Ha sido directo conmigo. ¿Ha sufrido usted alguna vez por una mujer? Me pareció que su pregunta incluía ironía y me puse en guardia. Por una mujer...¿quiere usted decir a causa de mi obsesión por una mujer?, he respondido. ¿Debido a la idea que yo me había hecho de una apetencia que no se logró? Mi amigo exteriorizó cierto sarcasmo. Es obvio que no le falta experiencia, y que ha sabido racionalizar, lo que quiere decir controlar, sus estados de enajenación. Esa actitud le habrá curado de desdenes e insatisfacciones, pues el embeleso que no llega a buen puerto resulta insano. Porque al fin y al cabo lo que llaman enamoramiento ¿no es acaso una suerte de alienación que puede conducir hasta el delirio? Pero siempre hay algo más. ¿Cree usted que hay más detrás de las conductas sufrientes?, sugerí. No se contuvo. Hay mucho más. Hay el bagaje de necesidades mejor o peor reconducidas desde la infancia y muchas más frustradas. Hay dificultades y límites en la comunicación, pues cada cual tiene una procedencia única. Del mismo modo que necesitamos testigos que nos escuchen, que sepan de nuestras ideas y motivaciones a lo largo de la vida, precisamos que una mujer sea nuestro testigo íntimo, algo que pocas veces debe lograrse plenamente, por lo que se ve en los matrimonios. ¿Cuántas veces ha intentado usted entenderse y buscar una satisfacción con otra persona? Debí ruborizarme por el modo en que mi acompañante hacía avanzar la conversación. Las justas, respondí por responder, para no sentirme obligado a ser más explícito. Pasé a la obligada correspondencia. ¿Y usted? Me sorprendió su sinceridad. Mis fijaciones amorosas nunca cuajaron, no culpo a nadie de ello. Donde ha habido complicidad no ha existido entendimiento carnal. Y el entendimiento carnal lo he obtenido de modo menos exigente y en absoluto complicado. Aunque le diré que toda mujer a la que me he acercado me ha suscitado algún grado de emoción e incluso de afecto. Ataqué nuevamente. ¿Quiere decir que ha tirado la baraja de naipes en cuanto a considerar una relación estable? Puso cara de indisimulada resignación. Luego dijo: en el fondo uno está siempre solo ante las exigencias más hondas. De ahí la intemperie en la que vive, la precariedad en que subsiste, incluso la miseria que lacera. Acabamos siendo sufridores de nuestras propias invenciones, por lo tanto ¿se le ocurre otro modo de conjurar el aguijón de la ebriedad erótica?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"Donde ha habido complicidad, no ha existido entendimiento carnal" dice.... Quizás porque la complicidad llega más tarde, cuando el entendimiento carnal ha pasado ya a segundo plano.
ResponderEliminarEvidentemente muchos resisten gracias a la complicidad.
EliminarNo se si por suerte o no, no he tenido esos sufrimientos de amor por otra mujer, llevo desde pequeño con la misma, aunque no lo voy a negar, alguno disgusto gordo hemos tenido.
ResponderEliminarTodo sufrimiento es relativo e inevitable, y cada cual lo encara como puede. No es de desear ese estado inestable a nadie, pero aporta experiencia.
EliminarEl enamoramiento, tiene algo en común con el veneno: Que su toxicidad está en la dosis.
ResponderEliminarSin duda, pero también en la aceptación de la dosis según cada cuerpo (cada individuo y personalidad)
EliminarQuizá, no lo sé con absoluta certeza, la frase : "en el fondo uno está siempre solo ante las exigencias más hondas" sea la acertada.
ResponderEliminarSalut
En cuestiones hondas, Miquel, uno está siempre solo y lo digo en sentido positivo. La muerte es también un asunto de enfrentarse en soledad. Como el éros, aunque en este haya vida y testigos..
Eliminar"Acabamos siendo sufridores de nuestras propias invenciones", me temo que eso pasa a menudo y en ambos sexos... Ponemos listones en lugares a los que nunca llegaremos, que fea es la realidad enfrentada a nuestra imaginación.
