gran parte de su enfoque sigue estando en vigor. Los locos no son los necios. Ahora bien, evidentemente los necios cometen locuras en su fiebre por imponerse a los demás y marcar la vida y las costumbres. Pero son locuras conscientes, estudiadas, asumidas, estimuladas. Todavía peor. Más que locuras, barbaridades. Y las barbaridades pueden llevar implícito el crimen. De ahí que el término necio troque en el término canalla. Muchos necios de hoy día van de canallas. Unos lo son porque no quieren reconocer su ignorancia y con su actitud aportan poder a otros canallas. Otros porque se apuntan al negocio y el negocio va vinculado al poder que quieren tocar de alguna manera y siempre salvando el negocio. Y otros aunque reciban solo migajas o ni eso no dudan en traicionar a sus orígenes. Ya lo dice Sebastian Brant: en el mal me ejercito de continuo.

No hace falta nombrar ejemplos, ni de necios ni de canallas, o de ese otro ser híbrido que triunfa, que se cree que triunfa, y se agita en el entorno próximo y espacios más lejanos, pues están a la vista de todos. Fuera y dentro del país que habitamos. 



 * Grabado del conocido como maestro Haintz-Nar-Meister.

Hay una edición preciosa de La nave de los necios en editorial AKAL, colección Grandes Libros.


lunes, 3 de febrero de 2025

Paisaje (verde)

 



Francamente, la lógica es aplastante ante una fuente de olivas, aliñadas con delgados filamentos de cebolla y espolvoreadas por el pimentón . Miras y te abstraes, sin decidir hincar el palillo y trocear el pan. 

Es un bodegón, esto no son aceitunas, te torea el subconsciente. También este puede ser el fruto prohibido, dice tratando de desviarte la atención el viejo cristiano que aún naufraga por algún rincón. 

Mientras contemplas el paisaje verde y un imperceptible aroma parece salir del cuadro piensas en la vida eterna. La que quisieras que durase cuando es placentera y desahogada. Te deleitas en la eternidad de los buenos ratos que has pasado en tu existencia, por muy breves o fugaces que hayan sido. 

¿Vida bucólica? ¿Contemplación más allá del bien y del mal? ¿No pasan los años por ti? Mi reino por una fuente de aceitunas, proclama el enemigo que llevas dentro mientras se le ensaliva el paladar. 

Ah, la tentación. Mefistófeles no debía conocer el placer carnal de catar aceitunas. No se lo propuso a Fausto. De lo contrario Fausto no habría dudado de entrada y ni el Anónimo del siglo XVI ni Marlowe ni Goethe habrían escrito sus relatos. Habrían compartido a través del tiempo la fuente de olivas aderezadas.

Imagina al Anónimo, a Marlowe y a Goethe, aparcando a su pobrecillo Fausto y dejando que triunfe Mefistófeles, mientras el mesonero les pone la fuente de aceitunas sobre la mesa. De no ser por este plato de los bárbaros del Sur no nos habríamos conocido en persona. Son así de simples comentando.

Lo visual se resiste a dejar paso al gusto, intentas que el instante de contemplación dure para que el apetito vaya elevando el tono. ¿Cuánto degusta el humano solo con pensar en comer? 

La mirada es el prolegómeno. Dejas que se prolongue la mirada.

De pronto no aguantas más. Es lo que tiene la pasión. Su límite. Te remangas  la camisa y alzas el mondadientes, sin ímpetu, trazando un arco con el brazo. No hay prisa, has aplazado los quehaceres. También este alimento terrenal aparentemente tan sencillo requiere su rito. Pues en cada fruto se manifestará una encarnación. Y puede que hasta un dios cualquiera, uno de paso, te pida vergonzoso si él también puede probar el bocado verde. ¿Cómo se hace? Le enseñas. 


