La noche en que hice un alto en la ruta Tokaido la pasé en una casa de té. Fui atendido con exquisita entrega por parte de las geishas. Allí conocí a Kanae, apenas aprendiz de oficio cuyo protocolo me interesaba menos que su natural actitud. Mi cuerpo y mi mente se hallaban sumamente cansados. Mis músculos y huesos se quejaban del largo e incómodo viaje. Mi pensamiento estaba turbado por la misión delicada que me llevaba lejos de la corte. Del éxito del cometido dependía mi futuro profesional y acaso vital. Debió ser por ello que aquella noche solo me apeteciera relajarme, huyendo de esfuerzos. No me atraía tampoco beber en exceso, prefería otras maneras de evasión. Una de las mujeres dominaba el shakuhachi. Aquellos sones extremadamente alargados y de una profundidad aguda tal que competían con el viento hicieron más por mi búsqueda de recuperación que cualquier otra propuesta. Las conversaciones se desarrollaban concisas y en voz baja, algo que me agradó, porque no es lo que siempre abunda en una casa de té. Fue Kanae la que me dedicó hermosas composiciones con su shamisen. Con lo joven que eres, ¿cómo es que dominas de este modo el arte de la cuerda?, la pregunté. Viene de familia, se limitó a responder. Me impresionó la mirada fija de la joven, que realmente era introspectiva, y los compases melódicos que me brindó parecían tender un puente de seguridad y bienestar con mi estado físico. Qué discreto cuidado la de esta mujer, pensé. Con qué medidas formas procura sobre mi persona. No parecen convencionales las pautas de su comportamiento. ¿En qué crisol, que no es esta casa, se ha ido forjando su personalidad? Tal vez eran pensamientos escasamente fundamentados los que me embargaban. A medida que fui desconectando de mis preocupaciones y sintiéndome más descansado mantuve agradable charla con la joven. Yo fui reservado respecto a mis quehaceres, aunque anécdotas no me faltaron. Ella me habló de sus escasas vivencias, a las que calificó, no obstante, de intensas y muy ilustrativas. Fue entonces cuando me contó el encuentro reciente con un peregrino a Nikko cuyo retorno del santuario estaba esperando.
***Se puede saber de esta última historia en Chitón.
Adjunto un par de vídeos para admirar la belleza del shakuhachi y del shamisen, admirablemente interpretados.
(Ilustración de Balbi López Santos)
Que maravilla los dos videos, la técnica és inmejorable y el segundo me remite a Pat Metheny en 'are you going with me'. La música tiene extrañas asociaciones.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=0iSiPjbS8_Q
Cuidado que me ha gustado Pat Metheny, y sí, es verdad que recuerda la flauta de la canción que citas. No me extrañaría que se inspirase, con el toque electrónico, en la japonesa.
EliminarMe ha encantado el shamisen, no conocía este instrumento. Y después con el shakuhachi he bajado pulsaciones, muy agradable también. Lástima que Japón nos pille tan lejos, me gustaría perderme en el Japón tradicional y apreciar su cultura, y también el Japón moderno, que no quiero quedarme a medias. ¡Qué feliz es uno soñando! ji, ji. Bueno, nunca se sabe, hay sueños que se cumplen contra todo pronostico.
ResponderEliminar¡Un abrazo Fackel!
Das la clave. Cuando uno no puede tener pues cabe imaginarlo. ¿Quién puede impedirnos las fantasías de cualquier clase? Japón tiene una trayectoria histórica y cultural de primer orden, merece la pena informarse, leer, ver su cinematografía maestra, y quien pueda, viajar. Un abrazo, Ana.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarsupongo que las "casas de té" japonesas deben ser todo lo opuesto a las "casas de ..." que se usan por aquí, aunque, nunca he estado ni en unas ni en otras.
La música del primer vídeo, el de las dos chicas, sin desmerecer ni ofender, me pone taquicárdico, con ese ritmo tan rápido y machacón.
