"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 4 de mayo de 2020

Cuentos indómitos. Fragmentos del Diario de un agrimensor




La investigación prosiguió lenta y anodina. La empresa del agrimensor quería salvaguardar su reconocido nombre y presentó la denuncia correspondiente. Puesto que el río y los objetos encontrados a la orilla no proporcionaron pistas el juez ordenó que se indagara en el equipaje que el hombre tenía en la pensión. Poca cosa. Útiles de aseo, dos trajes, unas mudas. Un libro de geografía sobre la zona, otro con fórmulas matemáticas y geométricas, un Martín Fierro en versión escolar, una máquina de escribir portátil, una Facit sueca. En el fondo de la valija, tres cuadernos con anotaciones.

El funcionario judicial recogió el modesto equipaje, no sin antes echar un vistazo a cada uno de los cuadernos. Así, abrió uno al vuelo y leyó un párrafo. 

"...Lo que me gusta de la pensión Villarríos, donde me he alojado, es que no está ni en la zona de más algarabía de la localidad ni tan extrema que quede desconectado de los vecinos. Muy acorde a mi personalidad, pues me tengo por un punto intermedio, ni un excesivo comunicador ni un huraño, y ese punto, como bien lo sé, es variable. La patrona parece discreta y solícita. ¿Qué más puede uno pedir cuando llega a un pueblo sino que respeten su intimidad? Para nadie es un secreto lo que vengo a hacer aquí, pero no quiero arriesgarme a que me vean como un entrometido".

Pasó varias páginas y el dedo se le engatilló en una donde la escritura era más precipitada. 

"...Me reclaman que haga medidas de toda una extensión que afecta a varias fincas. Me dicen que sean lo más exactas posibles, como si uno no conociera el oficio, pero esa sugerencia me ha intrigado. A continuación, cierto funcionario municipal me indica que si es posible obvie una cuña de terreno hacia el NE que se introduce en un terreno llamado Los Baldíos. ¿Es que acaso me puedo saltar lo que está plasmado en el catastro? Por supuesto, ya puede decir misa, yo vengo a hacer mi trabajo de técnico y allá se las compongan en otras instancias".

Esto tiene que verlo el juez, pensó el agente judicial. ¿O puedo sacar algún provecho si hablo antes con el administrador de esa finca? Siguió echando un vistazo a los apuntes.

"...No sé por qué he aceptado la invitación a comer del propietario de los terrenos que van de NO a SO. Tal vez porque no quiero tener enemigos, es mi manera de ser, y no sé decir no hasta un límite prudente. Ha estado excesivamente amable conmigo. Después de la comida me ha llevado a un club que hay dos poblaciones más allá, no recuerdo su nombre. Tras un par de vasos de Macallan el empresario me animó en dirección a las chicas que se ofrecían. Corre por mi cuenta, me dijo con picardía. Si hay algo que me molesta es que ciertas conductas personales sean impelidas por ajenos. Puse un gesto de dolor y dije de pronto: Dios, otra vez la ciática. No sé si se lo creería pero no insistió. Me he dicho a mí mismo: si llega el caso de apetecerme un lugar de estos lo haré de manera solitaria y anónima; no quiero tener testigos y menos si vienen con siniestras intenciones. Sospecho que nada oscuras, visto desde otro punto de vista". 

Miguel Pallarés, funcionario de carrera del sistema judicial, no daba crédito. O el desaparecido se lo inventa o aquí hay tela. Tomó otro cuaderno.

"...Hoy he parado el trabajo. Solo me apetecía escuchar el rumor del arroyo, que estos días me había pasado desapercibido. Dejarme llevar por el bamboleo de los juncos y por el chapoteo de ranas y ratas de agua ha obrado como hipnosis sobre mí. No he pensado en las incidencias de estos días. Me conozco lo suficiente para saber que no voy a ceder a presiones ni alterar u ocultar datos. La vida tiene que tener otro encanto y no limitarse a las coimas con que unos humanos compran a otros. No sé cuánto tiempo he pasado dejándome acariciar por la brisa. La vegetación de la orilla me traía fragancias que hacía tiempo que no percibía. Si añado el fragor armónico de la corriente tuve la sensación de estar si no en un edén -para serlo le faltan otros elementos- sí al menos en una parcela ultrasensorial y, por supuesto, olvidadiza de obligaciones y cuitas".   

El agrimensor nos salió lírico, pensó Pallarés. Saltó varias hojas.