  

sábado, 1 de febrero de 2025

Otra vez, febrero (al que Marianne Faithfull no ha llegado)

 



Otra vez en febrero. ¿Cuántas veces hemos estado en febrero? Úsese una respuesta muy individualizada, como se suele decir ahora. Pero párate por un instante y calcula, compañero. Detente, deja de hacer esa utilidad del día a la que te sientes obligado y practica un ejercicio gimnástico que no solo va a favorecer a las neuronas sino sobre todo, o además, a las ideas. Las ideas, los pensamientos, los criterios, todo ese bagaje que si no le das juego cada día se oxida con devastadores efectos en tus comportamientos, que otros individuos van a advertir.  

Ahora calcula fechas desde aquella que tú quieras elegir por capricho. De infancia, de juventud, etcétera. No se trata de repasar por repasar febreros sino de poner imágenes. Elige, si deseas, un período o un año al azar. Pregunta a la cifra ilustrada. La cifra te va a remitir a ti mismo, es decir que si esperas que por las buenas salga en una pantalla oculta tu propio aspecto o porte de tiempo atrás vas listo. La pantalla la tienes entre sien y sien. Más adentro. Preservadamente en un interior sacro que siempre pretendes salvar, porque es mi espacio intransferible, te dices como niño pequeño, pero que se ve sometido a interferencias externas constantemente. Y para más inri a las intromisiones que tu afán por seguir avanzando febreros vas generando por tu cuenta. 

Elige y recorre, pues, el trayecto de tiempo y de mirada desde el ahora. A un febrero ha seguido otro, puedes saltar varios y caer sobre un febrero de varios años después. ¿Qué ves? ¿Te recuerdas en aquel febrero del año tal? ¿Aparecen personas a tu lado y la idea que tienes de ellas se ha mantenido en el tiempo? ¿Cuántos supones que están aún por ahí, cumpliendo febreros, y cuántos dejaron de cumplir febreros, marzos y diciembres para siempre? Y ahora a lo que iba desde el principio, pero como divago siempre, y divagar no es despistarse sino tratar de abarcar más territorio aunque sea onírico, casi se me olvida. Ahora ve comparando las apariencias de hace muchos febreros de tipos conocidos, amigos, familiares, con las que te llegan en la actualidad. 

Pórtate sin acritud. Con ironía, si quieres, pero no irrespetuosa, sino solo sorprendida. ¿Qué culpa tenemos los pobrecitos de nosotros a los que se nos cae el pelo, se no pronuncian más arrugas, salen tripas más rellenas, cojeamos, vamos más inclinados o nos mostramos más flácidos? Hago de ordinario el repaso a imágenes que fueron con las que son. Sobre todo cuando muere algún personaje de cine del glamour ese que nos metieron por las canillas. Las redes mediáticas enseguida sacan del olvido la jovencita o el galancito luciendo sus hermosuras, pero avanzas en la búsqueda y los ves con sesenta, setenta, ochenta añitos, si llegan, y entonces el ejercicio te bloquea. O sea, que estos fueron aquellos, te dices con pasmo. 

Y piensas en ti mismo. Cualquiera, sea guapo o feo o del montón, piensa en cómo se verá a sí mismo, y cómo le verán, con esa edad avanzada que suele traicionar la juventud o la madurez aún primorosa. Yo siempre me consuelo con esta idea: la traición inevitable a tu pasado no es sino fidelidad a tu presente. 



Y ahora un recuerdo para Marianne Faithfull, fallecida el otro día, que a la vez es un recuerdo a sus canciones que poníamos en las gramolas de los bares. Esta canción fue creada por Bob Dylan, al que tanto escuchamos en bares y cantábamos en asambleas reprimidas.




It's all over, it's all over now, baby blue 
It's all, it's all over now, oh yeah 
It's all over now, all over now, baby blue 

Se acabó, se acabó todo ahora, bebé azul 
Se acabó, se acabó todo ahora, oh sí 
Se acabó todo ahora, se acabó todo ahora, bebé azul




*Imagen del principio: Mes de febrero en el grabado del Grand Calendrier et compost des bergeres -Gran Calendario y abono de los pastores-  de 1496.


viernes, 31 de enero de 2025

¿Humanidad?

