Ha entrado agitada. Se sienta delante de mí. Trata de reponerse del resuello que trae. Estos últimos días la he visto poco, Else. Y tampoco su tertulia ha sido muy frecuentada. Más bien ha estado diezmada. ¿Ha tenido que ver con los sucesos que ya no se le ocultan a nadie? El rostro de Else se vuelve más severo. No son tiempos de tertulia, me corta categórica. Al menos no de chácharas ni contemplaciones. Y no debería estar ahora aquí.
Sus facciones se muestran tensas, incluso poco amistosas, no hay asomo de sonrisa. Me preocupa, Else. Que no acuda a la tertulia y que se sienta reclamada por causas externas y acaso superiores me da que pensar. Ella reacciona molesta. No piense, no se complique conmigo. Usted está ahí entretenido en su rincón mientras el mundo se incendia, sin importarle la esperanza que ha saltado a la calle buscando otro mundo, que es también otra vida. Usted prefiere ignorar lo ajeno aunque también le incumbe, y parece no querer admitir que vivir al margen de los cambios puede arrastrarle al infortunio. Si le llega su ruido, ¿sigue pensando que es banal? ¿No cree que merece la pena prestar atención a las razones que hay detrás de las voces que se extienden? ¿Puede permanecer a un lado de las expectativas? ¿Teme correr el riesgo? Pero si no es ahora ¿cuándo?
Else calla, apremiada por su propia combustión interior. Else, la digo, me crea o no yo deseo que haya otro mundo, pero me cuesta confiar en los que gritan sin que sepan de modo concreto a dónde van. ¿Son suficientes las consignas? ¿Basta con tomar los edificios de las instituciones? ¿Se conforman con concentrarse delante de los líderes y aplaudir sus bellas proclamas? Cambiar el mundo no consiste solo en una exhibición de protesta fragorosa, por mucho seguimiento social que tenga. ¿Se ha pensado cómo anular a la casta de los guerreros o en reducir a los poderes de la ley o limitar la influencia de los que alzan la cruz invocando que todo permanezca igual? ¿Saben cómo manejar la urdimbre de la producción y desafiar las leyes del mercado para que repercuta en un beneficio colectivo? Me espanta la masa que ayer siguió a unos, hoy a otros y mañana vaya a saber a quién. Me horrorizaría que el esfuerzo, loable por otro lado, de los bienintencionados no sea comprendido y antes o después dejen de ser respaldados. La apuesta posterior, tras un desencanto, podría tener un coste excesivo. Por supuesto que lo viejo tiene que desaparecer, incluyendo las cabezas más imperiales y los estamentos más belicistas, pero ¿tenéis claridad respecto a aquello que debe sustituirse y cómo ocupar con sensatez el lugar de lo caduco?
La mujer duda entre afirmar o negar. Tampoco me lleva la contraria. Estoy en racha dialéctica con ella, pero bajo el tono impositivo. Y a propósito, Else. Si está tan comprometida con lo que usted misma denominó la acción decidida y transformadora, ¿qué hace hoy y a estas horas en este café y hablando con este ingenuo? Y no me diga que le pillaba de paso el Josty. Else parece haber perdido parte de su actitud severa y nerviosa. Ya ve, dice. Antes no me bastaba la tertulia, ahora me parece necesaria pero incompleta la toma de las calles, y sin embargo algo me dice que yo también sigo siendo insuficiente. Que no me basta la rebelión junto a los otros si no la compenso con alguna clase de estímulo menos épico. ¿Rechaza usted que ambos compartamos un rato de beatitud en medio de las convulsiones de estos días en nuestro país?
*Dibujo de Christian Schad.
¿Beatitud en medio de convulsiones es lo que estoy pensando?
ResponderEliminarPorque al principio del dialogo, pensaba que lo de "borde" del capitulo 8 era una broma; o al menos un aperitivo.
Pero rste final es espersnzador.
Ademas, despues de las convulsiones se quesará dormida y puede soltar algo en sueños que el espia pueda aprovechar para.