El segundo vídeo, el de la solista, sí me resulta gratificante y relajante.
Gracias y salu2.
Cuando yo estuve había de todo. Casas de lujo y de calidad, y también modestas y tabernarias. Las había en diferentes geografías, fueran montes o llanos, pero sobre todo en encrucijadas. El entretenimiento de los clientes, la música y el canto, la conversación, el estímulo al consumo de bebidas de alcohol, por supuesto variedades exquisitas de té, y en algunos casos mini representaciones teatrales, constituían todo un protocolo. La belleza de las mujeres que atendían era espectacular. Ya digo que el objetivo era el entretenimiento de los hombres. Por supuesto que en ciertos casos o lugares también podían obtenerse favores sexuales. Bueno, eso fue allá por mil ochocientos setenta y mucho, habrá cambiado bastante.
EliminarEs un ritmo muy coordinado y frenético el de las chicas, sí, pero ya sabes que la percepción de la música es a carta de cada cual. Por eso he incluido dos vídeos diferentes -por la red hay bastantes- con ambos instrumentos citados en el texto. Pero aunque he elegido una interpretación frenética del shamisen las hay muy dulces y calmas.
Adelante y cuidados.
Qué bonita entrada!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarSaludos desde el silencio
Muchas gracias, y que persista la serenidad del silencio.
EliminarInstrumentos que nos remiten a unos tiempos de esplendor. Vídeos la mar de interesantes. Gracias por traerlos.
ResponderEliminarUn abrazo
Cada cultura ha desarrollado sus instrumentos, sus músicas, sus canciones. Como no son de nuestro marco cultural los conocemos poco o nada, pero merece la pena prospectar en ellos, aunque no pisemos una casa de té.
EliminarNão conhecia o instrumento e às vezes, necessitamos de ouvir qualquer coisa diferente que comunique com a nossa mente e a faça relaxar, evadir das preocupações e dúvidas. Enfim, reencontrar-se.
ResponderEliminarBeijos e abraços
Marta
Evidentemente, necesitamos abrirnos, vivir abriéndonos, Marta. El cerebro debe oxigenarse con culturas, pensamientos, paisajes, sonidos...Simplemente se trata de parar y escuchar. Un abrazo.
EliminarEl mundo de las geishas me resulta atractivo. Por lo que sé, no son lo que algunos creen, pero qué hay detrás de una niña que decide convertirse en geisha. Hay una vieja tradición literaria y social por la que el hombre se deja llevar por el ambiente cortés centrado en una mujer y desde allí comprende mejor el mundo. Me atrae, claro, por lo artístico, que da resultados magníficos, como en este texto en el que todo es posibilidad a partir del punto final, pero como no tengo otros argumentos, me permanece la duda en lo social.
ResponderEliminarNo conocemos lo suficiente sobre ese mundo o ámbito, como quieras llamarlo. Casa de...suena en nuestra provincia pequeña como lo más siniestro o cutre. Nada más lejos de la realidad una casa de té. La cultura japonesa sigue siendo muy desconocida para nosotros, pero tiene una envergadura que no es menor que la que se haya podido desarrollar en la Hispania citerior o ulterior.
EliminarEl texto: excelente. Los vídeos: excelentes. Noconocía los instrumentos del primero, pero la habilidad o virtuosismo de quienes lo tocan es impresionante... su sonido también...
ResponderEliminarSe ve que dominas esta cultura, yo soy un ignorante con respecto a ella... Gracias por mostrarnos estas maravillas...
Abrazo
No, en absoluto domino ni esa cultura ni ninguna, amigo. Solo realizo aproximaciones. Ignoro por qué el tema japonés me atrapó hace tiempo. De hecho creo que en el blog hay al menos tres relatos seriados con tema japonés. Si yo fuera esotérico diría que me reclama una vida anterior vivida allí. Pero prefiero nutrirme de mis propios misterios.
EliminarMuchas gracias por leer.