"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 18 de septiembre de 2016

Aquellos estos árboles, 46





"El paraíso se alcanza con el tacto, puesto que en el tacto residen el amor y la inteligencia."

Hellen Keller, El mundo en el que vivo.



¿Has pensado alguna vez en la dualidad que posee una mano?, y es que como sucede con todo lo dual nos fiamos solo de lo más aparente, de la primera impresión, de lo que salta a los ojos como función exterior, y así vemos que una mano gesticula por sí misma, o apoya una representación más amplia del cuerpo de quien habla, y al actuar potencia las palabras, aumenta el énfasis expresivo con que se pronuncian, refuerzan la capacidad de convencimiento que pretende la perorata del otro, eso vemos de las manos cuando ejercitan signos espontáneos, multiplicando las posibilidades del lenguaje oral, ampliándolo y haciendo de su extensión un cuerpo políglota en el hombre o en la mujer que como reflejo utilizan sus manos en un diálogo común, pues otra cosa es el movimiento de arquetipo de las manos en actos litúrgicos, tales aquellos de los clérigos aburridos a los que se les ve venir antes incluso de abrir la boca y alzar sus brazos, o las mangas arremangadas para la ocasión de los candidatos electorales, los cuales con sus movimientos estereotipados no aportan nada nuevo a lo que ya no resulta creíble de su discurso fonético con las falsas promesas de siempre, o los hinchas de las gradas que, aun siendo de eso que llaman pueblo llano actúan como energúmenos de pacotilla, accionando brazos y moviendo dedos en combinaciones repetitivas, y en esas posiciones de los dedos y el brazo en ángulo que remiten contra el césped el mensaje obsceno no es sino la dejación de la estética, su desagradable actitud a través de la que canalizan agresividades que están en sus vísceras y en su cerebro y en su vida cotidiana nada calma, supongo, eso es lo que vemos exteriormente que parece limitar el valor de las manos, y por supuesto que hay otra lectura superior y generalizada sobre el poder de las manos, el manejo de la máquina, la realización de una obra artesana, el uso de alta tecnología, la transformación ejecutora de la albañilería, en fin, todo aquello que tradicionalmente se ha confiado a las manos, pero las manos llegan más lejos, las manos ya no son gesto o fuerza o habilidad rudimentaria, sino que se convierten en un salto de sí mismas, son ante todo tacto, un pianista, por ejemplo, ¿gesticula o acaricia?, un escultor, ¿se limita a golpear el cincel o acaso no confía el avance de su trabajo al paso de su mano por la talla?, y el tacto se convierte así en la función íntima de las manos, el tacto es el significado de las manos, ese alma de las manos no siempre es visual, casi siempre más bien recóndito, su silencio es lo profundo en su desnudez, porque en su silente movimiento debe percibir del entorno, debe dar y debe recoger, tiene que transmitir idiomas más profundos de la esencia emotiva, y en el tacto de las manos una mujer o un hombre delegan sus saberes afectivos, con el tacto ven y oyen y degustan aproximaciones, frotar una planta de lavanda, rozar una flor fractal, deslizar los dedos por una copa de cristal, palpar a palma abierta un melocotón, masajear el exterior de un libro, tocar con suma lentitud el barro cocido de una vasija, recorrer estremecido la piel de otra persona, todo ello ¿no se desdobla a su vez en percepciones, gustos, recuerdos, placeres?, ¿no es acaso que se abren los descubrimientos o se afirma cuanto anteriormente se había aprendido?,  ¿no nos interpreta a nosotros mismos?, y de ese modo el tacto, rey en la sombra, avanza garantizando conocimiento, impulsando emociones, propiciando disfrutes, aliviando penas, traduciendo todos los demás sentidos, que estarían cojos sin la afinada comprobación con que nuestros dedos acarician.




(Fotografía de Boris Ignatovich)


6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el texto de hoy Fackel, y cuanta verdad encierra. El tacto, el gesto de una mano. Lo que una caricia puede trasmitir es increíble.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya sabes, que cada cual piense en ello. Habría que vindicar m´s el tacto, no es frecuente hablar de él. ¿Será tabú?

      Eliminar
  2. Algunos científicos dicen que eso fue lo que nos hizo humanos: las manos. Probablemente tengan razón.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El salto del árbol al suelo afinó la función de las manos, también de todo lo que a través del tacto nos llega. Una revolución biológica que hizo evolucionar las especies anteriores que condujeron a la actual. HUmanos por la capacidad de hacer y actuar con ellas, humanos por el panorama que nos abre para comunicarnos, expresar emociones, llegar al otro, sentir que el otro nos devuelve humanidad.

      Eliminar
  3. Pues, la verdad, no, no lo había pensado...

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El tacto: cuando una mano es algo más que lo hábil. Saludos, J.A.

      Eliminar