Que no digan que vuelven las corbatas porque siempre estuvieron ahí. Símbolo fálico inconfundible, siempre uniforme, nunca veraz. Colegiales, empleados, ejecutivos o militares lucieron las prendas como signo de ir bien, aunque por dentro se fuera fatal. Entrañables aquellas corbatas de niño que venían con el nudo hecho y una goma que solo exigían estirar y meter la cabeza, y que propiciaba la broma de tirar de la del otro y soltarla con brutalidad de tirabeque. Los políticos del sistema y los altos cargos consiguieron que los paletas, peones y otros asalariados de mal vivir las odiasen. Aunque posteriormente, alguna redención debieron proporcionar, pues los descamisados de otros tiempos se trucaron en mods y decentes a la hora de aparentar y pedir trabajo. Los curas, por cierto, siempre las portaron de manera desastrosa, aun cuando fueran útiles para simular su condición sacra al ir a saciar, previo pronto pago, sus apetitos carnales en los lugares de perdición. Nudo italiano, nudo americano, nudo Windsor, no sé cuántos nudos más existen en el repertorio de las corbatas. A mí me enseñaron éste último y se me dio de miedo, aunque las prisas al levantarme del catre por las mañanas me incentivaran a dejarlo hecho de un día para otro. De los tejidos, texturas y otras sedosidades tengo poca experiencia, pues abandoné tempranamente el arte de exhibir mi condición de macho de manera simbólica. Ya tenía bastante con mi propia cruz. Ahora vuelve un modelo nada nuevo pero sí adaptado a los tiempos. El nudo es más complejo y rebuscado, pues se persigue mejor representación estética, aunque ésta sea breve y muy privada, y sobre todo mayor efectividad final. No es necesario que se busque en internet dónde se venden. Basta echar un vistazo a los espacios de abrumador hastío y extrema descomposición de cada interesado a la hora de elegir el modelo. Yo no lo recomiendo en absoluto. Eso sí, que cada cual se lo piense antes de adquirir la prenda. Por dos razones. Porque previamente nadie va a admirar el modelo, y porque no se tendrá segunda oportunidad para rehacer el nudo o bien arrojar la corbata de cáñamo o sintética a hacer puñetas. Esta corbata, en definitiva, no es de quita y pon. Y derriba de un solo golpe y para siempre al macho que uno lleva dentro y, sobre todo, al hombre que pudo ser. Desgraciadamente, dicen que vuelve a estar en alza.
(Viñeta de Manel Vizoso)
Genial artículo que entremezcla crítica, ironía y simbología de la cultura machista -en su término más amplio- dominante.
ResponderEliminarSí, mejor ser irónico antes que trágico. Gracias.
EliminarUhhh qué puesto le veo en cuestión. En mi espacio se difuminaron, somos familia perezosa en los menesteres de apariencia. Un nudo al cuello además incomodo, para protegerse mejor chal o bufanda.
ResponderEliminarPor profesión mi padre portaba chaque y pajarita, una cruz de mantenimiento, pero había que comer y educar a la nena.
Corbatas de moda aparte, he conocido en el entorno varios casos de autosoluciones finales, un amigo utilizó ese modelo de cáñamo, es triste.
EliminarGenial repaso a la corbata
ResponderEliminarQuien fue el "iluminado" que inventó semejante tortura, un trozo de tela con un nudo deslizante para ahogarte, nada menos!
Genial también la obra de Vizoso
Sí, es que Manel resulta muy sugerente con sus viñetas, véanse:
Eliminarhttp://manelvizoso.blogspot.com.es/
http://cachondodejahve.blogspot.com.es/
Gracias, un abrazo.