 



Humanidad. Qué concepto tan escasamente claro. Que igual sirve para un  roto que para un descosido. ¿De qué se trata? ¿Qué designa? ¿Una mera agrupación de humanos? ¿La capacidad colaborativa? ¿Subraya una caracterización emocional y afectiva? ¿Define una disposición ética? ¿Una masa voluminosa? ¿Hace referencia a quien se entrega a la comunidad o al que se aprovecha de la comunidad? ¿Es lo que define la Real Academia de la Lengua? ¿De qué hablamos cuando hablamos de humanidad? ¿Qué entendemos por ser humanos o ser inhumanos? Porque ¿cómo es eso de que un humano pueda ser inhumano? Porque ser inhumano no necesariamente debe ser un no humano, pero ve a saber. Que yo sepa, a un no humano, por ejemplo una gallina o un zorro, no se le ve como humano, pero los humanos tomamos como referencias algunas conductas animales para justificar las nuestras. ¿O es al revés que proyectamos nuestros vicios y virtudes en ellos para exorcizarnos? Y luego hay una larga serie de personajes ficticios, el Dios o los dioses de los mitos, por ejemplo, a los que los humanos les concedemos patente de encarnación, y los imaginamos con las excelencias o defectos propios de nuestra especie. Se dirá que a esos no les tocamos. No es verdad. Muchísima gente convive con ellos en sus cerebros y les pide que actúen, pero tampoco somo justos a la hora de valorar a esas creaciones nuestras tan sublimadas. Si las cosas de dificultad nos salen bien decimos que el Dios o los dioses lo han propiciado. Si salen mal, dejamos a esas encarnaciones fantasiosas pero activas en muchas mentes, libres de responsabilidades. Los animales y los dioses, o cualquier figuración imaginaria, a nuestro servicio. Lo cual no sé si nos libra de la perturbación mental o nos conduce a ella. Alguien me dice al oído: somos neuróticos por naturaleza social, o cultural, si prefieres. Tendré en cuenta la opinión. Ah, y otra cosa interesantes. También suele decirse qué poco humano eres cuando alguien no se porta benigna o piadosamente con otro. ¿Acaso es que las buenas obras son las humanas y las malas...? ¿Qué son, quién las ejecuta, las malas?

O el lenguaje es impreciso o el concepto hace aguas. O se trata de un saco sin fondo a la espera de que la tan nombrada IA lo resuelva. Por cierto, ¿es la IA humana o qué es?

Sorgin gauza, cosa de brujas, respondería mi bisabuela euskoparlante.




*Imagen: el Estandarte de Ur. Siglo XXVI a.e.c.

miércoles, 29 de enero de 2025

Qué poca cosa

 


Qué poca cosa somos los humanos. Menos cosa todavía aquellos humanos que han nacido en la privación y se ven acosados permanentemente por la privación. Puestos a verse privados lo son hasta de su suelo. Ya no de alguna clase de bienes, recursos, trabajos, arropamiento social y defensa política. Sino del propio suelo bajo sus pies. Los que vuelven se encuentran la destrucción. Les queda la vida. ¿Les dejarán reconstruir la vida?

Pero ojo, cualquiera podemos integrar en algún momento la gran tribu de los carentes, de parte o del todo, incluso de la inexistencia. La balanza humana tiene dos platillos en los cuales uno vence su peso al otro. Bondad y maldad. Nosotros ¿en cuál de los dos platillos estamos ahora para pesar la vida de los demás y la nuestra propia?




martes, 28 de enero de 2025

A uno se le cae la baba

 














A uno se le cae la baba. No se me malinterprete. Es algo más místico. Es la belleza de la capacidad transgresora, y como tal bastante ingenua, de dos adolescentes desafiando la opresión doctrinal en Irán. Es la hermosura de la rebelión. La decisión pura de quien no desea seguir viviendo en un mundo de moral infame y esclavizante.

