"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 7 de marzo de 2016

Atracciones y rechazos, 2
















Reflejándome en las sombras de mi imaginación me pregunto: cuál de todos los otros hombres soy. Cuál de ellos: el de al lado, el anterior, el previsible, el incierto, el del subsuelo, el que sube la montaña sin llegar jamás a cima alguna, el de mañana tras levantarme de la cama, el que jadea, el que se confunde, el que siente dolor, el que me rebusca en las vísceras. Qué hombre de tantos hombres intrascendentes llama a mi cráneo cuando me desvelo. A qué hombre de diversa memoria me parezco. Al que hace poco correteaba con pantalón corto, al que hace menos se dejaba seducir por unos ojos luminosos, al que lee, al que sujeta en su subconsciente aún la teta de la madre, al que se indigna, al que renuncia a la vida inerte, al que escucha sin reposo una sinfonía que le habla tanto de todos los mundos, de todos los hombres, de todas las fieras. (Léase todo ello con tono interrogativo)

Reflejándome en las sombras de la memoria solamente soy máscaras de mi mismo. Proyectándome en las fantasías esos hombres se acercan más al que quiero ser. Debo buscar tal vez en la no conciencia y esperar que un golpe de viento agite todos y cada uno de los hombres que llevo dentro y los ponga patas arriba. Acaso en ese instante empiece a saber qué hombre soy y, sobre todo, si lo acepto. 


(Foto: Duane Michals)


18 comentarios:

  1. Alguno de esos hombres son incompatibles, no se aceptan los unos a los otros y, periódicamente, terminan peleándose entre ellos. Lo dice una de mis máscaras, la resignada, que harta de ser conciliadora, ha terminado retirándose a un rincón.

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    1. Sí, ese es uno de los problemas, que no se lleven bien entre sí aunque el tiempo que transcurre es también el tránsito de nuestros personajes y pueden cambiar las relaciones estableidas entre ellos.

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  2. Acaso el brillante puede afirmar que una de sus caras contiene el auténtico reflejo del diamante del que lo engendraron .? Son todas y ninguna en particular las que le otorgan el brillo que él jamás podrá contemplar.

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    1. Buen símil, Kefas, pero acaso cada cara refleje todas las posibilidades de luces y sombras, sin interesar lo auténtico y sí tomando como verdad la misma materia bruta desde la que se talla. El brillo del hombre interior nunca es el que se exhibe ante los demás.

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    2. Los demás son los espejos en los que vemos reflejadas nuestras carencias y suficiencias. Por ello nunca llegamos a vislumbrar su luz interior.

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    3. La cosa se complica, pero a la vez es útil, cuando los demás son a su vez nuestros testigos.

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  3. Alguna vez dan ganas de tirar por la calle del medio y dejar todos los que somos para ser otro...

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    1. Que al tiempo sería tan molesto como el que has dejado atrás. Eso creo.

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    2. Pedro, siempre somos una sucesión e incluso recambiamos los personajes, con arreglo a circunstancias o simplemente porque son como hijos nuestros a los que jamás abandonaremos...del todo.

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    3. Lo que se deja atrás, Noite, sigue estando en nosotros...de alguna manera.

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  4. Eres todos, y si te faltara uno de ellos, cualquiera de ellos, ya no serías tú.
    Siempre me gusta lo que leo aquí.

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    1. Pues te doy la razón, Elena. Somos pluralidad, reducirnos a uno de circunstancias es como perdernos de nosotros mismos, al menos esa es mi sensación. Gracias.

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  5. Creo que un poco de cada uno.

    Cuando pienso en como sería mi hombre perfecto, elijo un poco de cada uno de los hombres que conozco y me sale un diamante perfecto.

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    1. Huy, qué peligroso es eso...¿O querías decir un diamante impuro e imperfecto y acaso insatisfactorio?

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  6. ese calvario del porqué de la existencia
    ¡aplausos!
    un abrazo

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    1. Un calvario entre ladrones, abundancia de fariseos, saduceos y demás clerecías, autoridades imperiales y, cómo no, publicanos. El mito hecho carne de sistema. Un abrazo, gracias, Omar.

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