Aunque todo esto que le ha explicado y que ha conseguido apaciguarla parece mas de un contrarevolycionario que de un espia, que alentaria la revolucion cuando ya tuviera identificados a los cabecillas. Igusl tienes tú razon y no es un espia.
Abrazooo
Ni un contrarrevolucionario; eran tiempos revueltos donde todos se tenían que retratar.
EliminarPasear en buena compañía siempre es agradable y si tiene buena conversación ya es una delicia. Un placer volver a saber de Else...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Fackel.
A veces hay paseos a la carrera, agitaciones confusas, búsquedas indecisas, sospecho.
EliminarHay demasiado ruido como para tertuliar o simplemente dialogar. Else tiene razón. Mi postura es la de la lanzadera desde la cual mandar a la mierda a un sinfín. (Aunque eso me pueda llevar a Urgencias)
ResponderEliminarEl ruido se está generalizando en todo el planeta y los episodios del pasado, que ya conocieron ruido y llanto, acaso solo son premoniciones de lo que queda por venir.
EliminarNo son tiempos de tertulia, y sí lo son de pasar a la acción. Luego dicen que la historia no se repite, se repiten la historia y la histeria de los de siempre.
ResponderEliminarSaludos.
Recuerda que en nuestros tiempos la tertulia podía ser y en muchos casos lo era un espacio de acción. Las pautas humanas permanecen, eso debe dar la sensación de que la historia se repite.
ResponderEliminar(Para Fackel, cada palabra)
EliminarY tú, que a pesar de pertenecer por edad al grupo de gentes presuntamente ociosas te sobrepones con maestría, generalmente a contracorriente, a la natural poltronería que al parecer os acosa, ¿de verdad piensas que tu tiempo ya no es ahora?
Chiloé
Sinceramente, Chiloé, pienso que mi tiempo sigue siendo el que fue, es el que está siendo y será cuando ya no tenga tiempo. Cuerpo y tiempo son para mí una sola entidad. Aunque situaciones y personas hayan desaparecido -el tránsito que le rodea a uno sigue estando ahí- la memoria recrea y aún bucea en los misterios que vivimos en el pasado.
EliminarNo te quede duda de que no participo de la poltronería, procuro mantener mi levedad aunque mi materia no esté libre de las acechanzas que el desgaste celular pretende.
Compartir un poco de cordura, es muy sano.
ResponderEliminarY no es poco, pero no sé hasta qué punto se da en estos tiempos precipitados y poco reflexivos.
EliminarOjalá la mutua compañía los compense ante semejante brete en que les ha puesto la historia. Un abrazo
ResponderEliminarLa historia, como dices, que no es sino la sucesión de acontecimientos, situaciones y acciones que actúan entre sí con toda clase de tintes, une y separa. Ve a saber.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarde joven uno quiere cambiar el mundo (sin cambiarse), de mayor uno quiere cambiarse, aunque sea un poco, para intentar cambiar el mundo. Cuestión de perspectivas.
Salu2.
No sé ahora, pero en mis tiempos cambiar el mundo iba muy vinculado a uno con cambiarse a sí mismo, al menos en cierta juventud, o eramos más utópicos y arriesgados o se trataba de aventura. Hoy uno está de vuelta de esa abstracción bastante errónea de cambiar el mundo y en cuanto a cambiar uno mismo tampoco sé hasta qué punto es posible con voluntariedad. Detodos modos la vida es curso y se encarga de todo: de fructificar, de erosionar, etc.
EliminarLa historia, aunque el contexto cambie, se repite una y otra vez.
ResponderEliminarDeberías animarte a escribir una novela y si no encuentras editorial, te la autofinancias. Cuesta un poco, pero vale la pena...
Saludos cordiales
Sigo pensando que las constantes que se reproducen son las que marcan la naturaleza humana en esta larga aventura de sobrevivir, cuando no de subsistir.
EliminarLo de la novela, no sé qué decirte, se ha escrito tanto ya que creo que no aportaría nada.