Una vez sentí el hálito de una piedra. Su alargada redondez era un capricho. Su porosidad una llamada a lo profundo. Su tersa suavidad una caricia. Su bruñido aspecto encendía luz en mi obscuridad. También era más que calor. No era mi mano la que desprendía aquel fuego recóndito. No la había dejado a mi alcance un meteoro que se hubiera dividido en pedazos. Fue un soplo en cuyo renacimiento yo me confortaba. Una brizna única en el jardín de los anhelos. Yo alimentaba aquella piedra día a día. La hablaba, me elevaba con ella, me sumergía en lo ignoto. Su hechizo me desarmaba y me construía. Obraba como curación y me envenenaba como el áspid. Pero en mi mano la piedra temblaba y yo, con ella, temblaba. Un día su presencia se hizo oculta. ¿Qué fue de aquel guijarro, mitad océano, mitad volcán? ¿A qué extensión huyó? Su textura se alejó de mi mano. La busqué entre las oquedades de mis sueños. A veces, en alguna de las ensoñaciones me parece percibir aún su vitalidad. Oír su peculiar voz. Hasta que el desgarro del alba la aleja de mi piel.
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Me gustan las piedras,sus formas,sus colores,su textura, sus brillos...y me gusta esa forma suya de contar.
ResponderEliminarSe me ocurre un haiku:
Hálitos sentí
al estrujar las piedras
entre mis manos.
Adriana
Bonito, sí. Unos textos llevan a otros textos. ¿O son las piedras?
EliminarSustituir las piedras por tus piedras. Mejor,¿no?
ResponderEliminarAdriana
No sé. Cada piedra tiene su significado. Incluso las que se producen, cavernosamente, en el interior del cuerpo.
EliminarDebió sentir tu alejamiento propio del desarrollo de todo ser y de deslizo entre tus dedos sin que enteraras. A eso le llamaban los mayores crecer y los niños suelen desear hacerlo para agradar a la vida que se lo exige.
ResponderEliminarPero como habrás advertido por tu propia experiencia seguimos creciendo hasta el último día. (Parte de ese crecimiento también es la merma, en el caso humano)
EliminarCiertamente, en la última década ese aprendizaje se multiplicó exponencialmente y me ofreció la oportunidad no sólo de ampliar horizontes mentales y emocionales sino de ayudarme a encontrar gran diversidad de respuestas a mis múltiples interrogantes vitales pendientes. Una magnífica amortización temporal! ... hasta alcanzar y reconocer mi propio nivel de incompetencia , entre otros.
EliminarPero el tema sería muy interesante de prospectar e intercambiar, pues a veces a nuestra edad se tiene la sensación de que hemos perdido el tiempo en años tempranos, verdad a medias pues ha sido experiencia y lo del aprovechamiento del tiempo siempre es discutible y según criterios. Y ahora nos invade una mezcla rara de calma necesaria y de ansia por conocer y procesar lo vivido, no me explico bien pero ya digo que es digno de diálogo.
EliminarAños ha, y en muchos pueblos del Pacífico, se pagaba con piedras. Cuanto más vistosa y extraña, más valor tenía.
ResponderEliminarLlegó Occidente y todo cambió.
Salut
Y con metal y con sal...El trueque es muy antiguo. Aunque hay valores impagables, no expresamente ni de uso ni de cambio. Como la piedra del texto.
EliminarEs evidente que tú no tenías la piedra. Ella te tenía a ti.
ResponderEliminarEl embrujo de lo mineral.
Un saludo, Fackel.
En efecto, en efecto. Así fue. Hechizos.
EliminarSaludo de jueves.
Ese talismán redondeado y suave, compañero de vida, un día, sin saber por qué, decidió salir de tu vida y buscar un nuevo dueño, o, tal vez, un nuevo siervo
ResponderEliminarUn abrazo
Ya lo había pensado, Albada. Los talismanes tienen derecho a dejarse mecer por otras manos. Quién sabe.
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