Ingenuas no quiere decir imbéciles. Ellas deben saber a qué se exponen sin velo, bailando y encima en un monumento a los caídos de la guerra con Irak hace un montón de años. Desafío a la ley islámica versión chií, desafío a la moral jomeinista y desafío a a la épica del concepto de patria de los celosos guardianes de la revolución. Puede que saber que su gesto va a correr por las redes las haya conducido a esa acción rompedora y que no hayan medido lo suficiente las consecuencias. Pero, ¿acaso no son actitudes de esta clase las que también van demoliendo los muros de la segregación y del despotismo? 

Desafío implica siempre riesgo. Riesgo en Irán se traduce en aplicación de leyes salvajes. Por ejemplo a recibir una sarta de latigazos, así como cárcel y lo que caiga. Por supuesto, hasta ejecuciones sumarias. Desafío, con mayor o menor grado de conciencia en estas chicas, también implica valor, decisión y sentar precedentes. Se me cae la baba. ¿Tan jóvenes y tan locuelas en un país que no permite disidencias ideológicas, ni costumbres diferentes, ni conductas que no sean las establecidas con rigor? Por una vez el rap me cae bien. Todo un corte de mangas suntuoso al integrismo iraní. Véanse los enlaces y el baile desenfadado de las mujeres. Lo que lamento es que la imagen que aparece esté dentro de esa red llamada X que tendría que ser repudiada.

https://cadenaser.com/nacional/2025/01/25/las-autoridades-iranies-detienen-a-dos-adolescentes-por-realizar-un-baile-frente-a-un-monumento-y-se-enfrentan-a-una-pena-de-99-latigazos-cadena-ser/



lunes, 27 de enero de 2025

Y los hechos proceden a generar nuevas palabras

 


Leo la prensa a saltos. Seleccionando. Escucho radio limitadamente. Eligiendo. Ignoro noticiarios de televisión. Rotundamente. No entro en las redes. Me apaño con esto de Blogger. Me informo tan poco y me considero un tonto pero estoy más a gusto. Rarezas de la mayoría de edad. Que corro el riesgo de interpretar poco y mal los acontecimientos mundiales, dentro de los que incluyo los peninsulares, ya lo sé. Tampoco se enteran demasiado los que se cuelgan por avidez o por ideología de los voceros de medios y redes. 

Por ejemplo, paso por una conexión matutina fiable. Aguanto un rato. Hamás libera a cuatro soldados hebreas (acaso lo digo mal) y a cambio Israel devuelve doscientos palestinos detenidos. Hago la cuenta de la vieja, es decir, doscientos entre cuatro y me da cincuenta. ¿Es así? Repaso por si yerro. Sigue dándome cincuenta por barba. Por barba no, por imberbes, que son mujeres soldado. Como soy tonto aplico la ley del mercado porque las cuentas siempre hay que interpretarlas. ¿Cuánto vale la vida de un o de  una israelí, en este caso, y cuánto la vida de un palestino o una palestina, ya que se devuelven de ambos géneros? ¿Y quién juega con más  ventaja? Unos aplican la venta de un producto y los otros compran en especie pero con creces. ¿Esto quiere decir que los del Estado elegido disponen de stock sobrante de prisioneros? ¿O el precio de la vida de unos humanos u otros difiere en función del valor del artículo, es decir, de la mercancía humana y del poseedor con mejor posición en el mercado de las vidas y las muertes? 

Pero no debo seguir preguntando. Me quedo como aquel tonto de libro mirando el dedo en lugar de la luna. Cincuenta por cuatro igual a doscientos. O doscientos entre cuatro igual a cincuenta. La vieja aritmética no falla. Supongo que con algoritmos tampoco. Pero quién sabe. El poder puede cambiar las leyes aceptadas desde antiguamente. En ello van a estar. 

Ah, y la penúltima. En breve puede desarrollarse una nueva operación de matemáticas de mercado a lo bestia. Por cierto, sin que haya cesado la masacre israelí. El Gran Jefe Blanco de la America First sugiere -¿u ordena?- limpiar Gaza y mandar a tomar vientos a un millón y medio de palestinos a Egipto y Jordania. Creo que los del pueblo elegido dan botes de alegría.



