"Habítame en la sombra movible de tus labios
hasta que todo mi cuerpo brille en plenilunio".
Javier Lostalé, del poema Invisible, en Tormenta transparente.
El rojo de la cinta que permitía abrir el cuaderno también era el color de su delicado perfil. La bermeja intensidad hacía resaltar la boca de ella ratificando sus proporciones armoniosas. Al disponerse a tirar de la cinta lo recordó todo. El lento deslizar de sus dedos sobre los labios contenidos de la mujer del pasado. El trazo que dibujaba sentimientos, la lenta presión que recreaba el deseo, el rostro expectante que se iba disponiendo para una recepción de hecho nupcial. Ejercitaban un ritual pausado que les hacía progresar en su tanteo mutuo. Pasos que sustituían la ansiedad que inevitablemente latía en sus cuerpos para que el acercamiento adquiriese la envergadura que se merecían.
No quiso ignorar que tal vez fuera aquella misma persona quien ahora, movida por algún prodigioso arrebato, le enviaba desde la distancia el pequeño cartapacio con el talento de un amigo pintor. ¿Lo habrá elegido por el contenido o por el detalle de su envoltorio?, pensó. En cualquier caso este pequeño cordón puede abrir la puerta a un tesoro, y más conociendo el buen gusto de quien sabía hacer estética no solamente de su porte sino de sus palabras y de sus caricias.
Se detuvo en un gesto indeciso. Como si al demorar la apertura del libro le esperase una pre lectura, que no había olvidado, de la inesperada personalidad de una mujer que hacía años había traído vértigo a su vida, pero también aliciente. Detuvo el lento correr del ribete como si temiera que al desatarlo las hojas dejaran emerger al oscuro y vengativo ángel que todo lo borra. Temía el efecto de una maldición como si se tratara de un ajuste de cuentas. Pero principalmente le asustaba verse privado de pronto de lo poco, pero selecto, que seguía reteniendo de otro tiempo. Los recuerdos. Y sobre todo el agrio sabor de las relaciones inconclusas.
Se enredó. No lo abriré hasta que me reponga de la sorpresa, decidió infantil y tenso. No correré con la urgencia desatada con que entonces acudía a su llamada. Mantuvo sus dedos frotando sensitivamente la delicada cinta. La recorría de manera perturbadora, mientras su cabeza volaba al territorio extinto.
Pequeño objeto que podía cerrar una puerta que la memoria había dejado abierta. O acaso le acechara la caja de Pandora. ¿Hay libros que no se deben abrir por muy atractivos que se nos ofrezcan?, se preguntó mientras un escalofrío, ¿o se trataba de un relámpago?, estuvo a punto de quebrar su cordura.
Recibir ese obsequio era volver a sentir lo que quedó incocluso, la asignatura pendiente. Tal vez es mejor no quitar el lazo rojo y dejar el recuerdo aparcado. Una narrativa muy cuidada, que anima a seguir leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo, buen día te deseo
Como se entere el protagonista le vas a generar más dudas aún. Lo malo es que un recuerdo aparcado también tiene tela. O sea, sin solución, jaj. Gracias, prosigamos las vidas cruzadas de estos personajes. Buen día también en que no celebro nada porque ya cantaba el magnífico Brassens aquello de la mala reputación:
Eliminarhttps://trianarts.com/recordando-a-georges-brassens-la-mala-reputacion/#sthash.7i6s86Se.dpbs
Cuando he alargado un momento ha sido por el temor de aterrizar en la realidad, porque a veces solo quiero soñar un recuerdo
ResponderEliminar¿Y quién no lo ha hecho alguna vez o a menudo o lo hace casi siempre? Soñar los recuerdos: fieramente humano, sin duda.
EliminarTengo varios de estos cartapacios. También con sus cintas de cierre; negras, que es el color tradicional de lo fotográfico. En su interior no hay cartas, ni dibujos. Solo fotografías. Recuerdos bidimensionales, casi todos negros; algunos en colores. Apilados uno sobre el otro y separados entre ellos por un papel de seda.
ResponderEliminarAmores, familia, amistades que no están, la mujer que se fue, la que se quedó, la que es madre y la que nunca lo fue. Pequeñas fracciones de historia congelada en papeles 13x18. Instantes de tiempo detenido.
Desatar esas cintas, supone viajar a un plano existencial ofrecido por la memoria. El misterio que supone la facultad de revivir.
Y yo tengo varios, de hace muchas décadas, están vacíos, no tienen que ver con el de la foto que en realidad es un libro, pero los guardo sin más. Debería darlos uso, me has dado la idea.
Eliminar"Amores, familia, amistades que no están, la mujer que se fue, la que se quedó, la que es madre y la que nunca lo fue. Pequeñas fracciones de historia congelada en papeles 13x18. Instantes de tiempo detenido." Desatar las cintas (u otro tipo de carpetas que acumulan informaciones pesonales) es abrir un pasado y a la vez una caja de Pandora, porque nunca tenemos interpretado lo suficiente cuanto hemos vivido.
