Hacía semanas que no pasaba por el Josty. En apariencia, el mismo público que siempre. Las tertulias, no. Estas parecen divididas, algunas extinguidas. Los pocos que quedan en alguno de los grupos apenas debaten. No tienen con quién. Han quedado los más conservadores, los que gustan de hablar por hablar, los que se refugian de sus soledades severas. Solo emiten opiniones para consolarse, pero están temerosos y eso les conduce a la ira. No buscan enriquecer la conversación, sino asegurarse que los otros piensan como ellos. Todos tienen claro en qué bando se encuentran y si antes se habían mostrado críticos incluso con el kaiser o sus ministros ahora tienden la mano a quienes llevaron al desastre de la guerra.
Me he arrinconado como nunca y he pedido café fuerte. El café es lo que mejor queda del Josty. Algunos me han mirado insistentemente. El viejo industrial del acero, que siempre me consideró con simpatía, se me ha acercado. No le veíamos desde hace tiempo, me dice. ¿Ha estado enfermo o le sucede como a nosotros, que le trastorna la furia de esos desarropados que quieren llevar a la nación al caos? No le he respondido, mas una cortés sonrisa por mi parte, que en realidad ha sido un golpe de sarcasmo interior, le ha debido dar seguridad e insiste en su perorata. Pero no hay que temerles. Dicen estar cansados de estos años, pero la derrota es en parte por su falta de esfuerzo. Y ahora quieren tirar todo por la borda. ¿Que se creerán sus ideólogos de pacotilla? Ya incubaron el derrotismo en las trincheras y ahora quieren llevar a su masa a un enfrentamiento peor. Nosotros lo impediremos, ¿no le parece, herr filósofo?
Al industrial le hierve la papada. A punto he estado de soltar una carcajada pero tengo suficiente temple para controlarme y soportar las intemperancias de esta clase de personajes para los que el mundo es lo que ellos quieren que sea. Rompo mi mutismo. ¿Está menos concurrido esto?, digo desviando el tema principal del otro. Ya ve usted, replica, animado por mi condescendencia. Los más cobardes se han debido ir a sus casas o acaso con esa tropa de indeseables. Tendrían queja de nosotros. Tanto tiempo en nuestras propias mesas, donde todos hemos hablado libremente, cierto que algunos con más espíritu patriótico que otros, sin que llegara la sangre al río. Puede que algunos fueran simpatizantes de aquellos que pregonan revoluciones, y nosotros no lo supiéramos. Aunque, ni me engaño ni pretendo engañarle, ya se les veía el plumero a más de uno. Que se vayan a ver qué les dan. Que se unan a esa manada de desagradecidos que renuncian a los ideales que nos unen a todos, ya se decepcionarán. ¿No le parece?
He debido poner una mueca cínica, pues la corpulencia del hombre se ha echado para atrás. Luego ha mirado con avasalladora intención el cuaderno que tengo encima de la mesa, pero al alzar mi brazo con la taza he logrado impedir que no leyera nada. Luego ha señalado el libro, Poesía y verdad, cuyo canto no podía ocultar. Ah, el gran Goethe, dice. Usted sí que sabe, usted sí que es un buen hombre de nuestra nación. Me han entrado ganas de preguntarle si sabía quién era aquel escritor de otro siglo, pero me he mostrado moderado. Me satisface encontrarme con alguien que también se ha interesado por Goethe, le digo. Ello nos permitiría tener una agradable charla sobre el escritor y su obra que, no lo olvide, también fue un gran librepensador. Si desea sentarse a mi mesa, insisto con riesgo pero con disimulada sorna, le aseguro que el tema sería fructífero.
El industrial se ha colocado sobre los hombros su gabán. Me esperan en la fábrica, ha dicho de pronto. Mientras otros corretean con alma salvaje por la calle yo debo mantener la economía del país. Ha hecho una reverencia y ha escapado de una invitación tan comprometida como absurda para su adocenada mentalidad.
Mi risa recóndita me ha permitido compensar el asco que siento por este tipo de individuos ostentosos y obscenos. No creo que Else, de haber estado ahora presente, hubiera soportado la conversación. Y ni imaginarme cómo se hubiera puesto Judith.
