Desde hace tiempo me viene obsesionando hallar un nuevo término para designar a cierta gente (cierta clase, cierta casta, cierto gobierno, ciertas instituciones, ciertos personajes, ciertas conductas) He procurado evitar nombrarles, y de hacerlo intenté -salvo lapsus del momento apresurado- que no fuera por nombre propio ni por nombre común. Para mí son, pues, innombrables. Puesto que ellos se apropian de casi todo y nos niegan casi todo, yo les niego el derecho a acceder a su reconocimiento a través de la renuncia a aplicarles el vocabulario de la lengua establecido al uso. Puede que mi proposición sea un boicot a la gramática normativa, pero pretendo con esa actitud un desquite moral que me da la gana arrogarme. Pues bien, desisto ya de seguir tras un sustantivo o un calificativo que les señale, más que defina. Si alguna vez se me ocurre alguno, ya lo diré. Desisto, digo, porque mi satisfacción la he obtenido por una parte más sabia y erudita -también lujosa y rica en acervo- que la que pueden concederme mis entendederas. Creo que ya existe un término adecuado desde hace tiempo. Lo proporciona el Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias Orozco, que se editó en 1611, en su acepción canalla.
"Canalla. Junta de gente vil, induzida para alborotar y dañar, a donde entienden que no han de hallar resistencia, pero si ay quien les haga rostro, no tienen ánimo para esperar, y esta es la razón porque la multitud de gente en los exércitos enemigos no debe espantar, si son viles y mal disciplinados, ni confiar en los nuestros, aunque excedan en número a los de Xerxes y agoten los ríos, si para beber se echan de bruços, como los que deshechó Gedeón, y venció con los pocos que en pie bevían, arrojando con la concavidad de la mano el agua a la boca. Díxose canalla de can, perro, porque tienen éstos la condición de perros, que salen al camino a morder al caminante y le van ladrando detrás, pero si vuelve y con una piedra hiere a alguno, ésse y todos los demás buelven aullando y huyendo. Algunos quieren trayga origen del nombre congregatis, de cahal, cahalla, y de allí, con alguna corrupción, canalla; pero del verbo cana, texere, operire, ocultare nomen alicuius, parece más a propósito, porque la gente de canalla es innominada y sólo la referimos con este nombre genérico, sin hacerles tanta honra que los nombremos y queden famosos, aunque sea infamándolos. O del verbo emere, porque se alquilan éstos y se venden, y en fin, como gente alquilada no hacen cosa de honra, porque sólo atienden a su provecho."
En resumidas cuentas, la acepción de Sebastián de Covarrubias resalta varias condiciones del carácter de tal figura llamada canalla: gente vil, gente perra y gente innominada. Es especialmente preciosa y precisa, cual la vida misma, esta representación: "la gente de canalla es innominada y sólo la referimos con este nombre genérico, sin hacerles tanta honra que los nombremos y queden famosos, aunque sea infamándolos."