Recita el poeta Kavafis:
"Vuelve otra vez y tómame, amada sensación
retorna y tómame cuando la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan..."
Unos versos pueden ser unas letras. Pueden ser unos sentimientos. Pueden ser una llave. Pueden ser un camino. Siempre una sensación. ¿Qué mas pueden ser? Una ocultación. Cuando unos versos se imbrican en un individuo pueden ser además un acicate, una compensación o un desarrollo de sí mismos bajo otras formas. Tal vez la exigencia de lo oculto, de lo que se preserva, de lo que desea mantenerse a salvo. Pueden ser incluso el no-nombre. No importa tanto el nombre, o acaso no importa nada, sino lo que se necesita expresar activamente. ¿El nombre? Dice Octavio Paz: "El poeta no es el que nombra las cosas, sino el que disuelve sus nombres". Los nombres no nos pertenecen, no se pertenecen a sí mismos, porque no se reconocen en los objetos. Las cosas existen a pesar de sus nombres, aquellos que concede el lenguaje de modo equívoco. Los seres existen, no obstante las cosas, no obstante sus nombres que desfiguran su esencia. Al recrearse, la poesía buscó la disolución del lenguaje convencional. La poesía no llega para reclutar una jerarquía nominal. O la poesía es deconstructiva o no veremos en el interior del mundo ni en nuestro interior, sin que nos confunda la mediación del nombre. De modo análogo, hay dibujos que no nacen para nombrar al uso, sino para establecer nuevas caligrafías; como hay mapas que no indican territorios establecidos o como no inventamos alfabetos sobre lo ya sabido, sino para lo que no sabemos. La poesía se dibuja de nuevo, se alfabetiza, se representa abstrayendo los nombres. Conformando el sotobosque de los sentidos, que es anterior a las palabras. Es lo que he visto en la obra de Casilda García Archilla. Donde tras la apariencia de las pequeñas cosas descubrimos el valor que contienen en potencia y en acto.
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un enfoque interesante
ResponderEliminarY discutible, supongo, y mejor que sea discutible. Octavio Paz me está enseñando caminos que desconocía. Aplicaba algunas ideas a mi observación sobre la visión y obra de esta artista.
EliminarGracias.
Muchas gracias, Fackel
ResponderEliminarGracias a ti por darnos a conocer tu poesía, tu pensamiento. Algo que el terreno del arte propicia más allá de las estructuras jerárquicas de la racionalidad.
EliminarLo has visto y lo has explicado de maravilla, qué más se puede decir?
ResponderEliminarYa conozco la obra inspirada y delicada de Casilda gracias a su blog y a su generosidad, y aplaudo que la traigas aquí.
Voy para el Ojo.
Un beso.
Se agradece, Rat, tu opinión sobre la obra de la diletante. Pásate por el Ojo cuando gustes. Un abrazo.
ResponderEliminarNo sé mucho de arte, mejor dicho no sé nada, pero eso que tu llamas discutible probablemente es la esencia del arte, que está abierto a todo tipo de interpretaciones.
ResponderEliminarNO te preocupes, Ana, a ver si piensas que yo sé de Arte...Simplemente escucho las expresiones sensibles y profundas de los hombres. Y aprendo. Y si doy pasos en esa dirección me habrá servido.
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