Al rasgar una porción de océano
con mis dedos quebradizos
palpo a través de la hendidura
el salitre áspero
sedimento abisal que unge
las fisuras de mis labios
espesa textura de su rusiente sabor
sobre el desgranar pausado
en marcas de su piel ausente
* A propósito de los poemas de Victoria Díaz que, junto a la obra plástica de Andrés Delgado, forman el libro estuche titulado Salitre.
Buena poesía, que me ha descubierto la palabra rusiente, que desconocía.
ResponderEliminarSaludos.
La aprendí en mi infancia, no sé por qué la dirían en aquella ciudad de mis veranos del Norte.
EliminarMe lo apunto, claro. Es curioso, la piel ausente se recuerda durante mucho tiempo.
ResponderEliminar¿Será un recuerdo imborrable?
EliminarUm poema interessante... o mar imenso, o que leva e o que trás...
ResponderEliminarE os segredos que ficam espalhados....
Beijos e abraços
Marta
El mar, el océano, siempre es un recurso metafórico, como la tierra. Es uno de esos matrimonios: tierra/océano, tierra/cielo.
EliminarMe añado al comentario anterior; "rusiente", encantado de conocerte.
ResponderEliminarNunca es tarde.
EliminarAhora no sé si he escrito RO o RU. (zamarro que es uno)
ResponderEliminarAl parecer hay quien la usa mal y pone rosiente.
No conozco lo rosiente, salvo que las rosas y su color lo potencien y no lo hayamos advertido.
EliminarHermoso
ResponderEliminarQuién no es hijo del océano.
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