"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 30 de diciembre de 2012






No te es dado saber
                              de dónde viene su nombre

tus dedos lo palpan
                              cuando escriben en la espuma de unos labios
o quiere tu mirada miope rodear
                              aquella colina de oleajes
         
el tiempo no se piensa
                              no se menciona

hay una huella sí
cada vez más amplia y más ligera

arrodíllate y besa su perímetro
                             bebe
en la oquedad en que te reflejas
                                               ese sabor antiguo

degústalo como si se tratara del primer día


                    

 (Fotografía de Jorge Molder)


8 comentarios:

  1. Lo siento Fackel, hay días en que no se nada, otros en los que alguna sombra percibo, aunque otros muchos días ahogaría los recuerdos en lo más profundo del océano. Si es que la simplicidad me abruma y esa sabe nadar. Bsss.

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  2. Buenos deseos en tiempos revueltos...salud hermano.

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  3. La alternancia física de los días lo es también en su plano sentimental, psíquico y emocional. No pasa nada. Pasa por todos los primates humanos del siglo XXI. Cuidarse y en guardia de 2013.

    Un abrazo.

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  4. Tula, gracias. Tiempos revueltos y amargos. Conjuremos los temores con nuestra capacidad de autocontrol y ejercicio de pensamiento. Ya es mucho disponer de esos dones.

    Sañud siempre.

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  5. No lo sé, lo siento como un recorrido, un diálogo para sí. Lo que tengo claro es que me ha gustado.

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    Respuestas
    1. Es recorrido de uno mismo (de uno de sus yo, acaso)
      Y a mí que te haya gustado este desahogo con palabras.

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    2. ¡Bien!, no andaba tan mal encaminada, me gusta, me gusta, gracias

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    3. A veces un fin de año es punto de inflexión, la poesía una excusa, el año viejo y el nuevo doble excusa, la parafernalia que rodea a las fechas una operación forzada de estética, no hay hombre nuevo tras el fin de un año como no hay hombre viejo tras abandonar el anterior, solo hay un tránsito cuya levedad o gravedad pertenecen al secreto de sumario del individuo, algo más profundo e íntimo que el imperativo de los usos y costumbres. Vale.

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