A veces piensa si no llegará algún día, acaso más pronto que tarde, en que no tendrá interés por seguir los acontecimientos que se precipitan en su entorno. Los acontecimientos siempre mediatizados -y la expresión se desdobla en su sentido más que nunca, por mor de los tiempos vividos- de los que escaparán apenas aquellos pocos que funcionan como el rayo. Es decir, los que llegan desde la naturaleza no controlada. Los que se descargan violentos e ineludibles por el pasillo estrecho existente entre la naturaleza exterior y la materia propia. Sin querer saber del episodio contradictorio y complejo de la historia. Ignorando el voluntarismo atroz y frustrante de las relaciones humanas que se trenzan y se desatan sin tiempo para digerir las ricas experiencias. Desoyendo la voz del conocimiento que se nos ofrece y marginando la capacidad de aprendizaje de la que estamos dotados. Del estar en manos de los otros pasaremos, antes o después, a la agonía más auténtica: la lucha con nuestro cuerpo, el dolor, el descreimiento, las pérdidas, la soledad, tal vez el abandono.
(Fotografía de Paul Wolff)
Largo aforismo, si señor, poco que añadir, hecha una salvedad desde cierto ángulo libertario: el término "risueñ@" encandila cierta reminiscencia filológica que aun me ampara.
ResponderEliminarAnda, ¿y eso?
EliminarLas consonantes líquidas suelen producir los sonidos mas bellos, a mi modo de percibir.
EliminarAcaso...o cuestión de percepciones a la carta.
EliminarHace mucho tiempo que estamos ahí.
ResponderEliminarLa heroicidad es poder seguir siendo risueños a pesar de su conocimiento.
Sospecho que relativamente risueños. Bueno, no sospecho, lo constato; al menos en mí.
EliminarEscalera
ResponderEliminarBajo por la escalera cogido al pasamano,
cada escalón me aleja de aquella ciudad de antes;
pobres y húmedas calles donde pasé la infancia
y aún recuerdo aquel humo y el hollín de las fábricas.
Hoy soy tan descreído como ayer, pues jamás
me acogió ningún ídolo, ni siquiera su sombra.
Y ahora, en estos peldaños, que siempre voy bajando,
sólo me ilumina el faro de mis mayores
que fueron maestros del esfuerzo y del arte
de la derrota amarga y me amaron sin más.
Entre aquel frío de antes y el pasamano helado
al que ahora me agarro, sólo veo que existe
una confirmación de las peores sospechas.
F.C.
Salud
Francesc Cornadó
Vamos bajando peldaños, los ideólogos de las promesas imposibles de cumplirse, por no llamarlas falaces, nos prometían que ascenderíamos...C'est la vie y la escalera. Pero tu poema expresa muy bien lo que percibes. Yo soy más descreído que ayer, y lo prefiero, mira. Gracias, F.C.
EliminarEsos son los riesgos de vivir.
ResponderEliminar=)
Y tanto, y hay unos cuantos, aunque siempre hay también quien a todo gana. Salud con todas las consecuencias.
Eliminarno pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
ResponderEliminar¡Y además corrés el riesgo que te bauticen gil!
(Tango "las cuarenta" de A. Cepeda)
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Fackel, esta vez vino con la yapa de los versos del gran arquitect (No!) del gran cociner (¡No) del gran poeta Francesc Conardó
mi abrazo a los dos
Sí, Francesc es un poeta grande, con todas las consecuencias. Por cierto, descreer ¿será también des-pensar?
EliminarGracias, un abrazo.