(Fotografía de EFE/Anas Baba de una pintura mural de Amal Abu Al-Sabah)


domingo, 26 de enero de 2025

Las palabras preceden a los hechos

 


¿Qué tienen en común estas dos expresiones?, dice Max. ¿Cuáles?, inquiero. Una antigua y desusada, aunque no estoy seguro si del todo, Deutschland über alles, que era cantada en un himno nacional por una sociedad de funesto recuerdo. Y esta actual America first, que pronunció antes, durante y después un presidente reelegido recientemente, y por supuesto cantan sus millones de seguidores. Pues no sé, le digo, me sugieren varias coincidencias. Max no duda. Solo hay una y fundamental: que las palabras preceden a los hechos.





jueves, 23 de enero de 2025

Ecos lejanos, 40

 


Abro el cuaderno de Else. No sé si hago bien, pero quién me lo impide. Además ¿cómo podría buscar a Else y devolvérselo? Voy a la última página. Es una de mis manías al tomar cualquier libro. No por conocer el desenlace, que no tendría sentido al no haber leído nada más, sino para oler el aspecto sensorial del desenlace. Yo me entiendo. Breve texto. Quédatelo tú. Que sepas de mí lo que no supiste antes. Que sepas de otros lo que no llegaste a saber nunca por ellos. Pero en este caso no te fíes. Fui juez y parte de aquellas relaciones de utópicos que estuvimos a punto de superar lo real. Solo cosechamos dolor y dispersión. Algunos por partida doble. En estas páginas hablo de lo primero pero no eludo relatar los disfrutes y las efímeras satisfacciones, que gran parte terminaron en la amargura. Hoy me doy cuenta de que todos escribimos un cuaderno a lo largo de la existencia, con palabras u oralmente o latente en nuestro pensamiento cambiante, pero siempre con conductas que dejan constancia de nuestras búsquedas y nuestros anhelos. Y, por supuesto, de los fracasos. Que el cuaderno te acompañe si su autora sigue significando algo para ti.

He releído el mensaje y he temblado. Sea o no la verdad lo que esté escrito en el cuaderno, eso quién lo sabe, puede ser una aportación para entender mejor aquel tiempo de amistad y compromiso fallidos. Pero no me urge. Un cierto grado de verdad me urgía antes, hace solo unos días incluso, cuando aún no me había citado con Else. Antes perseguía claves para entender el pasado y sobre todo la recuperación afectiva de una persona, que a su vez suponía recuperarme de la indolencia. Pero el pasado es un concepto que no se cuestiona a sí mismo, y por mucho que nos obstinemos en borrarlo retorna, obsesivo y fantasmal, a nuestros días y a nuestras noches. Y por otro lado la mujer que me reconfortó ha decidido vivir su soledad por los años que le queden. 

Me he quedado vacío y no tengo ganas de momento de leer el cuaderno, no obstante la curiosidad. Si me lo llevo será como mantener un hilo conductor no solo con Else sino con mi propia historia. Acaso lo deje en el armario. Pero no sé. Sería una traición.

A las once tengo que coger el tren para Marienbad.



*Fotografía de Jorge Molder

lunes, 20 de enero de 2025

Ecos lejanos, 39

 



¿Por qué me han gustado siempre tan poco las aglomeraciones? ¿Tal vez por el ruido y el griterío desaforado? ¿Porque te obligan a identificarte con el todo aunque solo estés por la parte? ¿Porque no ignoras que tras el apelotonamiento del que todos participan hay quien señala por dónde hay que ir y a ti no te gusta ir por donde te dicen las minorías si no compartes sus instrucciones? ¿Porque se diluye el individuo en un amontonamiento abigarrado que igual podría ser de hormigas que de individuos, y tal estética rechazas? Ah, pero las hormigas no se acumulan, siguen un orden,  te dices. Los hombres, ¿qué orden siguen cuando se rompe su línea habitual? Y sin embargo los hombres tienden a formar núcleos de masa que están compuestos de ellos pero no son ellos. ¿Buscan en esa conducta un ser superior que no solo les dé seguridad y fortaleza sino que les represente a su vez algo más allá de la pobrecita calidad que somos cada humano por separado? No me refiero a creaciones metafísicas. 