*Dibujo de George Grosz.
Hay que huir de estos industriales tan patriotas, son dañinos para el personal y la propia patria.
ResponderEliminarSaludos.
Su patria es el negocio.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarme imagino a ese empresario aceril con la cara, los gestos y el comportamiento "obsceno" del pato Trump...
¿De qué hablará cuando esté jugando al golf?
Salu2.
Hubo más patos mucho antes, son los que incuban los huevos de serpiente.
EliminarLas tertulias pueden recuperarse, pero dependerá siempre de los integrantes, si éstos no tienen base, sus peroratas no llevan a nada más que el hartazgo.
ResponderEliminarFeliz año nuevo
Sus peroratas son la rienda suelta a sus egos.
EliminarEse tipo de industriales que están con quien se encuentre montado en el burro de un gobierno no tienen más ideología que sus beneficios.
ResponderEliminarAnder
La ideología que dimana de sus beneficios y lo que permite mantener su statu quo..
EliminarHá sempre alguém que tem medo da mudança... de tudo o que ameaça a sua existência...
ResponderEliminarÉ sempre interessante debater a obra de um escritor, às vezes, descobrimos uma outra perspectiva sobre o mesmo tema e é isso que torna a vida saudável....
Bom Ano 2025.
Beijos e abraços
Marta
Hay muchos que temen siembre los cambios, sobre todo aquellos que quieren seguir como están porque les va bien.
EliminarMe gusta sobremanera el dibujo expresionista de Grosz.
ResponderEliminarMéndez Álvarez, en el TBO (*), era el que más se le aproximó, pero Grosz es inigualable.
(*) https://totbarcelona.blogspot.com/2020/12/gaspar-anselmo-mendez-alvarez.html
Hay diferencias incluso formales. Grosz fue sumamente crítico, satírico incluso, reflejó muy bien esa clase dominante plagada de vicios y explotaciones.
EliminarCreo que Else no lo hubiese soportado..., pero quién dice que no a un buen café.
ResponderEliminarFeliz año nuevo, Fackel.
Un fuerte abrazo.
Y luego dicen que hay polarización en nuestro tiempo y en nuestra soci8edad. ¡La ha habido toda la vida! Siempre habrá canallas que no se conformen con sus ideas sino que pretendan aplastar las de los otros.
EliminarBem, temos que admitir que primeiro está o dever, não concorda?
ResponderEliminarAbraço de amizade.
Juvenal Nunes
No sabría decir qué orden de prioridades hay que dar en determinadas circunstancias. Está claro que aquello que valga para sobrevivir es lo más importante. Pero la lucha por sobrevivir y los sentimientos, sobre todo si se es joven, pugnan por armonizarse o bien entrarían en conflicto.
EliminarConozco gente así, que crean un ambiente muy parecido al Josty berlinés. Eso sí, ahora te quieren dar lecciones con las criptomonedas y sus empresas tecnológicas. Patriotas, se dicen...
ResponderEliminarMediocres y chabacanos, diría yo. Y desgraciadamente ese parece ser ahora el pensamiento dominante. Siempre han querido una patria a su medida exclusiva, o estás con ellos o te arrojan a las tinieblas exteriores.
EliminarMe gustan las personas que tienen sentido común, criterio y saben respetar a las personas que piensan diferente. Me da igual su ideología política.
ResponderEliminarNo por tener título universitario o dinero empresarial garantizan muchos sensatez, enfoque constguctivo y tener en cuenta al prójimo. En cuanto la ideología...hay temas en que podemos ponernos de acuerdo con sensatez pero en otros más vale no meneallo, Luis Antonio. Y tal como algunos se hallan radicalizados a mí me cuesta encontrar el punto de entendimiento. Mucha gente que va de correcta, aparente y sensata se vuelve tosca y sin respeto ante consideraciones políticas.
EliminarNo conozco a ningún industrial, pero tengo la convicción que tanto entre industriales como entre operarios hay de todo...como en botica.
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo
Supongo que sí, pero este dice lo que dice. Salud y bien estar en 2025.
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