Imagino que va por barrios. Para algunos un empacho considerable, otros un resacón molesto, para muchos la enémisa vez que dice que el año que viene no vuelvo... Pero eso sí, con la sensación de paz obligada, en el espíritu ;)
Durante los siglos VIII y IX, los territorios que hoy conocemos como Cataluña formaban parte de la marca hispánica del imperio carolingio, un espacio fronterizo bajo la influencia de Carlomagno y sus sucesores. En esa época, la familia se concebía como un clan extenso, y las fiestas de Navidad eran momentos clave para reunirse en la casa patriarcal. Sin embargo, en un mundo sin vehículos motorizados ni trenes, los desplazamientos requerían tiempo y esfuerzo. La necesidad de facilitar estas reuniones familiares dio lugar al establecimiento del día de Sant Esteve como jornada festiva. Así, al día siguiente de Navidad permitía que los miembros de la familia volvieran a sus hogares sin prisas ni dificultades. Esta costumbre práctica se consolidó en el territorio catalán y se mantuvo incluso con la evolución de la sociedad y los cambios históricos. Y sigue en la actualidad.
La Marca Hispanica me trae recuerdos y no medievales precisamente. Otro examen que me aprobó el ínclito Luis Suárez Fernández, muerto hace unos días a los 100 años e insigne franquista, de los que reescriben la historia.
Lo que queda no se puede ver ni tocar, pero si lo hemos vivido en serenidad y disfrutando de lo sencillo como lo hace mi nieto, queda el rescoldo y la sensación de calma, de quietud y que la vida así es ideal para cualquier fecha del calendario. Un abrazo Fackel.
La sencillez de la infancia, al menos en mi tiempo, era modesta, conciliadora y de buena conformidad por estas fechas. Sospecho que la infancia de ahora está sumamente saturada. Gracias, Ángela.
Queda la alegría de haber pasado otra Navidad y esperar que el ciclo acabe sin percances, falta fin de año y Reyes. Y cuando se apagan las luces y se retira el árbol y el Belén, decimos ¡al fin solos! Volver a la rutina es una bendición. No olvidemos que estas fiestas se han convertido en una fantasía consumista, las salvamos por los niños de la familia que bien merecen la ilusión.
Una excesiva y descarada fantasía consumista, a la cual nos prestamos, de un sistema de mercado que cada vez es más ciego. El crédito hoy no lo tiene la fantasía religiosa sino la consumista. Los mitos se reproducen con tosquedad y ya sin imaginación. Saludable 2025, Marga.
Un calendario para entendernos todos y otro calendario particular de cada cual que el próximo año sabrá si uno ha llegado o se ha quedado por el camino.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
EL PASEANTE VALLISOLETANO
LA HERIDA ETERNA DE LAS ESTATUAS
TÚ, LA EVANESCENTE
El alma condenada. De Bernini a Bartolozzi
CHITÓN
El mar de Aral
LA SILLA DE K
TAKLAMAKÁN
DICHOS Y CONTRADICHOS
LA DAME AU CHIEN
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
En Catalunya queda el "Que passeu un bon Sant Esteve" fiesta desde los tiempos carolingios.
ResponderEliminarAh, los carolingios, a mí me tocó una vez en el examen aquella gente.
EliminarImagino que va por barrios. Para algunos un empacho considerable, otros un resacón molesto, para muchos la enémisa vez que dice que el año que viene no vuelvo... Pero eso sí, con la sensación de paz obligada, en el espíritu ;)
ResponderEliminarLa sensación, bien dices.
EliminarDurante los siglos VIII y IX, los territorios que hoy conocemos como Cataluña formaban parte de la marca hispánica del imperio carolingio, un espacio fronterizo bajo la influencia de Carlomagno y sus sucesores. En esa época, la familia se concebía como un clan extenso, y las fiestas de Navidad eran momentos clave para reunirse en la casa patriarcal. Sin embargo, en un mundo sin vehículos motorizados ni trenes, los desplazamientos requerían tiempo y esfuerzo.
ResponderEliminarLa necesidad de facilitar estas reuniones familiares dio lugar al establecimiento del día de Sant Esteve como jornada festiva. Así, al día siguiente de Navidad permitía que los miembros de la familia volvieran a sus hogares sin prisas ni dificultades. Esta costumbre práctica se consolidó en el territorio catalán y se mantuvo incluso con la evolución de la sociedad y los cambios históricos. Y sigue en la actualidad.
La Marca Hispanica me trae recuerdos y no medievales precisamente. Otro examen que me aprobó el ínclito Luis Suárez Fernández, muerto hace unos días a los 100 años e insigne franquista, de los que reescriben la historia.
EliminarQuedan San Esteban y nuestro santo patrón, el día de los inocentes.
ResponderEliminarEste último no está muy valorado en estos tiempos, y si no, que se lo pregunten a los asesinos de Israel.
EliminarQueda enero y el régimen para depurar todos los excesos de estos días!
ResponderEliminarViviendo tiempos de excesos ya no sabe uno cuándo son mayores. Por cierto, ¿y los defectos?
EliminarLo que queda no se puede ver ni tocar, pero si lo hemos vivido en serenidad y disfrutando de lo sencillo como lo hace mi nieto, queda el rescoldo y la sensación de calma, de quietud y que la vida así es ideal para cualquier fecha del calendario.
ResponderEliminarUn abrazo Fackel.
La sencillez de la infancia, al menos en mi tiempo, era modesta, conciliadora y de buena conformidad por estas fechas. Sospecho que la infancia de ahora está sumamente saturada. Gracias, Ángela.
EliminarQueda la alegría de haber pasado otra Navidad y esperar que el ciclo acabe sin percances, falta fin de año y Reyes. Y cuando se apagan las luces y se retira el árbol y el Belén, decimos ¡al fin solos! Volver a la rutina es una bendición. No olvidemos que estas fiestas se han convertido en una fantasía consumista, las salvamos por los niños de la familia que bien merecen la ilusión.
ResponderEliminarUna excesiva y descarada fantasía consumista, a la cual nos prestamos, de un sistema de mercado que cada vez es más ciego. El crédito hoy no lo tiene la fantasía religiosa sino la consumista. Los mitos se reproducen con tosquedad y ya sin imaginación. Saludable 2025, Marga.
EliminarPues, queda recoger los restos de lo somos y arrastrarlos hasta la casilla del día 31 y, después, pues nuevo año viejos problemas, como siempre, ¿no?
ResponderEliminarUn calendario para entendernos todos y otro calendario particular de cada cual que el próximo año sabrá si uno ha llegado o se ha quedado por el camino.
EliminarAl menos queda el deseo de la comunicación, que ya es mucho en estos tiempos...
ResponderEliminarUna comunicación que se va reduciendo, al menos queda entre aquellas personas con las que se puede hablar con sinceridad y entendimiento.
EliminarComparto lo que expresa Ricard
ResponderEliminarSe ve que está documentado al respecto.
Eliminar