"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





sábado, 18 de mayo de 2013

Job el blasfemo
















Job siente la blasfemia como parte constitutiva de su condición resistente. No se reconoce tanto en su desesperación, que nunca acaba en renuncia definitiva, como en la queja. Al quejarse se resiste. Al quejarse se siente digno. Al quejarse se distancia del mal o al menos lo contiene. Job blasfema con la expresión primaria de una negación. ¿Quién eres tú, clama al causante de sus desgracias, para procurarme el infortunio? Job sabe perfectamente que mientras clame él solo en el desierto, los causantes de su desgracia le ignorarán. Pero él no cesa en su afirmación íntima. Mientras busca por el camino a todos los demás Job.



(Fotografía de Stelios Tsagris) 


4 comentarios:

  1. Eso es. Que nadie nos quite el derecho al pataleo, a veces es lo único que tenemos.
    Tienes un blog muy interesante, gracias por hacérmelo conocer.
    Saludos. Borgo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bienvenido a este territorio, Miquel.Siéntee en él como en tu casa.

      Eliminar
  2. Job es consciente de que su protesta es esencialmente la misma de cualquiera otra persona en su situación. Y es esa conciencia la que hace multitudinaria su solitaria protesta. Puede que esté solo, pero no en su indignada demanda. La blasfemia, como bien dices, es "parte constitutiva de su condición resistente". "Su condición" y la nuestra, diría yo, pues la voz que se alza desafiante ante el dogma es siempre nuestra voz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y es que la voz humana no puede ser nunca ni única ni obligada. Tras lo impuesto hay siempre muchos intereses y mucho desprecio y humillación.

      Eliminar