"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 19 de julio de 2025

Lo callado

 












Hoy estamos de pocas palabras, Xiao. ¿Y eso es malo, amigo? Puede ser un excelente síntoma de que nos relajamos, me replica. Así, Cao, mientras callamos observamos este páramo y la alternancia de los colores que la luz multiplica. La gente sometida a la vorágine pierde el tiempo en considerar lo que le rodea. Y el paisaje no tiene precio, alimenta nuestra mirada y con esta oxigenamos la mente. Porque un paisaje lleva infinitas vidas cuyas voces nos llegan. Las aguas, el viento, la vegetación, las aves, el ganado disperso, el rugir del cielo cuando hay tormenta, todo ello nos acompaña y sin duda que estaba ahí antes de que los hombres nos consolidáramos como ilusos y ridículos propietarios de la vida exterior. Entonces, Xiao, si la vida natural que nos rodea nos proporciona paz ¿por qué huimos tanto de ella cuando no nos ensañamos destrozándola? Los humanos, Cao, somos desconsiderados. Tendemos no solo a olvidar lo que la naturaleza ha dado a nuestra especie sino que obramos como hijos traidores y desagradecidos. Simplemente no valorando el suelo que pisamos somos injustos. La vida humana, tan compleja pero real, contiene mucho de artificio. Es como si los humanos hubiéramos creado un mundo que se explica por sí mismo y que tiende a entrar en choque con los otros mundos. ¿Vivimos, Xiao, tan enclaustrados en nosotros mismos que no sabemos mantener una armonía saludable? Mira, Cao, la armonía siempre es un concepto endeble, es en realidad un juego de tensiones, y el derroche de palabras que solemos utilizar no siempre es útil para el entendimiento, sino que puede, y de hecho sucede, bloquear nuestra naturaleza íntima. Y el bloqueo ya sabes a qué puede conducir. A desahogos incontrolados, a desajustes en las relaciones, a una catarata de ideas y palabras mal encaminadas, a una carrera de colisiones con otras personas a las que percibimos competitivas. Y el frenesí ciega. Por lo tanto, Xiao, ¿te parece que el hecho de que hoy vengamos con pocas ganas de comunicarnos es muy apropiado? Xiao no reprime la carcajada. Veníamos, porque ya ves que una simple frase inicial ha dado lugar a uno de nuestros juegos retóricos. Ahora, si quieres, quedémonos sentados sobre estas piedras divisando la geometría del paisaje, sin pensar ni decir absolutamente nada.

Arriba el cielo, nuestros pies en la tierra, el horizonte inalcanzable. La mirada perdida. Desconexión.


  

3 comentarios:

  1. Los pies en la tierra no nos dan la seguridad de los pies en el asfalto, un asfalto que nos roba la libertad y la intimidad, por eso hay que salir siempre que se pueda a disfrutar de la naturaleza.

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  2. No encuentro tierra en las calles de la ciudad. Asfalto, aceras....eso sí.

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  3. Creo que la gran mayoría de la gente urbana ha perdido esa capacidad de escuchar y observar a la Naturaleza. Nos sentimos ajenos a ella, aunque pretendamos ser sus dueños. Un abrazo

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