Cao, ¿tú te crees todo lo que te van contando? La pregunta de Xiao me ha pillado desprevenido. ¿No debo?, respondo. No debes, dice Xiao taxativo. Considero a Xiao una persona abierta y medida en sus juicios, incluso tengo en cuenta muchas de sus opiniones. ¿Por qué ahora me hace dudar de él mismo? Ya sé lo que piensas, Cao, dice, que tampoco debes creerme a mí, o no creer todo lo que te digo. Puede ser un buen sistema de autodefensa. Desde que nacemos nos llevan por una senda de creencias. Todo lo consideramos aceptable solo porque las ideas o, si quieres, las informaciones, nos llegan de personas aparentemente tan fiables como nuestros padres. Más adelante, la escuela o cualquier otra institución que se reclama de la enseñanza, toma el relevo, en paralelo incluso con nuestras familias. Por medio siempre hay alguna religión que se ofrece elevada sobre todo el mundo práctico y pregona normas de conducta muy íntimas que, nos dicen, debemos acatar para encontrar sentido a la existencia. ¿No te has preguntado nunca a qué viene tanto esfuerzo denodado de unos y otros para que traguemos su visión del mundo, de la vida en general y de las personas en particular? Y lo más hiriente. Nos insisten en que si no aceptamos su punto de vista estamos en el error, seremos infelices si no desgraciados, y se nos negarán esos mundos irreales y fantásticos que nos venden como salida a las posibles angustias. ¿Has pensado alguna vez si no serán ellos los causantes de la angustia humana?
Xiao ha cortado de pronto su desahogo. Él no sabe que yo voy dejando de creer muchas historias que no son sino eso, historias, narraciones, cuentos para mantenernos niños sumisos el resto de nuestras vidas.
*Dibujo de Josep Lada representando al literario soldado Svejk.
"Yo no sé muchas cosas, es verdad,
ResponderEliminarpero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos".
En mi juventud, tiempo de rupturas personales, León Felipe fue un código de conducta.
EliminarLos poetas siempre nos marcan el camino. O nos acompañan. A estas alturas de mi vida, si miro atrás, siempre veo un/a poeta en cada momento decisivo de ella.
EliminarEl problema es que al desconfiar de los cuentistas, ya no creemos en nada.
ResponderEliminarNo creas. Ningún problema en no creer en los cuentos y cuentistas, que abundan. Yo al menos no lo tengo. Y desde un punto de vista de disfrutar de la fantasía me sigue capturando tanta narración. Así podemos dedicarnos a buscar tener más claridad, a desentrañar, por ejemplo, en la medida de nuestras posibilidades lo que hay detrás de los cuentos y cuentistas, y a percibir la física, la naturaleza de las cosas y de las relaciones humanas.
EliminarCon estos cuentos, vale también aquello de que la mentira tiene las patas muy cortas. No hay más que esperar un poco y, como estamos de refranes, donde dije digo, digo Diego...
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