En el desorden habitual con que se manifiestan los recuerdos de mi mente me ha venido ahora otro de aquellos diálogos breves pero sustanciosos con el hombre del sombrero. Habíamos subido, dando un paseo, hasta Hradcany y a propósito de las gárgolas de San Vito dijo de pronto: los monstruos son tan humanos como los dioses. Él, que no procedía de la tradición iconográfica religiosa dominante, decía sentir predilección por tantos seres fantásticos que poblaban los lugares de culto, los manuscritos antiguos y la literatura en general, incluso laica. Cuando yo le recordaba al Golem, él asentía. Sí, las leyendas judías siempre han tenido muchos personajes fantásticos, pero creo que la tradición cristiana ha sido más multiplicadora. ¿Sabe por qué? Le dije, no, ¿por qué? Porque los seres fantásticos y los monstruos son personajes de carne y hueso y no son difíciles de inmortalizar con palabras o escultura. Tal vez por ello los de su religión, y disculpe que le meta en el ajo aunque sé que usted es un librepensador bastante crítico, han expurgado, o al menos lo han intentado, sus demonios interiores convirtiéndolos en ídolos, dignos de exaltarse o de condenarse, por supuesto.
Aquel mediodía el hombre del sombrero me asombró. Nunca le había escuchado tal aleccionador. Con esto, prosiguió, no le quiero decir que tenga razón. Son observaciones que hago y que distan mucho de tener base científica. ¿Por qué dice que los monstruos son tan humanos como los dioses?, le interpelé. Mire, pienso que ambos proceden de la misma cuna y probablemente terminen en el mismo sepulcro. Hay muchas culturas, algunas poco conocidas aún, en que las divinidades tienen corporeidad fantástica y rostros terroríficos. ¿Van a valer menos para los creyentes que las adoren que las imaginaciones reducidas de las religiones que se basan en el libro proporcionado por lo hebraico? Pero si vamos más allá verá que la vivencia peermanente entre animales y hombres ha sugerido una simbiosis recurrente y a la vez cambiante en la mente humana. Los humanos han utilizado características animales para dotarse a sí mismos de autoafirmación y a la vez de autocomplacencia y de algún modo se han revestido con la representación animal. Esas gárgolas, serían un ejemplo, o los manuscritos medievales sobre el Apocalipsis, o toda la parafernalia de los templos hinduístas pletóricos de dioses y animales extraordinarios que son y no son una cosa u otra, según dicen. Por no citar genios y demonios, que son conceptos antiguos que luego han sido reinterpretados de modo equívoco. Pero, ¿no le parece que va más allá la simbiosis que ha citado?, insistí. Por supuesto, no hace falta ir tan lejos para saber que la imaginación y los sueños posibilitan nuestra cohabitación con monstruos y con dioses, llegado el caso, y según lo que cada uno busque. Mire, si le dijera que más de una vez me he visto trasuntado en un bicho repulsivo y he errado por las calles sin querer comunicarme con nadie y sin que nadie advirtiera mi paso, ¿me creería? Probablemente sea más usual de lo que se piensa, amigo mío, le respondí para que no se sintiese incomprendido.
Mientras se alejaba contemplé su elevada y afilada figura. Se marchaba ajustándose el sombrero. ¿Sacaría sus propios seres fantásticos de él, como un prestidigitador?
El hombre del sombrero dice ago que parece obvio, pero en lo que no había caído. Dioses y monstruos son lo mismo, o quizás se trate de una sola unidad maligna.
ResponderEliminarLos humanos los crearon a ambos así, a su imagen y semejanza (léanse anhelos, deseos, esperanzas, posibilidades, aspiraciones...)
EliminarEl cristianismo sí es un bazar de seres fantásticos. Una reflexión que bien merece pensar qué más escondía lo de representar tanto ser fantástico, amén del analfabetismo.
ResponderEliminarUn abrazo
Anda, pues no te cuento en las religiones de la India, pega un repaso y verás. O en culturas mseopotámicas más antiguas. O en las precolombinas. Etc. Ya que citas el analfabetismo ¿no anida la superchería más cutre tras el voto a personajes siniestros que sacan escaños europeos en base a calumnias, mentiras y degradaciones informativas múltiples?
EliminarQue más da que sea feos monstruos o hermosas virgenes, detrás de todas esa iconografía lo que se intenta es meter miedo y dominar al hombre.
ResponderEliminarSaludos
Históricamente ha ido vinculado a lo tenebroso, a la falta de explicación de multitud de fenómenos que hoy se interpretan, es decir al mundo del mito. Era comprensible en el pasado, hoy día creo que las representaciones fantásticas van por la informática y las redes sociales, y no solo por ellas.
EliminarLa visión del sombrero me ha hecho pensar en el prestidigitador como bien citas al final de tu texto.
ResponderEliminarEs que en el ejercicio literario debe haber bastante juego de prestidigitación y malabares.
EliminarLo fantástico para asustar, inquietar, dominar, a los pobres comunes mortales, asustadizos de sus propias sombras cargadas de misterio.
ResponderEliminarY aún cunde, no creamos que ha desaparecido, se han engendrado nuevas formas y representaciones, algunas son muy mentales y otras cabalgan por las redes sociales.
EliminarEs que de alguna manera tenemos que traducir esos conceptos abstractos en algo más cercano y palpable, tan propios de nuestra humanidad como la necesidad que los ha hecho nacer.
ResponderEliminarTal vez esté ya todo intentado y probado, y solo queda dar vueltas la burra al trigo. Un círculo vicioso. Se puede seguir intentando todas las traducciones que se quiera, porque la necesidad nunca perecerá.
EliminarFáckel:
ResponderEliminara la vista está que el señor del sombrero también recurrió a los monstruos en su literatura. Y, sabio él, no quiso darle un nombre para que cada cual se imaginara el suyo. ¿Cada lector se imagina a Samsa según su particular bestiario interior?
Salu2.
Y a muchos Samsa, y por ejemplo te invito a uno de ellos:
Eliminarhttps://lasilladek.blogspot.com/
Fáckel:
Eliminaracabo de leer el relato del enlace.
Me ha recordado el mito de Adán y Eva. Él, resignado. Ella, intrépida.
En pocas palabras hay esbozo de muchos temas.
Salu2 y gracias.
Todo es ficción.
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