"...He recibido carta de mis hijos de Corrientes, apurándome para que, cuando termine el trabajo acá, vuelva. Allí tengo futuro, me dicen. Que ya no tengo excusa. Que tanto ellos como su madre me perdonan mis episodios de abandono y que, aunque no me entiendan del todo, reconocen el lado generoso de mi carácter. No sé si son palabras de conciliación o de recuperación, o ambas cosas. De momento les voy a responder que acá tengo buenas perspectivas, y que eso nos beneficiará tanto a ellos como a mí".

Complejo el hombre, también tiene entidad, dedujo el funcionario. Pero ¿quién soy yo para valorar las opiniones de un cuaderno que leo y no debo leer? Saltó varias páginas y ya estaba a punto de agrupar los tres cuadernos y meterlos con el resto de enseres menudos, cuando en una de las últimas páginas le chocan estas letras:

"...Cada vez me gusta más echarme a la orilla del Piri Poty. El cielo tan limpio se me antoja parte de una catarsis. Esta mañana ha salido por sorpresa del río una adolescente tal como la trajo su madre al mundo, y se puso a hablar conmigo. No tuve ningún pensamiento libidinoso, aunque aprecié la belleza. Parar a observar la hermosura de la naturaleza, ¿es acaso una infamia? Sin embargo, a medida que pasan las horas creo que era parte del paisaje y también producto de mi necesidad de relajamiento. Pero si no hubiera sido por cierta información que me dio hubiera pensado que aquella aparición se trataba de una ensoñación mía. Me dijo que en una casa no lejos de allí aún vivía una mujer que conoció de niña la guerra del Chaco. Una mujer que se salvó cuando su familia sufrió las iras de los soldados simplemente porque la dejaron oculta junto al arroyo. El mismo río en el que me gusta descansar y soñar. Me dijo también que me contará más cosas, pero no estoy seguro de que vuelva".

Miguel Pallarés sabía que aquellos cuadernos eran pruebas, desde el punto de vista de la investigación. Pero él mismo dudó. Pruebas ¿de qué? ¿De la manera de ser de un hombre? ¿De sus imaginaciones? ¿De sus búsquedas conscientes y subconscientes? El funcionario agrupó las demás pertenencias del agrimensor y guardó para sí los cuadernos. Una prueba más puede aparecer en cualquier momento. La justicia no tiene prisa nunca. ¿Por qué no leo mejor estos cuadernos repletos de sensaciones y donde no parece que haya acto alguno delictivo ni de inmoralidad? Y aunque los hubiera, ¿se pueden acaso ocultar los rostros de la naturaleza humana?



(Ilustración de Chema López)

28 comentarios:

  1. A partir de la oferta del Macallan, los diarios se me han hecho cómo más próximos y con ganas de ser leídos, así que tendré que seguir al funcionario para poder hacerme con ellos.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Igual el funcionario se lo piensa y los devuelve antes de haberlos leído. Y se conforma con los fragmentos.

      Eliminar
  2. Una misma historia contada desde diversos puntos de vista. Me gusta esta técnica del perspectivismo múltiple que usas en la narración del asunto.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Diario de un solitario, podría decirse. Saludos.

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es fácil soslayar el orden, pero de esas preguntas el curioso del funcionario acaso halle respuestas.

      Eliminar
  4. Los cuadernos de campo han sido una sorpresa muy agradable. Has tenido una idea genial y apetece leerlos.

    Adriana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Entre funcionarios y juzgados a veces los papeles se pierden, oye.

      Eliminar
  5. Pues es una mirada bastante poliédrica, de las lindes, y de las gentes :-)

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los agrimensores tienen vista y también sus propias miradas. Salutem.

      Eliminar
  6. Qué bueno y prometedor...

    El anterior capítulo de tu Indómito, me llevó hasta el Río de La Plata y este otro me lleva irremediable, hasta la región del "Chaco", que también, significa mucho para mi, sobre todo por la huella que me ha dejado su población indígena; su vida, sus costumbres, su pobreza, su olvido histórico y, sobre todo, sus hermosas leyendas y su magia...

    Y como en el anterior, te dejo un relato de hace años, sobre los Guaranies -Chaco argentino- por si acaso quieres dar un vistazo.

    Feliz día de primavera, y perdón si te canso con mis cosas...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los textos nos hacen viajar ¿a dónde nos indican o a dónde nuestra imaginación o el recuerdo nos inducen? ¡Ah!

