"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 2 de julio de 2018

Deriva de un reencuentro con el poeta

























ESTE texto y cuanto viene después es poesía en estado purísimo. Se dirá: el poeta lo trabajaba, lo perfeccionaba, lo modificaba. Las entrañas de la tierra elaboran el mineral más sublime ¿y acaso por ello deja de ser innato, esencial, nutriente? La voz mineral del poeta se transforma en cada lectura que hago. Y con frecuencia necesito recurrir al valor de lo profundo. En él hay tierra, en él hay sueño, en él hay deseo. ¿Qué más se puede pedir para no ceder al tedio de los días?




11 comentarios:

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    1. Ay, eso que somos o queremos ser o que no acabamos de ser...por dentro...

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    3. El interior se recompone siempre, Chiloé, no le quepa duda, pero no nos creamos tan dueños de nuestras entrañas. A veces es un bosque, y hasta el mismo Dante ya dejó escrito cuán perdido andaba por él. Lo de fuera puede ser también reflejo, no solo ficción, podríamos debatir mucho sobre el tema; mejor dejar que la naturaleza se manifieste.

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    5. Es decir, Virgilio. Coincido contigo a propósito de la naturaleza (incluso aquella rerum)

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    6. Lástima que tenga que atender visitas. El tema da para mucho y sería interesante debatirlo con cualquiera de tus múltiples y variopintas personalidades exógenas, a tu elección.

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    1. Germinal. La identidad pasa por la poesía que nutre.

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  3. La frase: “el recuerdo de un olvido” se me antoja redonda, es decir alcanzar ese punto paradójico donde los opuestos se unen tras haber recorrido por caminos diametralmente diferentes el mismo número de grados pero con cuyo deambular han acabado han acabado trazando dicho círculo. Paradójico , insisto, en palabras del poeta. Presupongo que conoces el significado intrínseco del círculo, utilizado por igual para un roto que para un descosido!
    “Cachis” cuántas palabras he necesitado para visualizar algo parecido a lo que el poeta apunta brevemente. Claro que nunca lo fui! Reconozcamoslo siempre habrán “escalones y niveles”! Afortunadamente nunca me molestó, el trazo de un camino tan largo y diverso que se me antojaba emocionante y no quedaba tiempo para juzgar ni comparar, bastaba con ASPIRAR (inspirando y expirando consecutivamente, así de fácil.) Cuando uno aparece en los más bajos escalones sociales se acostumbra a mirar hacia arriba e intentar aprender algo durante su trayectoria, intentando emularse a sí mismo en el mejor de los casos. Ese “aroma” nunca se perderá aunque falle la incierta memoria. Chapeau por este verso del poeta. Que el estío te resulte benigno.

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    1. El círculo jungiano pertenecería a la etapa final, es el símbolo del recorrido vital, pero yo tengo poca fe en los símbolos que, como bien dices, igual sirven para un roto que para un descosido. Los lenguajes simbólicos del pasado, ocultistas, sectarios y de capillitas, herederos de mitologías múltiples que la magia y la religión fecundaron, están bien en eso, en el pasado muy pasado. Me convence más el lenguaje literario, tipo Cernuda, que, por cierto, no era un hombre precisamente sencillito ni de vida leve, de ahí su poesía enteriza, honda, mineral, de pasiones contenidas y reelaboradas por su propia necesidad. Un poeta imprescindible, apto para quien quiera acceder a él con exigencias sobre la existencia.

      Que las canículas, cuando lleguen, te sean leves, hermana.

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