Ante tantas preguntas, muchas de la cuales incluyen respuesta, Judith me pone de ejemplo la mano extendida. Los dedos sueltos, van cada uno por su lado, dice. Pero todos agrupados forman un puño. ¿Quieres decir que un puño golpea, como en el ring?, la interpelo con sarcasmo a medida que avanzamos por calles más escondidas y seguras. Sí, pero de otra manera. Las metáforas son bonitas pero pueden ser equívocas, Judith. Porque detrás de una mano con los dedos separados o juntos, en movimiento o en resistencia, ¿qué fuerza realmente se oculta? Tú siempre con tu sabiduría de libro, salta Judith, si bien con un tono cada vez más enternecedor. Lo digo porque la fuerza nunca procede de una parte sola, es detentada desde muchos ángulos y no son precisamente las mayorías quienes la tienen de su parte. Ella es rápida argumentando. Pues tenemos que hacer que las mayorías, como dices, sean las que decidan. Y ahora es el momento de hacer coincidir empuje y fortaleza colectiva. Para superar a quienes quieren impedir una vez más que protagonicemos la historia para cambiarla. 

La chica me parece luminosa pero tan inocente todavía. ¿Se cambia la historia, Judith? Ella salta como un resorte. La pasada no, pero la que está por hacerse puede ser de otro modo. Me gusta polemizar con ella. Lo que se hace es vivir, Judith, aunque a la vida la designemos una categoría en cierto modo ficticia llamada historia. Además, ¿hasta qué punto tenemos claro lo que queremos?, insisto. Eres un agorero, nunca te decides más allá de tus indagaciones filosóficas, y por eso yo misma también te doy miedo. Tus ideas no me dan miedo, Judith. Estoy acostumbrado a escuchar de todo. Pero distingo entre lo deseable y lo realizable en un momento dado. Judith sujeta mi brazo. Ya, como dicen otros, entre lo posible y lo probable, ¿no es así? Y según tú, ¿qué tenemos por delante? De momento, le digo al llegar a una encrucijada de callejuelas, aquella tropa apostada a la altura del bulevar. Vamos por otro lado, propone nerviosa, pero no te sobresaltes, de muchas más difíciles hemos salido. ¿O es que vas a tener pánico estando yo contigo, aunque yo misma te dé miedo y no lo quieras reconocer? 

Me hace reír la seguridad maternal que improvisa. Y su doble juego insistente. Creo que me ha calado, pero yo me reafirmo y solo me doy por aludido en una parte de su juego verbal. Lo que me temo es que tú y los tuyos os perdáis para siempre, digo. Me dan ganas de añadir: y de paso yo también, que me estáis arrastrando a vuestras ilusiones. 




viernes, 17 de enero de 2025

Ecos lejanos, 38

 


¿Qué hago yo quedándome aquí? Voy a darme el margen del día y luego me iré de esta habitación donde ya no sé estar. Me gusta siempre dejar que transcurra un tiempo, por lo menos unas horas o una jornada, a veces más días, antes de tomar una decisión. 