      ¿Dónde está ese relato que dices?

      Eliminar

    2. Ah, mi despiste... Guaranies. Últimos esclavos del sigloXXI
      (14-6-09)

      Eliminar
  7. ¿Cómo tratar burocráticamente la pasión? Imposible.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto. Aunque hay quien la abandona por un tratamiento administrativo (pero esto es harina de otro costal)

      Eliminar
  8. Me gusta esta visión múltiple de la misma historia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con frecuencia las vidas resultan ser muy fragmentarias.

      Eliminar
  9. No sé bien qué decir. Sólo se me ocurren elogios (quizás debería quitar el sólo). La historia me atrapa y admiro tu capacidad de hacerla crecer, en todos los sentidos.

    Los diarios... nunca he escrito uno por temor a que sea leído por alguien. Me agrada ese funcionario judicial, curioso a la vez que respetuoso.

    Tus personajes suelen tener una sabiduría que me gustaría que tuviésemos todos. Me refiero a una sabiduría en el ámbito relacional, raramente superficiales (no recuerdo ninguno que lo sea).

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco soy partidario de escribir diario propio, exige como cierto orden y disciplina, ¿no? Es como archivar cosas que suceden y se imaginan y una vez escritas ¿quién las modifica? Un diario acaba atrapando al individuo. ¿Lo reduce o lo proyecta? No sé.
      Gracias por tu paciencia.

      Eliminar
  10. Um diário diz muita coisa sobre nós....Mas será mesmo necessário para a investigação?
    Conto interessante... estou a gostar imenso...
    Obrigada pela visita
    Beijos e abraços
    Marta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para pesquisa, eu não sei. Talvez por curiosidade.
      Obrigado, Marta.

      Eliminar
  11. pareceu-me uma narrativa sólida e fluente
    que me seduziu

    e espero poder melhor desfrutar
    na medida em que conheça os enredos e veredas
    da tua narrativa

    abraço

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Oh, não há nada pensado anteriormente. Escrevo me deixando fluir como o rio da história, mas a qualquer momento o canal pode se desviar. Ou secar.

      Obrigado, Manuel.

      Eliminar
  12. Yo sí he escrito diarios. Lo hice durante 27 años. Desde los 18. Es algo fascinante. Pero todavía hay vida más allá de los diarios. No está todo escrito. Se escoge una manera de sentir y de contar. Pero luego, cuando pasan los días, meses, años... los recuerdos no coinciden con lo escrito en los diarios. La escritura de diarios es enigmática.

    Tu relato es oculto. Me gusta mucho cómo el agrimensor parece ordenado, calculador y racional, sin embargo hay una parte de él que sus conocidos no ven, no perciben, no conocen. Hay una parte desconocida de ese hombre. Esa parte desconocida es la que le ha hecho desaparecer con la mujer especial (real o soñada). Qué gran alegoría. A veces una persona es de una manera pero luego resulta que tras un encuentro con una persona es de otra. Al final, la identidad es líquida, no sólida. Todo depende de con quién se interactúa.

    Me parece fascinante la aventura del agrimensor.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienen los Diarios sus características, sus objetivos, sus subjetivismo de un tiempo determinado. Pero probablemente su escritura tenga mucho de enigma. Me gustan los Diarios de otros pero depende. Diferencio entre Diarios de uno que se quedarán siempre en un cajón y Diarios para ser publicados (más aparentes) que sospecho se dan en algunos autores.

      En efecto, las personas no son como parecen o como se muestran -incluso sinceros- a primera vista. Simplemente por evolución. Y la evolución siempre lleva instancias anteriores ocultas, también incluso para el propio portador.

      Identidad líquida, hum, me gusta la idea. Pero acaso solo es cambiante. Gracias, Ana, eres benevolente.

      Eliminar
  13. ¡Cuántas pistas ¿indiscretas? de vida íntima y social guardan los diarios!

    Al funcionario judicial creo que le pudo más la curiosidad que el deber... ya iremoas viendo qué hace con esa prueba que conduce al Piri poty...

    Está interesante la historia...

    Abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro, la lectura de los diarios tomados indebidamente son siempre indiscretas, así que peligrosas. La curiosidad mató al gato, dice un dicho. Frase que siempre me ha parecido contradictoria con aquella otra de siete vidas tiene un gato. En fin, cosas de la observación tradicional. Veremos.

      Eliminar