La facultad de abrir una puerta al pasado, muy vivido, pero que ahora anuncia el pesar de lo perdido.
ResponderEliminarY el miedo acaso a la indecisión o a una elección pendiente.
EliminarMientras no quite el lazo rojo estará instalada en la duda, si lo quita dejará de existir el misterio.
ResponderEliminar¿No crees que muchos prefieren vivir instalados en el misterio? ¿O todos en alguna medida?
EliminarEste “Habítame” del verso de Lostalé me ha incomodado, me ha ido distrayendo en la lectura de cada párrafo de tu texto. El acento en la segunda sílaba y sobretodo el pronombre “me” que parecía insertarse, no en aquellos labios, sino en mi atención, aquel “me” que se pegaba en mi mente me inquietaba.
ResponderEliminarNo voy a criticar la obra poética de Javier Lostalé, es un buen poeta y yo no soy nadie ante su poesía, pero este verso inicial, ¡uf! este verso, parece el inicio de una “tormenta espesa”.
Salud.
Las citas suelen ser elecciones libérrimas del que escribe después, en principio se sacan de contexto, su significado es siempre subjetivo, caprichos de adaptación.
EliminarEl poema:
INVISIBLE
Abrázame como si ya no estuvieses
para que tu presencia sea umbral del mundo
y mi camino hacia ti se borre en su ofrenda.
Que tu ausencia suavemente
me deje su señal en los párpados
y así brille contigo en soledad de mínimo cielo.
Cuando vengas,
quédate en la distancia pura de tu anuncio,
para que antes te pronuncie
como el bautismo entero de mi vida
y ardas en la semilla
de lo todavía invisible.
Que la inclinación astral de tu nombre
despierte las olas de azufre de mi infancia,
mientras sueño un núbil pacto secreto
que como destino me cruza hasta tu voz.
Habítame en la sombra movible de tus labios
hasta que todo mi cuerpo brille en plenilunio.
Y con tu mirada inaugura
un íntimo amanecer sin nadie
para que más honda cante tu hora en mí,
y más callada sea la herida
de mi sentir dolorido.
Los amores inconclusos tienen la "manía" de volver cuando menos se les espera. Y lo revuelven todo.
ResponderEliminarBesos
¿Aunque solo vuelvan a los pensamientos? Son peliagudos, sin duda.
EliminarMás que suficiente para desordenarnos.
EliminarPeligro, pues.
Eliminar"¿Hay libros que no se deben abrir por muy atractivos que se nos ofrezcan?": com els amors, cal deixar-los a la prestatgeria per més endavant, "Si Déu vol", que deia la meva àvia.
ResponderEliminarAquesta llibreta ho és molt, d'atractiva, venint com sembla que ve de Gustav Klimt.
¿Quieres decir que hay que re-amar como hay que releer? Sobre los desnudos de Klimt ya escribí hace tiempo, por ahí atrás anda, me lo pasé bien.
EliminarNo, em refereixo a que després d'un llibre en pot venir un altre, a la vida, com els amors. Però el que dius tu de rellegir també m'agrada. Jo ho faig molt.
EliminarPor supuesto que después...ah, ese después, qué inteligente es...puede venir otro libro, otro amor, otras experiencias y otro Yo, porque ¿seguimos siendo siempre el mismo o somos ya otros? Las relecturas son decisivas.
EliminarMiedo al recuerdo o a enfrentar lo que no pudo/quiso continuar
ResponderEliminar¿Qué tendrá el miedo o qué las situaciones que nos aterran?
EliminarLos lazos rojos son muy sugerentes. Me despiertan recuerdos, vivencias y sabores generalmente dulces...
ResponderEliminarUn abrazo
En otro tiempo estaban por todas partes. Claro que en mi infancia se tenía que decir colorados. Imagina o recuerda por qué. Terrible aunque hoy nos dé la risa.
EliminarHá livros que relemos com prazer, às vezes, até descobrimos novos detalhes, detalhes a que não prestamos tanta atenção na 1ª vez. Há livros que são tão poderosos, tão doridos que não os conseguimos abrir novamente.
ResponderEliminarE, há os que são uma pura desilusão... Mas a Vida é feita desses detalhes...pouco importa a cor da fita....
Interessante como sempre...
Beijos e abraços
Marta
Hay libros, como el de la fotografía que son dibujos, pero los dibujos son también lenguaje, y te aseguro que los que se ocultan tras la cinta bermeja son espectaculares desde su sencillez de trazos y en su intensidad de intención. Obrigado.
EliminarEsos amores sin finalizar qué miedo dan. Lo ponen todo del revés...
ResponderEliminarBesos.
Dan miedo. Acaso es que hay amores que no se extinguen jamás...
EliminarFáckel:
ResponderEliminaresa cinta roja es un reclamo, es un aliciente para abrir el libro, una tentación demasiado poderosa. Acariciar la seda un buen rato hasta que las ganas por abrir el manuscrito sea más poderosa que el miedo a una posible decepción.
Salu2.
En efecto, el receptor del libro dudaba y dudaba, a veces conviene preservar los tesoros hasta para el mismo descubridor.
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