Este comportamiento lo tengo de toda la vida, tanto ante una determinación nueva como tras sentir síntomas de algún mal en el cuerpo. Aunque mi nervio contenido me pida reaccionar rápido lo sujeto. Cálculo de posibilidades. ¿Quién me dice a mí que mis malestares estomacales, por ejemplo, no son sino psicosomáticos y se pasarán antes de correr el riesgo de un diagnóstico impreciso o erróneo? O ¿por qué firmar un contrato para mi último libro sin informarme suficientemente del nuevo editor que me tienta con sus ofertas y acaso me quiere engatusar? O como me sucede ahora mismo con la mujer que me ha dejado, supuestamente para siempre, resistiéndome ingenuamente a su partida.Y me repito terco: quién sabe si no se arrepentirá o vacile y de pronto vuelva. No es probable que los recuerdos de cuanto hemos comentado o los placeres tardíos a que nos hemos entregado obren en ella como revulsivo de su tajante determinación. ¿Sus sentimientos? Los ha sacrificado y me ha invitado a que yo siga la misma senda.

Pero no me engaño. Lo que late detrás de esta conducta de demorar decisiones es el miedo. Miedo a una enfermedad, a un error en una compra o una venta, a que me busquen la vuelta las leyes con efecto retroactivo. Miedo a la pérdida de una mujer que había sido segura en mi ámbito emocional. O aún más allá: pánico a un desvalimiento. Las posibilidades se mueven en direcciones contrapuestas.

Por eso, no obstante, aunque podría parecer falto de realismo, mejor espero un período de tiempo para observar reacciones externas o confirmar lo que yo busco o tantearme si seré capaz de adaptarme a la nueva situación. Mas, ¿por qué digo nueva? He llevado años sin vida afectiva continuada. Toda expresión de mis necesidades ha sido circunstancial y de escasa proyección en la maduración de sentimientos hacia otras personas. 

Hasta este reencuentro había vivido acostumbrado a estar a mi aire, sin dependencias ni obligaciones sentimentales. Libre de complicaciones, o si las he tenido, exento de que alguien las censure o me empuje a afrontarlas sin mi propio convencimiento.  No he sido feliz, ya que tanto se cacarea sobre un término falso o al menos equívoco que la gente malgasta, pero he carecido de los problemas inherentes a toda relación. Lo cual aporta una tranquilidad indudable. 

Estar con Else me ha dado alegría y satisfacción, pero ella es ella y ahora me siento desequilibrado. ¿Se dice así? Tal vez cuando abandone este hotel todo volverá a ser como antes de llegar a él. Olvidaré el paisaje, la nieve que dicen que fecunda la tierra ahí afuera, las cornejas picoteando misteriosos alimentos de sotobosque, las viejas ruinas del castillo en el que han tenido lugar épicas arcaicas, muchas de ellas funestas para el país. Borraré de mi olfato el olor de la piel de Else, que no ha variado a pesar de los años. ¿Qué sustancia poderosa posee el olor para que recorra nuestra vida y nos hable tanto del pasado? Rechazaré las imágenes de diálogos que hemos tenido estos días, ella tan precisa y novedosa a la hora de interpretar. Perderé los ecos de su hablar pausado y seguro, de sus afirmaciones nada impositivas. Y más que nada su mirada, capaz de hacerme ver a mí mismo.

Else ha olvidado dentro del armario un cuaderno. ¿A propósito o por casualidad? Si me atengo a fechas que se citan en él puedo pensar que es un legado pensado. Aunque acaso lo trajo para refrescar viejos acontecimientos. O puede ser que persiguiera ambas intenciones. Else meditaba casi siempre antes de dar un paso. ¿Había traído el cuaderno para seguir escribiendo en él? Sin embargo nada aparece de los últimos días. Dudo, mientras lo hojeo muy por encima. Si supiera dónde para Else debería correr a devolvérselo. Sin leer. Una actitud que te honraría, me digo. Tiene que haber otra intención. Else mantiene una mente muy vívida, de lo lejano y de lo reciente. Sí, sin duda es una herencia simbólica. Su letra denota una enseñanza caligráfica exquisita. Hasta se mantienen grafismos que hoy han caído en desuso. 

Else, sospecho que el cuaderno eres tú. Es un tiempo, o varios tiempos. Antes de aparecer yo en tu vida y después de nuestra dispersión. Tú eres el médium para que yo acabe de entender lo vivido. Para entenderme.



*Fotografía de Sakiko Namura