ResponderEliminarSuele ocurrir en este tema y en todos. Partimos de la ignorancia e inexperiencia distinguiendo de mala manera realidad y deseo. Ya digo que en todos los temas de la vida. Conviene seguir aprendiendo de una manera y desaprendiendo de otra. ¿O acaso desaprender -desprenderse de- ya es una nueva forma de saber? Desaprender debe llevarnos a la calma, que sería lo deseable en la edad provecta. Pero la lucha por librarnos de tantos cuentos sigue, aunque nos vayamos sabiendo casi todos los cuentos.
EliminarNada de generalidades, solo puedo hablar por mí misma. El enamoramiento no es más que una trampa del cerebro. Así que:
ResponderEliminarNo, no y no. Me digo siempre yo.
Y eso, en el mejor de los casos.
También cabe la posibilidad del silencio...
Chiloé
Por supuesto que es una trampa, o un artificio que dura lo que dura, pero es que el cerebro es tan sibilino...Y el éros, la pulsión y el gusanillo alientan desde las profundidades (las de la mente, por supuesto)
EliminarYa sea hombre o mujer, el "otro" a veces pasa a ser para nuestro ego, culpable de nuestro sufrimiento y razón de nuestras tristezas y debilidades. No seremos nosotros los causantes de esa falta de correspondencia u honestidad en el intercambio de afectos y efluvios? no siempre, pero muchas veces no vemos lo que nos negamos a aceptar. Me quedo pensando. Un abrazo
ResponderEliminarTanto en eso llamado amor como en eso otro llamado convivencia o incluso política solemos buscar el enemigo. En cualquier asunto de la vida de un individuo está la pugna. Desde niños con sus pataletas -las públicas y las privadas con uno mismo, que yo aún recuerdo más- los individuos vamos sorteando la yinkana, no siempre lúdica, haciendo y deshaciendo amistades, relaciones, amores o negocios varios. Todos tenemos corresponsabilidad en los intercambios de cualquier género, ¿por qué no iba a haberla en el toma y daca amoroso, verdadera obra de género teatral por la que tenemos que pasar para saber qué clase de actores somos? El problema no es tanto el enfrentamiento entre dos personas que se aproximan y rechaza, etc., como entre la necesidad biológica y la organización social, siempre tan exigente. Pero esto también sería discutible, y por eso también seguiré pensando.
EliminarEl mundo de las obsesiones obsesivo compulsivas es enorme, Fackel, y ser un sufriente de cualquiera de las circunstancias exige decidir cuanto antes. De lo contrario la demora puede llevar a un abismo. Lo amoroso compromete en exceso las emociones y las pasiones de una persona, qué riesgo.
ResponderEliminarAnder
Supongo que la pasión engancha y a todo el mundo le gusta colgarse de ella hasta que...
EliminarNo fundo, é como enfrentar a vida...a forma como lidamos as situações também define a paixão e o amor, a amizade....Tem que haver equilíbrio, respeito, cumplicidade...
ResponderEliminarInteressante como sempre.
Beijos e abraços
Marta
Las pasiones tienden a ser desquiciantes, pero si se logra controlarlas puede haber equilibrio, conviene ser positivos y ver lo que da de sí el juego.
Eliminar¿Y quién no ha sufrido alguna vez por amor?
ResponderEliminarUn placer leerte, Fackel.
Un abrazo.
Habría que desbrozar el sentido de ese sufrimiento. Y nos llevaría al tema de la propiedad del otro, ¿o no?
EliminarFáckel:
ResponderEliminarseguro que todo el mundo ha sufrido mucho, poco, regular, bastante, demasiado, muchísimo... por una mujer. Y seguro que viceversa también.
Salu2.
Por supuesto el asunto van en dos direcciones aunque para cada hombre o mujer sea dirección única.
EliminarDiuen que l'enamorament és una adicció, que és més sa de no estar-ne.
ResponderEliminarPerò una tanka que he llegit alguna vegada deia que ningú es podria compadir de tu quan n'estàs, per molt que pateixis.
Ya sabes, Helena, que todo es relativo. Que experimentar, en amor o entras facteas, puede conllevar riesgo de adicción, pero también uno puede bajarse a tiempo de una relación tóxica si va viendo que lleva ese camino. Dejémoslo al libre albedrío de cada uno.
Eliminar