"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 24 de octubre de 2018

¿El destino llama a la puerta?




No sé si el destino llama a nuestra puerta, dixit Beethoven, o somos nosotros los suplicantes al destino. Es una cuestión que aún no se ha dilucidado. El destino es un concepto un tanto maleable. Uno va y se muere de pronto y la gente dice: estaba destinado. O tenía su día. O se lo estaba buscando desde hace tiempo. ¡Era su destino!, claman las aves del Averno con sumo alborozo. ¡Era su destino!, sentencia la cohorte de vecinos y familiares. ¡Era su destino!, se santiguan los profetas del miedo. Y los viejos, no siempre rancios, ecos de la magia primitiva y su secuela de creencias confusas ante la impotencia humana se desuellan obturando los inocentes oídos de los supervivientes, oscureciendo al paisaje de la alegría vital, renunciando al impulso humano de enfrentarse cada día con uno mismo. Un hombre, constante peregrino ahíto de búsqueda, se dirige a la mansión donde espera recuperar su armonía. La enorme puerta está cerrada a cal y canto. Una pesada aldaba se presta a ser movilizada para que el viajero franquee la entrada. Pero...


https://ehchiton.blogspot.com/2018/10/la-aldaba-y-el-destino.html




22 comentarios:

  1. No se que decir del destino. Pienso que uno lo hace a su medida, y que cuando quiere culpabilizar de algo a alguien siempre tiene el destino a mano.

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    1. Huy...si fuéramos los dueños de eso denominado destino, pero que a mí me parece simple (o complejo) acontecer...Muchos se lo creen y no son sino reyes del mambo.

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  2. Cuanto me ha gustado la narración! pues antes de llegar aquí aterricé en el enlace Chiton que nos ofreces.
    Por aquí solo diré que me has hecho rememorar, para bien, a cierta enana bien escondidita que aún me habita, vaya vd. a saber donde, y que diariamente volaba hacia su padre para que este se inventara un"kento" que contarle porque ella lo necesitaba para seguir respirando hasta el día y el "kento" siguiente. Por supuesto su protector progenitor y padre satisfecho, también estaba deseando contárselo, hasta que apareció una escuela de muchas campanillas por sus vidas propiciada por su esposa. Su último cuento fue el de un humilde y sacrificado trabajador que tenía mucho miedo a que su única hijita se avergonzara de él. La niña debió pensar algo así como: "pobrecito papá, ¿cómo podrá inventarse semejante bobada?, con lo orgullosa que estoy de el, tanto que me gustaría casarme con su doble, pero claro eso no es posible."
    Finalmente, para sacar a aquel buen hombre de la miseria, se casó con su antítesis, pero jamás de los jamases se avergonzaría de él. ¿Podríamos llamarle a eso destino o condicionamiento inverso? .... No lo tengo claro.

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    1. Acontecer, Emejota, con factores equis que solo tú puedes averiguar su conexión y cómo se trabaron para dar lugar a lo que conociste. Una palabrota chunga la de "destino", pero muy en boca de todos y a la vez literaria, aunque hay que desentrañarla y, acaso, defenestrarla.

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  3. De ahí vengo (del otro blog, no de enfrentarme con la misma puerta... o sí, tal vez)

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    1. Tebas, la de las siete puertas...¿No pasa un poco así con los humanos, seamos tebanos o alejandrinos? Imagina dar con la puerta adecuada, y encima la aldaba...

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  4. Ah, amigo mío, dices que el destino es un concepto maleable, "un tanto maleable". Diría yo que "un tanto miserable", ya que se situa en lo irracional de nuestro ser para producir miedo o para justificar nuestro desconocimiento.
    Salud
    Cornadó

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    1. ¿O los miserables somos nosotros por dar pábulo a la terminología irracional? Nutrición de lo fantasmagórico religioso: destino, misterio, salvación, condena, cielo, infierno, maldición...Aún tenemos que enfrentarnos cada día con toda una palabrería muy aconceptual. De ello no vivimos.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Hambrientos mamones debemos ser, pero pobres de los que se consideren amos del destino (y pobres de nosotros que sufriremos las consecuencias de sus pretensiones) Aunque parece que cunde esa aparente percepción, no hay más que verlo en el terreno político internacional. Solo somos esclavos de las circunstancias, y no de manera simple. 'Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado'. Azar y destino no son conceptos equivalentes.

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    3. En absoluto. ¿Qué es la seguridad? ¿Qué es estar seguro? Después de la etapa lactante, o como mucho un poco más allá, ya no hubo nunca nada seguro. La duda y la contradicción son exponentes activos que nos embargan a todos. No me duele prendas reconocer que a mí también. ¿Qué otra cosa puede ser un hombre?

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    4. Jajaja .... . vengaaaa no la des tanta caña ..

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  6. No sé si existe el destino o somos esclavos del mismo de lo que estoy segura es de la existencia de fuerzas que sólo pueden ser captadas intuitivamente y tienen un fuerte componente de bondad y amor. No puede intelectualizarse, va más allá de la razón.

    Adriana

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    1. Estar seguro de lo que no es razonable, lo supera y no es tocado o traducido por el intelecto, pero es susceptibles de emanar bondad y amor...pues yo no soy capaz de refrendarlo, Adriana, créeme, pero por si acaso dejo la ventana abierta. Claro que fuerzas del Universo hay siempre; actúan, sin duda, es cuestión de tiempo comprenderlas, interpretarlas, y que nos sean para bien y a ver si llegamos a tiempo.

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  7. ¿Cómo explicar que una persona a la que procuraste un bien hace 20 años de forma desinteresada ,que tenías olvidada, te la asignan y te resuelve otro tema sin tú buscarla? ¿Coincidencia? ¿Casualidad? No sé....

    Adriana

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    1. ¿Por qué no un rasgo de gratitud por algo que jamás había olvidado? Sorpresa.

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  8. Factor sorpresa descartado porque desconocía el apellido del familiar.
    Adriana.

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  9. Factor sorpresa descartado porque desconocía el apellido del familiar.
    Adriana.

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    1. Pues entonces coincidencia y casualidad. Hay muchas de esas.

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  10. El destino, ya sabes, se adivina bien cuando ya es pasado. Por lo demás, hay quienes labran su destino día a día, hasta que se les echa encima y los devora.

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    1. A posteriori el destino se revela como una farsa. En la vida cotidiana no hay más destino que la incertidumbre, aunque juguemos con aparentes certezas.

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