"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 19 de octubre de 2014

Sotobosque: el aprensivo




El aprensivo vuelve locos a los que viven con él. A cada molestia que le dura más de un día, responde con una queja que transmite a los demás. Si sus familiares le dicen con bondad que no será nada él parece enrabietarse y se ve en la necesidad de agravar la dimensión de su dolor. Si los amigos le recomiendan que vaya al médico responde que se está observando, que siempre hay tiempo de acudir. Si en la fábrica arriesgan opiniones sobre su mal, les contesta con desdén que su cuerpo es suyo. Si algún malévolo le dice, al escuchar sus síntomas, que otro amigo sintió eso mismo y que por ahí andan ahora la viuda y los huérfanos, se estremece, humillado, hundido. El aprensivo cree verse más delgado por la noche que por la mañana. Y más agotado tras haber dormido que tras la actividad cotidiana. El aprensivo ha soñado la otra noche con el tiempo de la infancia, donde no había dolor ni angustia ni incomprensión. Al despertar se resiste a abandonar el sueño y se queda en la cama, tratando de dormir de nuevo para sujetar todavía el hilo de las últimas fantasías y prolongarlas. Acuden los íntimos a decirle que es de día, que tiene que ir a trabajar, pero él se tapa con las sábanas. Me duele todo, responde con voz de ultratumba. No puedo levantarme, pronuncia entre sofocos. Nadie le hace caso y le devuelven no solo palabras de enfado, sino incluso amenazas. El aprensivo, desconsolado, se deja caer en un bucle retorcido y fiero hacia dentro de sí mismo. Siente amargura y pánico. Luego se golpea como si se diese una puñalada a la altura del hígado y emite una queja auténtica. Se palpa. Para su asombro comprueba que tiene la mano pringada de sangre. Ahora se lo voy a demostrar de una vez a todos esos, piensa mientras se incorpora en la cama. Pero cae de bruces y nadie se acuerda de él durante el resto del día.



8 comentarios:

  1. Parece el retrato de un poeta maldito. Muy bueno.

    Salud

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  2. Hombreeeeeeeeeeee...que me estoy asemejando un rato...........

    Salut

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  3. uufff conozco ese tipo de gentes
    me ha gustado como has encarado este tema, discrepo con lo de la niñez "donde no había dolor ni angustia ni incomprensión", sé bien que no es así
    .
    aprensivo e hipocondríaco son frutos del mismo árbol
    el abrazo de siempre

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    1. Lo de la niñez es tan subjetivo, obviamente...Gracias, Omar.

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  4. ¡Qué bien lo reflejas! Y el final qué bueno.

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    1. Suele ser parecido, ¿no? Gracias, Isabel por comentar.

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